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Diario de Milán, noviembre 2017; por Alejandro Oliveros

Hangar Bicocca, Milán, Italia.

Hangar Bicocca, Milán, Italia.

Milán, martes 15 de noviembre de 2017

Después de dos días en los cuales no fueron escasas la lluvia y la niebla, hoy una luminosa mañana de otoño, con altísimos cielos de impecable azul y una pulida luz prealpina. Condiciones que hacen mas que soportables las bajas temperaturas invernales en pleno otoño. Un tiempo glorioso que contrasta con la oscura frustración de los italianos ante la eliminación de la escuadra de fútbol para el mundial de Rusia. En un una muestra de irracionalidad no infrecuente en estos casos, no han sido pocos los que han culpado al gobierno de izquierda por el trágico desenlace. A pesar de que, por primera vez en mas de seis anos, cuatro de los cuales bajo administraciones de centro-izquierda, los indices económicos son alentadores. Lo más grave es que, no es improbable que, en las próximas elecciones, los electores se decidan por la misma derecha populista que los acerco a la ruina. Algo así como, “Ahora que estamos bien, vamos a buscar a otros a ver que pasa”. Este tipo de situaciones, y otros, como el ocurrido en Venezuela en 1998, con la elección del más grande demagogo de su historia, lo llevan a uno a reflexionar sobre las limitaciones de la democracia representativa en estos tiempos post-modernos.

Default

“De esos polvos…” Las agencias calificadoras internacionales hablan hoy de un “selective default”, algo así como un impago selectivo para referir que Venezuela ha sido incapaz de honrar algunos de los compromisos asumidos con los acreedores. No con todos, por los momentos, pero esta en vía, de acuerdo a los especialistas. Al “default” me referí hace poco en unas notas sobre El mercader de Venecia. La media libra que reclamaba el implacable judío Shylock, no es, simbólicamente, mayor cosa ante lo que el país ha cedido en términos de soberanía y seguridad para el futuro cercano. Pero, nada de extrañar. Sabíamos que iba a ser así y, en el mismo 1998 firme, con un ridículamente reducido grupo de intelectuales, un documento público llamando a no votar por el candidato militar. Sabíamos que revolución y bienestar son una contradicción en términos, un oxímoron de proporciones trágicas.

Pseudo-longino

En La Stampa de Torino, un estupendo ensayo del admirado profesor Marc Fumaroli, sobre De lo sublime, el conjunto de anotaciones sobre el arte y la historia, atribuido a un misterioso esteta alejandrino sobre el que nada sabemos, y la critica ha optado por llamar Pseudo-Longino o Anónimo. Su tratado fue leído durante el imperio romano y citado por estudiosos como Tácito o Quintiliano. A lo largo de la Edad Media, de manera no inesperada, desapareció de la vista, para reaparecer en tiempos del primer Renacimiento. El tono de las reflexiones en los orígenes del pensamiento moderno. De allí el sentimiento de haber nacido a destiempo, demasiado tarde (Tarde en la tierra es el nombre de la memorable colección de poemas del sueco Gunnar Ekelof); de allí esta nostalgia por tiempos mejores, esa forma de Melancolía tan helenística y que, desde Montaigne, gran lector del Anónimo, reconocemos como nuestra. Esa es la fuente de lo que los alemanes llaman weltschmerz, para referir el sentimiento de exilio, de vivir a destiempo en una época que no nos merece. Dice Fumaroli: “El tratado De lo sublime fue escrito para las grandes almas nacidas en el momento equivocado, y que encontraron una salida en la emulación de las grandes obras nacidas en una fecunda Antiguedad”. Y, con Fumaroli, uno piensa enseguida en el grande, y ahora mas que nunca, después del olvido al que lo redujo la modernidad, Nicolas Poussin, asiduo del Pseudo-Longino, y cuyo proyecto existencial no fue otro que tratar de restaurar en sus lienzos la imaginada y dulce luz de la Antigüedad. La relectura del De lo sublime, el recuperado interés en sus ideas, es un signo mas de los nuevos tiempos; en los que se sigue cultivando el cuestionamiento a los criterios, a menudo falaces, de la estética moderna. En castellano, la mejor edición es la de Gredos, no tanto por la traducción, que, como las mas de las veces en esta colección es lamentablemente sorda, sino por la calidad de sus anotaciones y bibliografía. Una mas reciente, que desconozco, ha sido editada por Acantilado.

Il barbiere

El domingo, con el nieto Alessandro en la Scala para una versión concebida para niños de El barbero de Sevilla. Un luminoso montaje, con una colorida escenografía y una magnifica actuación, que hacia aun mas inmediato el placer de disfrutar la extraordinaria música, que llego a ser admirada por Beethoven, no sin envidia, del genio “buffo” de Rossini, muchas de cuyas melodías parecen escritas para “minoreni” como Alessandro, quien ya conocía algunos fragmentos gracias a su participación, como uno de los guardias, en el montaje de fin de curso de su escuela el ano pasado.

Milán, miércoles 15 de noviembre de 2017

La política es una actividad no ayuna de paradojas, y es lo primero que debe entender quien decida dedicar a ella sus afanes. Se trata del Gran Juego, donde el que gana a menudo resulta el perdedor. O lo contrario. Es el caso de las recientes elecciones regionales venezolanas. Todo pareciera indicar que la dictadura se hizo con una contundente victoria. Sin embargo, esto puede ser solo apariencia. Al “ganar” en estos comicios, perdieron la oportunidad de eliminar para siempre los procesos electorales. Pero ahora, con el mentido éxito, se ven obligados a realizar las votaciones para presidente de la república, donde nadie ni nada, asegura que van a repetir el triunfo. Yo diría lo contrario; en el Gran Juego, el que gana a menudo no hace sino perder.

Poussin y Daniele de Volterra

Entre los pocos libros que me traje para este viaje, cuento una selección de cartas y reflexiones de Nicolas Poussin, pulcramente publicado en España por La barca de la Medusa, a partir del original francés; con las introducciones de Jacques Tuiller y Anthony Blunt, los mejores especialistas del novecientos en la obra del pintor francés. Poussin es un artista muy especial y admirable. Un pintor para pintores atentos, como Picasso, que supieron ser permeables a su sana influencia. El siglo XX fue ingrato con el, inclinando sus preferencias hacia otros maestros no menos geniales, pero más “oscuros”, como Caravaggio, Rembrandt y Velázquez. No obstante, el aire de los tiempos esta cambiando y una “nueva sensibilidad” ha comenzado a reconsiderar la iconografía y el imaginario del autor de una de las obras mas logradas de todos los tiempos. Son muchas las cosas que, desde hace por lo menos treinta anos, me han hecho sentir algunas afinidades electivas con Poussin. Una de ellas es su opinión, que comparto sin vacilación, según la cual El descendimiento de la Cruz, de Daniele di Volterra, es uno de las mejores pinturas de Roma. No se si el amigo Luis Pérez Oramas comparte esta opinión, pero algo seguro es que el notable poeta venezolano siempre ha militado conmigo en el estrecho circulo de admiradores del maestro de In Arcadia ego. Y no podía ser de otro modo, entre sus profesores en la Sorbona, se contaba Luis Marín, autor del excitante ensayo Détruire la peinture, donde el ilustre profesor estudia las divergentes maneras de entender el arte que mantuvieron Caravaggio y Poussin.

Milán, jueves 16 de noviembre de 2017

Mario Specchio

¡Ya es jueves otra vez! Lo mismo me digo todas las semanas, cuando termino mis entregas para ser publicadas en Caracas. ¿Qué se hicieron los otros días con sus noches? Nada menos que siete, entre un jueves y el otro; siete, de los pocos que nos han sido otorgados en esta vida y cuyo recuerdo no me llevaría mas de medio hora. Ciento sesenta y ocho horas que no regresarán, y que nadie puede asegurar que aún me toquen otras tantas. “Mi vida, mi vida, ¿en qué la he disipado?” De esto hablaba con mi queridísimo Mario Specchio durante su última visita a mi casa en Valencia. A mitad de camino, y en compañia de Alfredo Chacón, de una botella magnum de Chablis Montee de Tonnerre Louis Michel 2005, me decía Mario, con su voz de bajo profundo: “Alejandro, que puede ganar el mundo con mi muerte. No tiene ningún sentido que yo me muera”. La observación del gran poeta es irrefutable. Me pregunto si la recordó antes de morir, precozmente, de un infarto mientras manejaba por una de las calles de su nativa y amada Siena.

Fontana

Si bien no fueron pocas las muestras de alto nivel (Appel, Botero, Grooms) organizadas por el Museo de Arte Moderno de Caracas, recuerdo como la más estimulante la dedicada al italiano Lucio Fontana (Milán, 1898-1968) a mediados de los setenta. Fontana es uno de los artistas mas notables del segundo novecientos en todo el mundo. Más conocido por sus telas intervenidas, limpiamente cortadas con un afilado instrumento, después de ser pintadas como impecables monocromías, produciendo en el espectador, algo parecido a lo que Aristóteles pedía de las tragedias, horror y catarsis. Pero Fontana es mucho mas que eso. Extraordinario ceramista que se ha ocupado de temas religiosos, como su conmovedora serie Via Cruxis, exhibida en Caracas en 2007. O sus llamadas “Iluminaciones”, que son literalmente, eso, escrituras de luces. Y a este sector tardío de su producción esta dedicada la exposición “Ambientes”, organizada por el Hangar Bicocca en sus gigantescos espacios, que un dia estuvieron dedicados a la construcción de locomotoras. Fontana nació en Rosario, Argentina, y al arte se dedico desde temprano. En su juventud, en Buenos Aires, conocería a Gyula Kosice, otro artista visionario que había descubierto las posibilidades creativas de la luz de neón, apenas comercializada. De 1951, tiempos de incipiente abstraccionismo en Nueva York y París, es la sorprendente obra de Fontana, “Estructura de neón para la IX Trienale de Milán”, caligrafía abstracta y espacial, trazada con un tubo de neón de más de cien metros, con la cual se inicia este homenaje que le rinde el Bicocca. A estas alturas todavía nos sorprende por su novedad, y no puede uno menos que imaginarse la actitud del público cuando la admiro hace ya sesenta y seis años. Fontana, con su espacialismo y sus iluminaciones, es el antecedente de mucho de lo que se iba a producir en la parte complementaria del XX; desde el Arte Povera a Flavin y Teurrell, Judd y Kapoor. La muestra del Bicocca nos devuelve al Fontana que ya nos maravillaba en los mediados lejanos de los años setenta.

Lorca

Me escribe la vieja amiga, quiero decir de muchos años, Sarah Arvio desde Maryland para referirme la publicación de su estudio y traducciones de Lorca, A Poet of Spain, por la prestigiosa Alfred A. Knopf. La reseña del New York Times es ambigua: critica algunas de los equivalentes encontrados por la traductora a algunos giros idiomáticos del andaluz, pero reconoce su sensibilidad para el oficio. Todavía no he recibido el volumen, pero si algo puedo decir es que no estarán ayunas de musicalidad estas versiones. Una de las cosas que distingue a Sarah, como poeta, es la sostenida musicalidad de sus versos, cercana a Louise Glück y Mark Strand.

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