Perspectivas

¡Argentina va a la Final! La toma del obelisco; por Laura Merino #Brasil2014

Por Laura Merino | 10 de julio, 2014
Fotografía de Hernán Zenteno [La Nación]

Fotografía de Hernán Zenteno [La Nación]

Veinticuatro años de espera puede sonar a tiempo largo pero para un país que transpira fútbol veinticuatro años es una eternidad. El conjuro que devolvía a los argentinos a casa antes de tiempo finalmente se había roto. Y no se había roto un día cualquiera: se rompió el 9 de julio, el día de la Independencia Argentina.

Luego del gol de Maxi Rodriguez, que definiría la victoria de Argentina en penales, hubo un estallido ensordecedor. ¡Ganamos, carajo! ¡Ganamos! Las caras enrojecidas –por tanto grito, por tanto llanto– se iban asomando por las ventanas del barrio porteño de la Recoleta. No hay de otra: un triunfo así se comparte con los propios y con los ajenos. Guiños cómplices, cantos al unísono, revoleo de camisetas, fuegos artificiales desde los balcones y un largo etcétera de gestos de euforia se adueñaron de ese instante.

Pero tanta alegría no cabe en un apartamento, ¡no cabe en cien apartamentos! Buenos Aires rebosa de algarabía. Minuto a minuto la calle se va llenado de gente, de argentinos que como río se encauzan hacia un destino claro: el Obelisco.

¡Argentina va a la final! La toma del obelisco; por Laura Merino 640aPara los habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Obelisco, ubicado en el microcentro porteño, es un lugar emblemático de manifestaciones, sean de celebración o de protesta; un ícono en torno al cual se hace vida en la ciudad.

El recorrido hasta el Obelisco es similar desde diferentes barrios. Grupos de caminantes van entonando las canciones que sostuvieron el ánimo durante todo el partido y que ahora cobran más sentido con la victoria. El país se crece, se potencia, se hace uno en cada canto; unos van con el “Brasil decime que se siente tener en casa a tu papá” mientras otros prefieren el “Vamos, vamos, Argentina, vamos, vamos a ganar, que esta banda quilombera no te deja de alentar”.

El paisaje se repite mientras te acercas a destino: rostros albicelestes, cotillón de celebración y cientos de hombres y mujeres con camisetas de la selección ondeando banderas de todos los tamaños. La gente documenta todo: selfies, videos, mil fotos por segundo. Los que van a pie no se conforman con las veredas: toman la calle, se mezclan entre los autos que tocan bocina y avanzan lento, siempre dando paso a sus pedestres compatriotas.

No hay prisa cuando ya te sabes ganador.

Vendedores ambulantes de banderas hacen su agosto con modelos de gran escala a 100 pesos. Tienen el tamaño justo para llevarlas de capa. Un gesto que no es casual, porque al fin y al cabo hoy todos los argentinos se saben héroes. Todos son titanes como Sergio Romero y Javier Mascherano, dos nombres que se oyen una y otra vez mientras recorres las calles. El hincha lo sabe y lo comenta: fueron ellos los que cargaron al país en sus hombros. El susurro se completa con alabanzas a Messi y a Maradona, que nunca podrían faltar.

Anochece y la fiesta avanza. Mientras más cerca se está del Obelisco más se vive la euforia. Es común ver chicos jóvenes que han tomado semáforos como su bastión y desde cuyas copas ondean banderas. En la intersección de la avenida Corrientes y la 9 de Julio hay un Cristo de Corcovado inflable que llama la atención de muchos, recordando que el día previo la némesis histórica había sido vencida 7 a 1 y que Argentina irá a la final en suelo carioca. No les cabe la felicidad.

Se ven algunos puestos improvisados de choripanes y cervezas, íconos también de la celebración nacional, pero no llaman demasiado la atención. Lo que importa es cantar hasta quedar afónico, unirse a los que saltan abrazados, seguir a los que van con bombos dictando el ritmo de la victoria.

Esta noche Buenos Aires saborea un triunfo que tardó veinticuatro años en llegar. Y sabe a gloria.

***

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Laura Merino 

Comentarios (2)

rafael cubillan b
10 de julio, 2014

hagamos un reconocimiento a tantos seguidores de la selección argentina que durante los penalties (penales ) se encerraron en un cuarto evitando el infarto y seguían los resultados por los gritos de sus amigos…son los que mas disfrutaron

Ana María Aldana
10 de julio, 2014

Amé y disfruté tu crónica. Espero la del domingo.

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