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El informe de Transparencia Venezuela y el “Estado empresario”; por Anabella Abadi y Carlos García Soto

Fotografía de Thomas Coex para AFP

Fotografía de Thomas Coex para AFP

La presentación del informe “Empresas propiedad del Estado en Venezuela. Un modelo de control del Estado”, preparado por Transparencia Venezuela, pone la atención en uno de los problemas principales del modelo económico venezolano, agravado a niveles alarmantes en los últimos años: el tamaño del “Estado empresario” en Venezuela.

La gestión pública en materia económica comprende, fundamentalmente, dos aspectos básicos: la regulación económica de la actividad privada y la participación del Estado en la actividad económica. La primera, es propia de toda Administración Pública contemporánea y resulta en ocasiones necesaria para responder a fallas del mercado. La segunda, es de carácter instrumental para el cumplimiento de objetivos propios del Estado. Si bien ambas son comunes a todo Gobierno, se convierten en un problema de gestión pública cuando los objetivos que las encaminan no responden a los intereses que debería atender al Estado y al respeto de los derechos de los ciudadanos.

En el caso venezolano, y específicamente bajo el modelo económico al que usualmente se le denomina como “Socialismo del Siglo XXI”, la gestión pública en materia económica ha sido utilizada para la promoción de un modelo basado en la planificación centralizada y el impulso de la propiedad estatal o a costa de la libertad económica y de la propiedad privada.

Una de las expresiones fundamentales de ese modelo ha sido el incremento del “Estado empresario”, entendido como el conjunto de empresas que son de propiedad mayoritaria del Estado. Este incremento se ha producido en el marco del grave crecimiento del tamaño de la Administración Nacional en los últimos años, a lo que ya nos referimos en una oportunidad.

¿Cuántas empresas son hoy propiedad del Estado?

En el estudio señalado “Empresas Propiedad del Estado en Venezuela. Un modelo de control del Estado” se advierte que entre 2001 y 2017 el Estado venezolano pasó de ser propietario de 74 empresas públicas a 526. Resalta que el total actual de empresas propiedad del Estado venezolano es hoy cuatro veces el de Brasil (130) y diez veces el de Argentina (52), si sólo se toma en cuenta el dato cuantitativo: es preciso recordar que tanto en Brasil como en Argentina, el Estado debe atender a una población sustancialmente mayor a la de Venezuela.

Mayor participación no se ha traducido
en mayores aportes a la economía

Aunque es indiscutible que ha aumentado la participación del sector público en la economía, también es cierto que dicho aumento no se ha traducido en aportes efectivos a la economía. Mientras que el número de empresas en manos del Estado se multiplicó por poco más de 7 entre 2001 y 2017, el PIB Público multiplicó por apenas 1,5 entre 2001 y 2015 (último dato oficial disponible). Incluso, el sector público sigue aportando menos a la economía que el sector privado: la data del BCV refleja que el PIB Público pasó de representar 33% del total (excluyendo impuestos) en 2001 a 38% en 2015.

A nivel microeconómico, los sectores en los que el Gobierno Central ha aumentado su participación no presentan resultados alentadores. Esto se debe, en gran medida a que -tal y como como precisa Roberto Casanova [1]-, “es infrecuente que una empresa estatal se halle sometida a los incentivos asociados a una competencia” y, por tanto, en general, las empresas públicas no están “realmente orientadas al logro de beneficios, al aumento de la calidad y variedad de productos, a la atención a los clientes, a la innovación”, entre otros.

No sorprende pues que el propio Gobierno Central haya tenido que admitir el fracaso de la política expropiatoria. En junio de 2014, el para entonces Diputado del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ante la Asamblea Nacional Freddy Bernal admitió que el Gobierno había “cometido errores en la aplicación del modelo económico”; y agregó: “por alguna razón no supimos gerenciar adecuadamente” las empresas expropiadas “y las llevamos al fracaso”.

Dos años después, en julio de 2016, Bernal –ahora  en su rol como Vicepresidente sectorial para la activación productiva y los Consejos Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP)- reiteró que “las empresas expropiadas no funcionaron, por diferentes motivos y es una responsabilidad que ha asumido el Presidente [Nicolás Maduro]”.

A manera de ejemplo, en agosto de 2017 el Cenda registró problemas de escasez para 14 de los 58 productos de la canasta alimentaria normativa, resaltando:

Tal y como reporta Transparencia Venezuela, las empresas propiedad del Estado venezolano arrojaron pérdidas por Bs. 1,29 billones en 2016, siendo Pdvsa y Corpoelec los casos más emblemáticos, con saldos negativos estimados en Bs. 775 millardos y Bs. 149,3 millardos, respectivamente. En 2017, Transparencia Venezuela estima que las empresas propiedad del Estado venezolano presentarán pérdidas de Bs. 481 millardos, cifra menor que 2016 por no considerar la información de Pdvsa y sus filiales.

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Resulta fundamental abrir el debate sobre las líneas esenciales para acometer una reforma del Estado empresario en Venezuela, siendo su reducción una de las aristas clave a ser consideradas. Para dicho debate, este trabajo de Transparencia Venezuela será muy necesario.

[1] “Propiedad, libertad e inclusión. Aportes para el debate público”. En Fernando Spiritto (coordinador), La nueva economía venezolana. Propuestas ante el colapso del socialismo rentista, Editorial Alfa, Caracas, 2017, pp. 429-430.