Perspectivas

‘Cargando marrones desde El Páramo…’; por Ronald Balza Guanipa

Por Ronald Balza Guanipa | 26 de enero, 2017
Nelson Merentes (Izq.) y Ricardo Sanguino (Der.)

De izquierda a derecha: Nelson Merentes y Ricardo Sanguino

La sustitución de Nelson Merentes por Ricardo Sanguino en la presidencia del Banco Central de Venezuela (BCV) merece más de un comentario por el contexto y el procedimiento. Sin embargo, en lugar de abundar sobre los graves asuntos constitucionales, en el financiamiento del gasto público utilizando bolívares y dólares de las reservas internacionales, en los avales explícitos dados al gobierno por medio de convenios cambiarios y en el ocultamiento de cifras e informes oficiales, estas líneas se dedican a la ampliación del cono monetario. Un asunto que debería ser irrelevante pero que, por no serlo, da cuenta de la ruina del ente que enorgullecía a los economistas venezolanos.

El impacto del retraso en la ampliación de cono y, luego, de la anunciada anulación del billete de 100 bolívares, puede ilustrarse de muchos modos. Sirva para ello un manuscrito, fotocopiado en una entidad bancaria de Valera como un favor a su autor, titulado “Cargando marrones desde El Páramo para el Pueblo de La Puerta”. Los marrones son los billetes de 100 bolívares que intentaron depositar en bancos muchas personas, luego del primer anuncio presidencial de su anulación. Con permiso del Sr. Francisco Abreu se reproducen a continuación las tres páginas de su libreta.

1. “… de tanto contar billetes…”

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Página 1 del manuscrito “Cargando marrones desde El Páramo para el Pueblo de La Puerta” (2006), de Francisco Abreu

La reconversión monetaria de 2008, entre muchas fallas, no incluyó una regla de actualización del cono monetario. Había cómo hacerlo. Un artículo titulado UK currencyneeds in the 1980s, publicado por Payne y Morgan en 1981, sugería una regla heurística simple, denominada Métrica-D: un modelo en el que se calcula la estructura óptima del cono monetario en función del salario medio diario. El Fondo Monetario Internacional la explicó en The design and printing of bank notes: considerationswhenintroducing a new currency, publicado en 1995. El Banco de la República de Colombia publicó trabajos que la utilizaban, como La Demanda de Especies Monetarias en Colombia: Estructura y Pronóstico, de 2004. Una búsqueda rápida en Google da cuenta de su estudio en Irán, India, Jamaica y Nueva Zelanda, entre otros países. Pudo hacerse en Venezuela. Si el billete de mayor denominación debía equivaler a la sexta parte del salario promedio mensual, en mayo de 2016 el BCV debía preparar la emisión del billete de 5.000 bolívares. Era previsible que en dos años, de continuar la tendencia de aumentos salariales decretados por el gobierno, habría sido necesario un billete de 20.000 bolívares.

Retrasarse tendría sus costos. Uno, para los usuarios. Para un pago de 5.000 bolívares tendría que contar 50 billetes de bolívares 100, o 100 de bolívares 50, o 1.000 de bolívares 5, o cualquier combinación incómoda, pesada y riesgosa.

2. “… ya el marrón no valdría nada…”

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Página 2 del manuscrito “Cargando marrones desde El Páramo para el Pueblo de La Puerta” (2006), de Francisco Abreu

El 16 de mayo de 2016, desde la Comisión Permanente de Finanzas, el diputado José Guerra propuso al BCV actualizar el cono monetario ante una tasa de inflación que calculó en 3.486% entre 2007 y abril de 2016. Su propuesta, que incluía la emisión de nuevos billetes de 5.000, 2.000, 1.000, 500 y 100 bolívares, fue aprobada el 8 de junio de 2016 por la Comisión. Sin embargo, los diputados Ramón Lobo y Carlos Gamarra salvaron su voto en representación del Bloque de la Patria que conforma la coalición oficialista del Gran Polo Patriótico.

Sólo el 4 de diciembre de 2016 el BCV anunció que desde el 15 de diciembre de 2016, “de manera progresiva, seis nuevos billetes y tres monedas se sumarán al actual cono monetario[:] los nuevos billetes de bolívares 500, bolívares 1.000, bolívares 2.000, bolívares 5.000, bolívares 10.000 y bolívares 20.000 [y las monedas] de bolívares 10, bolívares 50 y bolívares 100”. Según el BCV, estos nuevos billetes “vienen a complementar a la actual familia y coexistirán con los que se encuentran en circulación”. Sin embargo, el BCV no manifestó desacuerdo luego de que el Presidente de la República ordenara el 11 de diciembre de 2016 “la salida de circulación de los billetes de cien bolívares a partir del próximo martes y durante tres días, los cuales serán sustituidos por las monedas de igual denominación”. Las prórrogas fueron unilateralmente dadas por el Ejecutivo, luego de severos perjuicios causados a la población. Perjuicios que no pueden justificarse con la ampliación del cono.

No era necesario sacar de circulación el billete de bolívares 100, ni sustituirlo por una moneda equivalente. Para diciembre de 2016 el BCV reconocía la circulación de 3.342.850.000 de monedas de distintas denominaciones, ninguna de las cuales conservaría la familia actualizada. La inflación acabó con el poder de compra de estas piezas, que costaron divisas, tiempo, trabajo y metal. Sin retirarlas el BCV, fueron fundidas o sólo se perdieron. Acuñar monedas en períodos inflacionarios es un desperdicio. Menos cuando durante el mes de diciembre de 2016 el BCV puso a circular 217.800.000 de billetes nuevos de 100 bolívares, que llevaron a 4.901.320.000 las piezas nuevas de esta denominación que compró en 2015 y 2016 y que tuvo dificultades para pagar y trasladar.

Peor aún, el número de piezas necesarias de haberse hecho oportunamente la ampliación del Cono era sustancialmente menor. A partir de un estudio no publicado (2003) de José Guerra para la Vicepresidencia de Estudios del BCV, titulado Consideraciones sobre la vigencia del cono monetario y la reforma monetaria, es posible deducir una condición para calcular el número mínimo de billetes de cada denominación necesarios para que cada billete pueda ser cambiado por billetes de la siguiente denominación, sin que sobre o falte ninguno. Así, cada billete de 20.000 bolívares podría cambiarse por dos de 10.000 bolívares, y cada billete de 5.000 bolívares por cinco de 1.000 bolívares. Esta condición de no redondeo debe considerarse con cuidado, porque pasa por alto aspectos importantes. Sin embargo, es sugerente. En diciembre de 2016 el BCV expresaba 816.870,6 millones de bolívares en billetes con 13.246,3 millones de piezas, de las cuales 6.253,5 millones eran billetes de 100 bolívares. Con la familia ampliada y aplicando la condición de no redondeo, la misma cantidad de dinero podía expresarse con 1.056,8 millones de piezas, requiriéndose 127,6 millones de piezas de 100 bolívares. El cálculo ilustra las consecuencias de atrasar la actualización del Cono y de pretender sustituir billetes de los que hay en exceso por monedas inexistentes, costosas y condenadas a la destrucción en un ambiente inflacionario.

3. “Ojalá y después de ésto se vea el queso a la tostada…”

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Página 3 del manuscrito “Cargando marrones desde El Páramo para el Pueblo de La Puerta” (2006), de Francisco Abreu

En su nota de prensa, el BCV dijo haber realizado “estudios técnicos, que emplean también otros bancos centrales, para determinar el conjunto óptimo de denominaciones que requiere la economía nacional”. Telesur lo citó afirmando que “la ampliación del cono monetario hará más eficiente el sistema de pagos, facilitará las transacciones comerciales y minimizará los costos de producción, reposición y traslado de especies monetarias, lo que se traducirá en beneficios para la banca, el comercio y la población en general”.

Sin embargo, ni el BCV ni los medios oficiales explican el retraso en la “optimización” del Cono ni la prisa por destruir billetes, ni las dudas que producen prórrogas sucesivas con nuevos plazos imposibles. Si en lo más simple no se le ve el queso a la tostada, en lo más complejo tampoco podrá verse. Y sin unificación cambiaria, disciplina fiscal e información detallada y oportuna, ya son muchos los que ni si quiera ven la tostada.

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Ronald Balza Guanipa 

Comentarios (3)

Jorge Hernández
27 de enero, 2017

Buen artículo Ronald…

Elbano
27 de enero, 2017

El “iva” es un impuesto

@manuhel
28 de enero, 2017

En Boconó, la montaña vomitó billetes de 100 en cantidades tan exageradas que sorprendió a los lugareños.

Quién se iba a imaginar que había tanta plata en la montaña, era un decir, entre los concurrentes al mercado de tiscachí.

Lástima que no se haya documentado (que yo sepa) gráficamente este episodio.

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