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El conjunto vacío; por Marianella Durán

Fotografía de EFE

Fotografía de EFE

A cuarenta y tres días, treinta y seis muertos es casi uno por día que resulta de las protestas que han sacudido a Venezuela abriendo el 2014, cuando la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) confronta a un enemigo que no muestra tanquetas y en algunos casos, en medio de denuncias por la fatal intervención de grupos civiles armados de dudoso origen escudados por los antimotines uniformados en zonas como Los Ruices –al noreste de Caracas–, en Chacao, Altamira, San Cristóbal en el estado Táchira, Cabudare en Lara y San Diego en Carabobo; con las comunidades como testigos de excepción, que guardan la resaca de gases lacrimógenos, respaldo fotográfico “para cuando haya justicia”, hijos presos (más de 1.900 detenidos), heridos e incluso sepultados.

El Gobierno dice que son un grupo de fascistas sublevando el país aupados por actores foráneos para derrocarlo, a quienes les convoca contramarchas de simpatizantes suyos, en el mismo lugar y a la misma hora en cada cita pública opositora. Los acusa de avivar la violencia en las calles y de incendiar universidades.

Del otro lado, se muestran cientos y miles de personas atravesando con pancartas las autopistas y principales ciudades del país, sobre todo estudiantes, clamando igualdad –ante un sistema de justicia que ha demostrado complacer al poder–, exigiendo cambios en la política económica que resuelvan la escasez de productos, el desabastecimiento, la ralentización de la inflación, así como acabar con la criminalidad. Un glosario de peticiones no resueltas que también forman parte del legado del difunto Hugo Chávez, tras un discurso populista embriagador que conquistó a los pobres pero que dilató soluciones. Nicolás Maduro, el actual Presidente, sin el mismo charme, también heredó el costo político que implicó correr la arruga de medidas económicas necesarias.

Ambas, muestras de las dos comunidades políticas más importantes del país sin aparentes puntos de convergencia, dice la profesora Sonia Pérez de la Universidad Nacional Experimental Politécnica (Unexpo) en Barquisimeto, estado Lara. “Los dirigentes seguidores del oficialismo piensan de una forma y la oposición de otra, y no pareciera que alguno va a cambiar o a aproximarse, pero es necesario que se pongan de acuerdo para alcanzar la paz. ¿Cómo se entiende esto? Eso, matemáticamente, es un conjunto vacío”.

El Alcalde Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, impulsor junto con Leopoldo López y María Corina Machado de la protesta pacífica, aboga también por que haya demostraciones de “buena fue” por parte del Gobierno para que se produzca un “diálogo sincero”, el mismo que ya ha pedido el gobernador del estado Lara, Henri Falcón, a pesar de la Conferencia de Paz iniciada por el Ejecutivo el 26 de febrero, y a la cual, tenaz, se ha negado a asistir Henrique Capriles, poco convencido de que las intenciones del mandatario nacional sean benévolas.

Sin embargo, el líder opositor (con mayor respaldo nacional) admitió recientemente la posibilidad de ir a un debate, decisión condenada por sus más fieles seguidores en Twitter, a pesar de que condicionó su participación al cese de la represión, a la investigación de los abusos y violaciones de Derechos Humanos, y a la liberación de los presos políticos, sólo que en el intermezzo fueron retenidos y apresados en circunstancias cuestionables, los alcaldes de San Cristóbal y San Diego; por cierto, acciones que dieron un revés al impulso de sectores moderados y a la disposición del propio gobernador de Miranda, a sentarse a discutir una agenda común.

En el Parlamento, como una contribución a la nitidez en la determinación de responsabilidades en los hechos violentos, se instaló la Comisión de la Verdad, sin la anuencia del bloque unitario opositor que desconfía del propósito de la bancada oficial, insistente en descalificar a los protagonistas y denuncias de torturas.

El diputado Hugbel Roa del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), opina que el diálogo es sólo posible si la oposición logra “deslastrarse de la injerencia de Estados Unidos y del Plan de la Media Luna de Álvaro Úribe”, a lo cual preguntó un reportero de un canal de TV durante una entrevista: ¿Y la injerencia de Cuba en Venezuela? El asambleísta ripostó: “No es lo mismo. El gobierno cubano nos ha brindado un gran apoyo, no se puede comparar una cosa con la otra”.

El parlamentario opositor Miguel Pizarro, acompañando a los cientos de detenidos y a los estudiantes vejados, exige que esa Comisión de la Verdad empiece por convocar al gobernador del estado Carabobo, miembro del PSUV, Francisco Ameliach, por el llamado al “contra-ataque fulminante” a defender la revolución, mensaje publicado en las redes sociales –y luego borrado y sustituido por un llamado a la paz– bajo la estupefacción de los usuarios.

La bancada de la Unidad aún no se incorpora a dicha comisión.

La dirigencia oficialista y la opositora hablan de ellos y de nosotros indistintamente. Cada quien ocupando su lado de la acera seguros de estar en lo correcto; en teoría de negociación de conflictos: posicionados. Cierre de filas.

Nadie renuncia a su esquina. El segundo hombre del chavismo, presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, con recio verbo dio el parte de que María Corina Machado pasó a ex diputada, una vez que la mayoría del PSUV aprobó allanar su inmunidad mientras ella pedía un derecho de palabra ante la asamblea permanente de la OEA para exponer su visión de lo que ocurre en Venezuela, hecho visto por los opositores como leña al fuego y de ninguna manera un gesto que haga propicia la distensión.

Por ello se dice extramuros que no es interés de Cabello inspirar un diálogo que podría garantizar más vida en el poder a Maduro aunque se viera inicialmente como claudicante frente a la oposición, porque más allá de lo obvio, el mandatario ganaría tiempo, atenuaría la crisis de ingobernabilidad y sobreviviría a ésta.

Pero, parece que el presidente del Parlamento no ha perdido las esperanzas de ocupar el primer lugar, de allí que potencie las diferencias y moleste más a sus “enemigos” fortaleciendo posturas férreas en el seno del Gobierno, ahora también dichas en su programa diario de TV en el canal del Estado.

Se dice que si el Presidente da un paso franco también daría crédito a las gestiones de buena voluntad que habría conducido el ex presidente brasileño Lula Da Silva en su intento por suscitar un acercamiento entre los venezolanos.

Nicmer Evans, politólogo y crítico, plantea que en los desafíos del proyecto socialista chavista y de la izquierda chavista está el “asumirse colectiva, asumirse gobierno, crítica, fuerte, con la capacidad de confrontar a la derecha a través de un diálogo nacional que no implica negociación de los principios ni retrocesos en los avances políticos y sociales del país”.

Puertas adentro, alienta un debate de la izquierda chavista sobre el tema económico, indicando la ruta a seguir al Gobierno, “no al contrario: mandar obedeciendo”, escribió recién en Aporrea.com.

Su criterio puede llegar a ser incómodo al oficialismo cuando recuerda que Chávez intentó preparar el terreno para la sobrevivencia de la izquierda en su ausencia, la cual se ha logrado mantener en el poder “con altos niveles de conflictividad y sin posibilidad real de avanzar en el proyecto político”.

En esta vía, la encuestadora Datos recogió en febrero de 2014, que 2 de cada 3 consultados evalúan el país negativamente y más de la mitad considera peor su situación que la de hace un año.

Por otra parte, Evans proclama que “ha habido y hay guarimberos de un lado y otro, que son extremos que se tocan y terminan teniendo los mismos intereses egoístas”.

Otro diagnóstico sobre la situación, lo ofrece el profesor del postgrado de Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela (UCV), Alexis Alzuru, que repasa y opina: “la opción del diálogo está cancelada” en el país, porque lo que profesa el Gobierno responde a un “modelo de sociedad cerrada” que no necesita de la oposición para despejar sus objetivos (incluso el mismo Evans ha sido objetado).

Alzuru aclara que en este momento la batalla no es entre el Gobierno y la oposición, sino “una disputa por el poder en el PSUV. Algunos de los que participan se apoyan en el malestar de la gente. Pero la oposición no puede pensar que va a sacar a Maduro en un corto plazo, es un error de enfoque”.

Por vencer estaría el activismo puro que ha llevado al fracaso opositor, el cual debería ser sustituido por una visión distinta de la política más rica en el posicionamiento de ideas, expectativas, propuestas, que permitan la construcción de una agenda de calle. “Lo que está planteado es un diálogo de la oposición con el pueblo, una pre-constituyente popular, ése es el dialogo que hay que articular”.

Así, queda en contexto Elsy Marino, chavista convencida, que dice al diario Le Monde que hace de seis a diez horas de cola por semana para adquirir los alimentos y que todo falta todo el tiempo: la harina de maíz, el aceite, los huevos, “y naturalmente la gente está cansada” pero ella descarta razones para manifestar con los “opositores burgueses”, y aunque reconoce la crisis, en su opinión, esta obedece a que “Chávez ya no está”.

Un dato controversial que aporta Alzuru para la discusión, es que la oposición no habría crecido ni una micra en el mes de febrero, en comparación con meses anteriores, siendo el más efervescente de 2014 y el más crítico social y económicamente para el Gobierno.

Peor que esto, no es que 54% de los entrevistados por Datos siente que estará igual de mal o muy mal en los próximos seis meses, sino que “40% cree que va a estar mejor o igual que hace un año”, mide el académico.

Con la llegada a Venezuela de los 11 cancilleres de Unasur (Unión de Naciones del Sur) para ayudar al entendimiento de las partes, de la que unos estiman que favorecerá a Maduro, otros piensan que abre el juego político, al menos 4 países miembros apoyaron el derecho de palabra de María Corina Machado en la OEA la semana pasada: Chile, Colombia, Paraguay y Perú.

La misión ministerial tiene la tarea de sentarse y procurar que quienes no han participado se incorporen a la mesa de diálogo oficial. A petición de Colombia y Paraguay se incluyó en la agenda a la Mesa de la Unidad democrática (MUD) que dijo el lunes en la noche: “hemos planteado la realidad que vive Venezuela”.

Los países de la Unión Europea (UE) aplauden la mediación de Unasur y se han mostrado esperanzados con la posibilidad de que puedan ayudar a “aliviar tensiones”.

La presencia internacional es alentadora porque el único punto entre el ártico y el antártico político venezolano que relumbra en este momento es que 87% de la población está a favor de un diálogo entre oposición y Gobierno, según Datos, y lo manifiestan chavistas y opositores. Solamente que en matemática, 2 manzanas más 2 peras no siempre forman un conjunto, y por lo tanto suman cero si pierden la oportunidad de ceder.