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¿Cómo han cambiado los hábitos de consumo del venezolano en los últimos años?; por Anabella Abadi

Por Anabella Abadi M. | 27 de abril, 2016

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En 2016, Venezuela cumple 3 décadas con una inflación continua de al menos dos dígitos; y, si bien en 1996 se registró una inflación de 103,2%, en 2015 se alcanzó un nuevo máximo histórico de 180,9%. En el caso de los alimentos, la inflación cerró en 315,04% en 2015, impactando con mayor fuerza en los estratos con menores ingresos pues los que destinan una mayor proporción de sus ingresos a la compra de alimentos.

Lo anterior se traduce en una evidente caída en el poder adquisitivo de los consumidores. Según la Encuesta de Condiciones de Vida UCAB-UCV-USB de 2015, 87% de los encuestados consideraron que su ingreso era insuficiente para la compra de alimentos. Por su parte, las cifras oficiales muestran un importante aumento de la escasez: en 2005, el índice de escasez promedió 7,9%, mientras que en enero de 2014 —última cifra oficial publicada por el BCV— llegó a 28%. A pesar del retraso de más de dos años en la publicación del indicador de escasez, la cotidianidad hace más que evidente que la disponibilidad de bienes y servicios —locales e importados— ha caído de manera sustancial, tanto en la red privada como pública. Esto, sumado a la alta inflación, se ha traducido en una caída en el consumo y en la calidad de lo consumido.

En medio de una crisis económica con niveles históricos de inflación y de escasez, no podemos sino esperar un cambio en los hábitos de consumo; y estos cambios son generados por el impacto que las distorsiones económicas tienen sobre los incentivos de consumo.

Principales cambios en los hábitos de consumo

La crisis económica que atraviesa Venezuela se ha traducido en una clara contracción de los mercados: la competencia entre vendedores fue sustituía por competencia entre compradores. Esto, sumado a la cada vez menor capacidad de compra del venezolano promedio, se traduce en importantes cambios en los hábitos de consumo. Aunque el impacto difiere entre los distintos estratos socio-económicos, es indudable que se ha registrado una caída dramática en el estándar de vida del venezolano.

1. Endeudamiento. El venezolano ha tenido que recurrir al endeudamiento para intentar llevarle el ritmo a la inflación. Entre diciembre de 2011 y diciembre de 2015, la inflación acumuló 787,8%, mientras que las carteras de créditos al consumo en cuotas aumentaron 528,0% y las de tarjetas de crédito aumentaron 1.230,2%.

2. Búsqueda de fuentes informales de ingresos. Según los últimos datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística disponibles, en diciembre de 2015 el desempleo era de apenas 6%. Pero la informalidad albergaba a 5.273.343 venezolanos: 4 de cada 10 empleados. Aún más, la data oficial no parece reflejar el número de personas que, formando parte del mercado formal, deben tener un segundo y tercer empleo —muchas veces, informal— para poder complementar su ingreso familiar. Incluso, se reportan varias modalidades de emprendimiento a pequeña y mediana escala.

3. Acopio doméstico. El venezolano trata de proteger el valor de su trabajo y calidad de vida mediante el adelanto de compras y el acopio doméstico: el inventario actual del consumidor de un producto excede al inventario de períodos anteriores. Mientras la población tenga la expectativa de que un producto se mantendrá escaso por un período largo, tendrá más incentivos a aumentar sus reservas de este producto e incluso a disminuir su consumo, tal y como ocurre en períodos de conflictos bélicos[1]. La Encuesta Ómnibus Datanálisis de febrero 2016 muestra que la escasez en los supermercados de Caracas se ubicó en 82,3%, mientras que la escasez en los hogares fue de 41%.

4. Las compras tardan horas. Los mecanismos de racionamiento para la asignación de productos escasos —aquellos con mayor demanda que oferta— generan colas. En este sentido, la larga espera para comprar productos regulados en los supermercados y abastos dejó de ser la excepción y pasó a ser la regla. Según Datanálisis, en 2008, un venezolano promedio adquiría bienes esenciales cada 10 días; pero, para febrero de 2016, las compras se realizaban cada 3 días, debían visitar al menos 4 locales y las colas fueron de —en promedio— 5 horas.

5. “Dieta de sobrevivencia”. Los resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida UCAB-UCV-USB de 2015 reflejan que las compras de alimentos se concentran en las calorías más económicas. La proteína animal es un alimento de lujo y el 40% de la canasta de alimentos está conformada por harina de maíz, arroz y pastas. Además, se hace referencia a una “dieta de sobrevivencia” en la que pocos alimentos aportan las calorías de la dieta. “Los factores que previenen enfermedades crónicas tipo Obesidad y Diabetes tipo 2, como una dieta adecuada y realizar ejercicios, no están al alcance de la mayoría”. Es importante precisar que en 2015 la distribución de alimentos en redes públicas cayó –según cifras oficiales 24,72%.

6. Caída en las ventas formales. Se ha reportado caída en las ventas en prácticamente todos los sectores, en parte por fallas en el abastecimiento de insumos para producir y, por otra parte, debido a la caída del poder adquisitivo del venezolano. Según la Encuesta Industrial del IV Trimestre de 2015 realizada por Conindustria, cerca de 65% de los encuestados reportó caída en sus ventas. En octubre de 2015, El Nacional también reportó que vendedores informaron que la caída en ventas era superior al 70%, aunque la magnitud de la caída variaba dependiendo del comercio. Vale aclarar: la data oficial del volumen de ventas comerciales del BCV no se actualiza desde septiembre de 2013.

7. Repunte del mercado informal. Los mercados negros parecen conformar una creciente estructura comercial: aunque a precios muy superiores a los llamados “precios justos”, ofrece productos que difícilmente se consiguen en los mercados formales sin que esto conlleve visitar múltiples establecimientos y hacer numerosas horas de cola. Las medidas tomadas por el gobierno central para intentar atacar el problema de las colas y de los revendedores no parecen haber mermado la presencia de bachaqueros en las colas de los supermercados: en julio de 2015, Datanálisis reportó que 70% de las personas que hacían colas eran bachaqueros. Resalta y preocupa que en abril de 2016 la Federación Farmacéutica de Venezuela reportó una escasez de medicinas de 85%, y los venezolanos están recurriendo cada vez más a las donaciones y trueques vías redes sociales o mensajerías de texto.

8. Menos tiempo y dinero para esparcimiento. El esparcimiento y cultura –parte de la canasta básica del venezolano– se ha visto reducido por la caída en el ingreso real del venezolano, y el menor tiempo disponible dadas las horas que se deben dedicar a nuevos trabajos e incluso a hacer las compras del hogar. Por ejemplo, en la temporada de vacaciones escolares de 2015, la Asociación Venezolana de Atracciones y Parques (Avapa) reportó una caída de entre un 15 y 20% de las visitas a los parques temáticos –respecto a 2014– por el aumento en los precios de las entradas. Y ahora, tras la restricción de los horarios a centros comerciales en febrero de 2016, el número de visitantes ha mermado –en promedio– 15%.

Comentarios finales. La crisis económica ha obligado a todos los venezolanos a adaptar sus hábitos de consumo para intentar sobrellevar las dificultades que la alta inflación y la creciente escasez generan en su cotidianidad. Las soluciones planteadas por el gobierno central han mostrado estar lejos de resolver el problema. Por el contrario, crean distorsiones que empeoran el problema.

Los resultados de la política económica que ha mantenido el gobierno central durante los últimos años tendrán un peso importante en la economía en los próximos años. Los cambios en la alimentación, así como el aumento de la pobreza, han cambiado los hábitos de consumo del venezolano, lo que afectará las expectativas y las decisiones de la sociedad venezolana en los próximos años.

[1] Ronald Stiff, Keith Johnson, and Khairy Ahmed Tourk (1975),”Scarcity and Hoarding: Economic and Social Explanations and Marketing Implications“, in NA – Advances in Consumer Research Volume 02, eds. Mary Jane Schlinger, Ann Abor, MI: Association for Consumer Research, Pages: 203-216.

Anabella Abadi M. Economista egresada de la UCAB y Especialista en Gobierno y Gestión Pública Territoriales (PUJ, 2011). Profesora en la UCAB, y Analista de la Unidad de Investigación y Análisis de ODH Grupo Consultor.

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