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Cuando los caminos de Falkland/Malvinas y el Brexit se cruzan…; por Carlos Malamud

Por Carlos Malamud | 20 de marzo, 2017
Fotografía de Ken Griffiths

Fotografía de Ken Griffiths

[Infolatam]. La noticia saltó con una espectacularidad inusitada, al punto que hasta el Financial Times terminó recogiéndola. Un empresario argentino, multimillonario para más señas, quiere comprar un importante paquete accionarial de la mayor empresa de las Islas Malvinas, el Falkland Islands Holding Group (FIH). El FIH no es una empresa cualquiera, con diversos frentes comerciales, ya que simultáneamente posee una cantidad no desdeñable de tierras en el archipiélago austral (hay quien dice que es el mayor propietario de tierras de Malvinas). Por eso, y con independencia del éxito que pueda o no tener la oferta de Eduardo Elsztein, será interesante ver la reacción de las autoridades británicas en esta nueva coyuntura marcada por el deseo de Theresa May de comenzar a negociar a la brevedad el Brexit con la Unión Europea.

Precisamente, en torno al Brexit se articularon dos ideas fuerza. La primera que el Reino Unido recuperaría plenamente su soberanía una vez consumada su ruptura con Europa. La segunda, derivada de la anterior, que en el nuevo mundo ideal los británicos establecerían una maravillosa relación económica con todas las naciones, presidida por una apertura comercial prácticamente ilimitada. Las primeras reacciones ante la oferta de un ciudadano argentino, empresario para más señas, que no de la Argentina como país, fueron algo contradictorias con las premisas más arriba explicitadas.

Elsztein posee una gran cantidad de centros comerciales, edificios de oficinas y de importantes empresas agrícolas y a través de una sociedad participada, el Dolphin Fund, establecido en Uruguay, envío una carta al FIH para interesarse por las acciones en poder de la familia Rowland. Según fuentes periodísticas habría ofrecido cerca de 37 millones de libras esterlinas, unos 48 millones de dólares, por un paquete accionarial que le permitiría tener un mayor control del FIH. Se da la circunstancia de que Elsztein, a través de una de sus empresas, ya es dueño del 2,34%  de las acciones del FIH.

Si no fuera por el diferendo que opone a la Argentina con el Reino Unido en torno a la soberanía de las Islas Malvinas/Falkland la discusión sería bastante absurda. Que un empresario quiera adquirir nuevas empresas forma parte de la realidad económica cotidiana en buena parte del mundo. En Reino Unido el acceso de los extranjeros a la propiedad inmobiliaria es prácticamente ilimitado. En Argentina, es considerable la extensión de la Patagonia en manos de ciudadanos o empresas no nacionales.

Como se mencionó, la oferta de Elsztein provocó importantes reacciones. Para comenzar, fuentes diplomáticas británicas señalaron que “Por tratarse de un asunto entre dos compañías, el Foreign Office no puede emitir opinión alguna”. Se da la circunstancia de que esta semana llega a Buenos Aires Greg Hands, ministro de Estado de Comercio e Inversión, quien con toda seguridad no sólo “mantendrá una serie de encuentros con los ministros [argentinos],… con quienes analizará diversas medidas para incrementar la inversión y el comercio bilaterales”, sino también abordará las implicaciones del tema.

Por su parte Edmund Rowland, presidente ejecutivo del FIH, ha dicho que no quiere que Dolphin Fund tenga más acciones en su empresa. El Evening Standard, el primer periódico en publicar la noticia, dijo que éste sería un test de importancia para el gobierno de May, que debería decidir si quiere que “empresas extranjeras” se conviertan en propietarias en las islas. Y aquí emergen argumentos del “interés nacional” o de la “seguridad nacional”. Barry Elsby, presidente de la Asamblea Legislativa de Falkland, dijo que “como en cualquier país” verán si esta oferta atenta o no “contra los intereses nacionales”, o como apuntan otras fuentes si el gobierno se vería obligado a actuar en caso de considerar que la intención de Elsztein afecta la “seguridad nacional”.

Es cierto, como sostiene el ex secretario de Comercio Vince Cable que “Los motivos por los que el gobierno puede intervenir en interés público son muy limitados… Pero si se trata de una cuestión de seguridad nacional y algunos argentinos están tratando de tomar las islas por la puerta de atrás, habría que pensar que podría ser un muy buen caso para intervenir”. En esta línea también se manifestó el gobierno isleño, muy preocupado ante esta amenaza potencial, en el comunicado que hizo público y que entre otras cosas dice: “El gobierno sigue monitoreando de cerca la situación de la posible oferta del fondo Dolphin. Cualquier cambio de propiedad propuesto que afecte a los activos mantenidos en las Islas Falkland será examinado para verificar su cumplimiento con la ley de las Islas Falkland”.

Si por un lado la oferta de Elsztein supone un abordaje radicalmente distinto e impensable a lo actuado hasta ahora por Argentina y algunos argentinos, más propensos a las bravatas y amenazas que a formular propuestas constructivas, por el otro las respuestas británicas asombran por el elevado nivel de proteccionismo manifestado. El recurso al interés o a la seguridad nacionales muestran la sorpresa con que pilló el tema a las autoridades del Reino Unido, pero también el escaso recorrido librecambista sobre el que sostuvo en su día la campaña del Brexit. De seguir por este camino el gobierno británico no sólo lo tendrá mal con la Unión Europea, también sufrirá con algunos teóricos socios, potencialmente llamados a compensar las fuertes pérdidas que sufrirán los británicos como consecuencia de su abandono de Europa.

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Carlos Malamud Catedrático de Historia de América de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), de España e Investigador Principal para América Latina y la Comunidad Iberoamericana del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos. Ha sido investigador visitante en el Saint Antony´s College de la Universidad de Oxford y en la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires y ha estado en posesión de la Cátedra Corona de la Universidad de los Andes, de Bogotá. Entre 1986 y 2002 ha dirigido el programa de América Latina del Instituto Universitario Ortega y Gasset, del que ha sido su subdirector. Actualmente compatibiliza su trabajo de historiador con el de analista político y de relaciones internacionales de América Latina. Ha escrito numerosos libros y artículos de historia latinoamericana. Colabora frecuentemente en prensa escrita, radio y TV y es responsable de la sección de América Latina de la Revista de Libros.

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