- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

El Café de Pascal: Por espejo, en oscuridad


La primera escena de Macbeth cierra con las brujas exclamando en coro: fair is foul and foul is fair. El texto dice lo que vendrá en la pieza: reina el caos, lo que era ya no es, los términos se invierten. La traducción del Instituto Shakespeare de España, propone, sorprendentemente: lo bello es feo y feo lo que es bello. En lugar de decir una cosa y su inversión (como en el original), repite lo mismo. Es decir, lo inverso de lo que es la obra. Shakespeare no hubiera escrito tal estupidez. A veces el sonido de las palabras nos sustrae del lenguaje.

En The American Prospect, Tom Carson presiente algo malo con la compra de Star Wars por parte de Disney. Sin ser un fan, se sorprende admitiendo que su atractivo se basa –paradójicamente- en la impronta de autor de George Lucas sobre lo que vino a ser una franquicia, sobre “toda la estúpida y desquiciada leyenda”, hasta el punto de sentirse incluso en los capítulos dirigidos por otros. Disney jamás podrá imitar “las inhibiciones neo-victorianas”, las torpezas y “nociones de profundidad” de Lucas, cuyo genio acaso haya sido no distinguir entre la confusa banalidad y la perversidad involuntaria revoloteando en su cerebro. Sin ese toque, según Carson, Star Wars carece de todo interés.

Tal vez sea por esa huella inconsciente del autor que la saga acaba siendo la “biografía autorizada” de Darth Vader, como sostuvo Rodrigo Fresán, en Letras Libres de julio del 2005, en su narración de dos transfiguraciones: una conversión y un desenmascaramiento. Y por eso el público de Cannes se levantó “para aplaudir el momento en que Anakin Skywalker “sucumbe a las tentaciones del Lado Oscuro y se mete dentro de una armadura asmática”. Vader, como el tiburón de Spielberg, “aparece poco pero nunca defrauda”, mientras que los Jedi hablan en aforismos cursis como si fueran “frases selectas de Shakespeare”. Anakin se hizo malo porque se cansó de ser el bueno. Es lo inverso a Enric Marco -sigue Fresán- quien pasó de “paladín de la luz” a “miserable de las sombras”, en cuestión de horas. Durante décadas fue presidente de la Asociación Amical de Matthausen, que agrupa a sobrevivientes españoles de los campos de concentración nazis, hasta que un día un historiador lo desenmascaró como trabajador voluntario, enviado por el dictador Franco, y que nunca estuvo en un campo de concentración. Hay malos y malos.

En Letras Libres de Octubre de 2012 Ricardo Cayuela argumenta contra el premio de la Feria Iberoamericana del Libro de Guadalajara, otorgado a Alfredo Bryce Echenique, debido a las acusaciones de plagio en contra del escritor, y lo explica en detalle. No da rodeos ante la truculencia de que Julio Ortega, amigo entrañable de Bryce y testigo a su favor en los juicios en su contra en Perú, haya sido miembro del jurado. La FIL estaría normalizando “el plagio como una práctica menor, una picardía intrascendente a la que tienen derecho los grandes autores”. Algunos plagios habrían sido burdos copy-paste, lo cual indica cierto dominio del ordenador, pero “el analógico ensayista Bryce Echenique no estaba preparado para el nuevo mundo digital”.

Así, la revista Nexos, que publicó varios de sus artículos, tiene un catálogo de sus plagios. Por ejemplo:

Eulalia Solé, La Vanguardia, 2005, Uso Social del Tabaco: “Según un estudio publicado por la revista Addiction, las grandes empresas tabaqueras son responsables, en buena parte, de que el hábito de fumar se haya incrementado entre las mujeres. Cajetillas con modalidades como light, ligero, o slim, esbelto, pretenden asociar el producto a atributos como libertad, esbeltez, glamour…” No es un texto que atrape al lector. En la pluma de Bryce, publicado en Nexos, 2007, se convierte en Tabaco y Mujer: “Según un estudio publicado por la revista Addiction, las grandes empresas tabaqueras son responsables en buena parte de que el hábito de fumar se haya incrementado entre las mujeres. Cajetillas con modalidades como light, slim, esbelto, o ligero, pretenden asociar el consumo a atributos como libertad, esbeltez, glamour…” Lo que intriga es la alteracion del original “light, ligero, o slim, esbelto” que por lo menos es coherente porque explica lo que significan ambas palabras del inglés, para transformarlo en la enumeración mecánica de “light, slim, esbelto, o ligero” como si se tratara de cuatro atributos diferentes. Despersonalizar aún más un texto anodino…con un toque personal.

En El Boomeran(g), el presidente del jurado de la FIL, Jorge Volpi, reaccionó a las críticas con su escrito Ante el comité de Salud Pública, sosteniendo que vendrían de la indignación moralista o la mera denunciación; Volpi presenta su texto simulando una declaración bajo protesta ante un tribunal inquisitorial: “la sola tentación de evaluar en un jurado literario la conducta moral de un escritor, incluso aquella que tiene que ver con su ética de artista, me parece arrogante y peligrosa”, y agrega: “en el acto extremo de apropiarse de las palabras de otros no pude entrever al alevoso criminal que dibujan sus enemigos, sino al artista derrotado que no encontró otra salida”.

En su blog, Jesús Silva-Herzog Márquez califica de infamante el premio a Bryce. Sus defensores estarían recurriendo a juicios de intención, al argumentar que las críticas son parte de una campaña producto de la envidia de talentos menores, o de una peligrosa moralidad. Silva-Herzog reconoce que una cosa es la obra y otra el artista, pero sostiene que en este caso el artista ha traicionado a sus lectores y su oficio. Cita, mal, el artículo de Guillermo Sheridan en Letras Libres, pues coloca “al usurpar la identidad de otro escritor…el plagiario comete la única falta moral posible en su oficio: dejar de ser él mismo”, mientras que en el original se lee: “al usurpar la singularidad de otro escritor, el plagiario comete la única falta moral posible en su oficio: dejar de ser él mismo”. Confunde la imagen con su inversión en espejo, el plagio con la falsificación.

Ibsen Martínez se deleita con la exagerada vida de Rafael Bolívar Coronado, quien al parecer sólo podía escribir simulando ser otro: tuvo más de seiscientos seudónimos. Claro que hubo excepciones; una de ellas, Memorias de un semi-bárbaro, escrito autobiográfico que narra sus inicios de falsario, por 1913. Trabajaba en la provincia venezolana para el gobierno del General Gómez, cuando el dictador necesitó una “invasión vigilada”, así lo formula Martínez, que al ser derrotada le permitiera dar un golpe de estado y perpetuarse en el poder. Los chafarotes a cargo confiaron al poeta la tarea de incitar a los exiliados en Curazao, en concreto a Simón “el gordo” Bello, a invadir Venezuela. Dice Martínez: “La parodia y la usurpación de identidades asomaba desde entonces como el método Bolívar Coronado. El semibárbaro inventaba topónimos con pasmosa fluidez y trasteaba desenvueltamente con verosímiles nombres y apellidos falsos. Así, comenzaron a llegarle al gordo Bello sugestivos telegramas y esquelas desde todas las guarniciones, haciendas y pulperías del estado”. La narración del operativo (exitoso) es desternillante. Posiblemente, la graciosa picardía del semibárbaro le costó al gordo Bello la vida, y al país, una dictadura de veintisiete años. Tales méritos bastaron para obtener del dictador un viaje a España, y apenas pisó suelo español, Bolívar Coronado se declaró opositor a la tiranía. Sus peripecias incluyen haber ganado un concurso de cuentos firmando como Arturo Uslar Pietri, la publicación de antologías de poetas bolivianos ficticios, la invención de una colección de crónicas de Indias, que vendió en Madrid al exiliado Rufino Blanco Fombona, y la consiguiente huida a Barcelona, temiendo el filo de su espada, donde fue “corresponsal” de guerras africanas reporteando entre los marineros del puerto. La imagen invertida del plagiario.

Entrevistado para El País, Bryce negó haber plagiado jamás. Las acusaciones serían producto de la maldad y la envidia, las formularía gente de extrema derecha. Y exclama, solo: “Que se jodan”.

Son tiempos revueltos, el ruido nos sustrae del lenguaje.

“Fair is foul and foul is fair:
Hover through the fog and filthy air”

(Exeunt)