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Ben Affleck vs. Batman, por Nelson Algomeda

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En Internet parece que los fanáticos de Batman de todo el mundo quisieran ver la cabeza de Ben Affleck en una estaca. La de él y la de los culpables de elegirlo como el nuevo Batman cinematográfico en el proyecto Batman vs. Superman. El cásting del actor de 41 años ha enfurecido a la fanaticada del superhéroe y ha inundado las redes sociales (por ejemplo, hashtags como #Batffleck y #BatmanBetterThanBenAffleck) con vituperios y negativas hacia la inclinación del director Zack Snyder por el bostoniano.

Para el momento en que se publica este post ya hay más de treinta peticiones a Change.com solicitando a Warner Bros. que remuevan al actor. También una encuesta on-line de Variety revela un 77,12% de encuestados que piensan que es una mala idea. Y aún así, ecos de esta queja han sonado en el pasado (sólo que con distintos nombres y distintas películas), mientras que aspectos más importantes han sido sorteados a causa de escándalos de este tipo, terminando en una amarga y común consecuencia: los fanáticos decepcionados y los ejecutivos un dígito más enriquecidos.

¿Cuáles son las otras aristas posibles que pueden observarse en medio de esta discusión por un actor y un personaje, por una máscara y su (justificado) portador?

Como fanático de Batman y del cine, al conocer la noticia sentí una callada pero invasiva indignación, que sólo después de unas horas comprendí que estaba mal canalizada y en general infundada. Como a muchos otros espectadores, el nombre de Affleck vinculado con este proyecto detonó una serie de imágenes y nombres del pasado que auguraron signos de catástrofe inmediata por doquier: DaredevilGigliDaredevilSobreviviendo a la Navidad, DaredevilPearl Harbor y, por supuesto, Daredevil. La pésima recreación del héroe de Marvel y la igualmente terrible interpretación de Affleck no han sido olvidadas por los fans. Y parece un argumento suficiente para tumbar a Affleck, siempre tildado de jock estúpido y contrapartida masculina en derivativas comedias románticas.

Su carrera como actor ha tenido este estigma desde que debutó para Richard Linklater en Dazed and Confused como un repitiente bully y tarado, y el actor tampoco ha sido vehemente en reformar esa percepción. Además, puede decirse que sería mucho más provechoso para los fanáticos de Affleck (aunque no necesariamente para el actor) verlo trabajar más en su faceta como escritor y director, donde ha demostrado calidad en trabajos como Good Will HuntingThe Town Argo.

A pesar de esto, sigue siendo exagerado atacar ciegamente a Affleck por aceptar el rol, por un número variado de razones.

Primero, la fúrica reacción en contra de un actor que los fanáticos no creen digno de calzar la capa de un personaje ficticio ha tenido resultados mixtos en el pasado. Los indignados piden la cabeza de su objeto de ira hasta que la obtienen, a menos que les falte la razón al final y entonces todo pasa al conveniente olvido. Cuando Michael Keaton fue elegido por Tim Burton para su primera aproximación al hombre murciélago, no faltó quién anunciase el fracaso absoluto de un Batman interpretado por un actor hasta entonces identificado con comedias y que físicamente no tenía ningún paralelo con el apuesto millonario Bruce Wayne. De igual manera, la escogencia de Heath Ledger como el Joker en The Dark Knight fue vista como una cuchillada frontal a todo fanático del cómic. Todos acusaban al actor de A Knight’s Tale y 10 Things I Hate About You de masacrar con su pinta de niño lindo a uno de los villanos más queridos de la historia de los cómics. Y Robert Downey Jr., todavía envuelto en una maraña de rehabilitaciones y paseos por la cárcel, era para muchos el peor Iron Man que Hollywood podía haber imaginado.

Sin embargo, todas las interpretaciones mencionadas recibieron la merecida aclamación de la crítica y el público. Y, por supuesto, la pulitura del súbito agrado enterró toda duda sostenida sobre sus capacidades como actores de pagar respeto a las expectativas de los fans. Pero recordar que tales cástings dudosos probaron ser grandes apuestas puede ayudar a mitigar un poco la ciega molestia hacia Affleck y así poder atender con mayor apertura otros detalles, unos esperanzadores y otros más preocupantes aún, sobre el proyecto que lo enmarca.

Debemos tomar en cuenta que la calidad de una película no descansa sólo en su protagonista central, sino en un elenco secundario que puede ser magistral, un director con una visión interesante o un guión excelente, entre muchos otros factores. Y detrás de Batman vs. Superman está justamente más de una razón para darle crédito al proyecto: Christopher Nolan y David S. Goyer, padres de la adorada trilogía del Caballero Oscuro, repiten como productor y escritor respectivamente, acompañando a Zack Snyder. Aunque no debemos olvidar que este mismo equipo estuvo detrás de la no tan bien recibida El Hombre de Acero, la más reciente versión de Superman protagonizada por  Henry Cavill.

Como espectadores y fanáticos de un cine comercial de calidad, es posible que haya tópicos más problemáticos que trascienden la elección de Affleck, una decisión que sólo podrá ser juzgada luego de terminada la película. En principio, ¿por qué lanzar otro proyecto sobre Batman cuando apenas acaba de terminar una notable y bien recibida trilogía sobre el héroe de Ciudad Gótica? ¿Cuáles son las motivaciones detrás de la actual tendencia hollywoodense de reciclar tan rápido como se pueda a los mismos héroes con las mismas fórmulas? Las razones no parecen estar en el beneficio de las películas de superhéroes. Si hubiese un verdadero interés por el género y su fanaticada, ¿por qué no alimentar el abanico dándole oportunidad a La Mujer Maravilla, Flash, Deadpool, Dr. Strange, o cualquier otro? ¿Por qué monopolizar el género con mash-ups de este tipo? La respuesta equivale a perpetuar secuelas, asegurar ingresos y homogeneizar la oferta con productos ya conocidos y probados. Éste podría ser un tópico de reflexión mucho más relevante que la especulación sobre si Affleck dará la talla o no.

Puede que Affleck sea efectivamente una mala elección o que la dupla Nolan-Snyder vuelva a deslumbrarnos y saquen lo mejor del actor. Queda por verse. Pero así como existieron candidatos improbables que elevaron las expectativas y las superaron, también debemos recordar los cástings seguros que resultaron en tragedia (muchos parecen haber olvidado a Val Kilmer y George Clooney). El derecho a cuestionar apasionadamente al cine debe ejercerse con cuidado, prestando atención a las fichas que se mueven a contracorriente de nuestro deseos de cinéfilos, pero a favor del bolsillo de los ejecutivos. Descargar contra Affleck es quedarse en la caja pequeña: hagámonos esas preguntas incómodas a las que Hollywood le tiene más miedo. Y luego, cuando llegue la hora, podremos emitir un juicio pagando nuestro tícket.