El Café de Pascal

El Café de Pascal: El colapso de la primera globalización y el Holocausto

Por El café de Pascal | 6 de febrero, 2013

holocausto

En The New York Review of Books, el historiador Timothy Snyder propone, sobre la reseña de un conjunto de libros, una extraordinaria narrativa del Holocausto. Siguiendo a Donald Bloxham, en The final solution: a Genocide, podría decirse que el Holocausto habría sido la peor consecuencia del colapso de la primera globalización. Un colapso en tres etapas: Primera Guerra Mundial, Gran Depresión, Segunda Guerra Mundial. Dos movimientos opuestos se habrían manifestado al principio: uno globalizador, y otro nacionalista-agrario, manifestado en las dos Guerras Balcánicas libradas por los nacientes estados-naciones de la península contra el Imperio Otomano. Los líderes balcánicos encontraron conveniente seguir el siguiente patrón: liberar a sus connacionales al otro lado de la montaña, incorporar su territorio y así incrementar su base impositiva. La Primera Guerra Mundial pudiera tomarse como una Tercera Guerra Balcánica (esta vez contra el Imperio Austro-Húngaro), que acabó con el comercio mundial y llevó al empobrecimiento generalizado de Europa. El modelo balcánico de establecer estados-nación fue adoptado en Turquía y supuso el asesinato en masa de más de un millón de armenios. La combinación de nacionalismo y agrarismo también impresionó a Adolf Hitler, quien la alabaría en Mein Kampf. Snyder no lo dice abiertamente, pero habiendo sido todas, en cierta forma, guerras étnicas, no podían sino llevar al asesinato en masa. De ahí el título de su artículo: El holocausto lógico de Hitler.

Para Hitler, los judíos fueron los culpables de la derrota en 1918, del capitalismo financiero, la hiperinflación, el comunismo-bolchevismo, y promovían los “falsos” universalismos liberal y comunista, “que impedían a los alemanes vislumbrar su destino especial”. La resurrección alemana por él planteada habría sido una reedición del modelo balcánico. La Alemania nazi procedió a anexar Austria y desmembrar Checoslovaquia. Al final, precipitó el Holocausto.

Pero la destrucción de estos Estados fue el ensayo para un proyecto mayor de colonización racial hacia el Este. La lectura de Edouard Husson y su libro Heydrich et la solution finale, sobre Reinhard Heydrich, el lugarteniente de Himmler, sugiere que en la Alemania nazi el Estado dejó de monopolizar la violencia para transformarse en emprendedor y movilizador de la misma. Allí donde el Estado tuvo instituciones más fuertes, los nazis encontraron mayores dificultades para imponer el asesinato en masa. Así fue en la misma Alemania e incluso en Polonia, donde debido a la resistencia polaca los nazis aniquilaron sistemáticamente a su élite, y asesinaron a un millón de polacos no judíos (Auschwitz fue creado como campo de concentración para polacos). Pero nunca pudieron sofocar la resistencia. Hitler siempre quiso eliminar a los judíos de los territorios del Reich. Al principio, pensó en deportarlos a Madagascar. No resultó viable. Además, ningún estado importante estuvo dispuesto a acogerles. Los judíos de Polonia fueron confinados a guetos, humillados, privados de sus bienes. Murieron de hambre y de mengua, pero todavía esto no era un holocausto.

Fue en los territorios cuyas instituciones resultaron destruidas por la ocupación soviética en la misma guerra, y vueltas a destruir por la ocupación alemana al invadir la URSS: el Este de Polonia, Estonia, Letonia y Lituania, “en esta zona de doble destrucción del Estado”, precisa Snyder, “que los alemanes comenzaron, por primera vez, a organizar el asesinato de judíos en gran escala”. “Emprendedores de la violencia” como Heydrich encontraron aquí el suficiente margen para maniobrar. El proceso fue llevado a cabo por las Einsatztruppen de la SS, punta de lanza de la institucionalidad paralela nazi. Especialmente en Lituania, con la participación de un número significativo de antiguos colaboradores pro soviéticos. Snyder escribe este párrafo escalofriante: “Bloxham está de acuerdo en que para el régimen de Hitler, la colaboración temprana de los locales en el asesinato en masa de judíos “señaló lo que era posible”. Deportarlos había probado ser imposible. Lo que era posible era matarlos donde vivían. Esto era un Holocausto”. En el Este, por fusilamientos; en el Oeste, mediante las cámaras de gas.

Estudios realizados en Polonia destacan el fenómeno de la “doble colaboración” concomitante a la “doble ocupación”, primero soviética y luego nazi. También, que los polacos involucrados en la matanza de judíos tenían mayor probabilidad de ingresar al partido comunista que dominó al país luego de la guerra. “La frecuencia de la doble colaboración, un corolario natural de la doble ocupación, nos obliga a controlar nuestra tendencia a explicar la violencia mediante convicciones ideológicas”, dice Snyder. (Ver también el post El corazón de las tinieblas, en el que el autor habla, además, de Ucrania y Bielorrusia).

El café de Pascal 

Comentarios (2)

Manuel
7 de febrero, 2013

Interesante teoría, me gustaría poder leer un poco más sobre ella, pero de antemano no estoy muy de acuerdo, visto el antecedente que supusieron las leyes de Nuremberg para la pureza de la raza y la forma como actuaron los jueces en Alemania aplicándolas.

El Cafe de Pascal
7 de febrero, 2013

Hola Manuel:

en el blog El Café de Pascal tiene también los links a los escritos de Snyder. Aparecieron en Letras Libres (www.letraslibres.com) y en The New York Review of Books (www.nybooks.com). Snyder es un regular colaborador de la última, y hay una extensa lista de artículos sobre el tema. muchos saludos El Café de Pascal

Envíenos su comentario

Política de comentarios

Usted es el único responsable del comentario que realice en esta página. No se permitirán comentarios que contengan ofensas, insultos, ataques a terceros, lenguaje inapropiado o con contenido discriminatorio. Tampoco se permitirán comentarios que no estén relacionados con el tema del artículo. La intención de Prodavinci es promover el diálogo constructivo.