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Venezuela: ¿apostar al precio del petróleo como política económica?; por Bárbara Lira

Apostar al precio del petróleo como política económica; por Bárbara Lira 640

Fotografía del archivo del diario El Carabobeño.

Nicolás Maduro, en días recientes, le ordenó al presidente de PDVSA llevar a cabo una gira por los países OPEP y no OPEP con el objetivo de incrementar los precios del petróleo.

Si bien para Venezuela el aumento del precio del petróleo sería una muy buena noticia, es preocupante que éste sea el plan plan propuesto desde el Ejecutivo para mejorar situación económica.

La inacción ha sido la principal característica de la política económica del Gobierno de Nicolás Maduro: no abundan medidas concretas que generen la estabilidad macroeconómica necesaria para fortalecer el aparato productivo y superar el rentismo.

Con una economía en recesión, inflación de tres dígitos, serios problemas de abastecimiento y elevados compromisos de deuda por cumplir, la Presidencia le ordenó a Eulogio del Pino iniciar una gira “inmediata, relámpago y concreta” para coordinar acciones que permitan poner los precios del petróleo “donde deben estar”.

Los precios del crudo pasaron de promediar US$/b 88,42 en 2014 a US$/b 44,65 en 2015 y US$/b 24,4 en lo que va de 2016. La caída en los precios es una mala noticia para los ingresos de todos los productores de petróleo en el mundo. Sin embargo, ninguna otra economía petrolera del mundo enfrenta una situación económica tan dura como la venezolana.

Es evidente que la situación del país, del gobierno y de PDVSA sería más llevadera con precios petroleros más altos, pero apostar al alza del precio del crudo no es el mejor plan para la recuperación económica. Y las razones pueden dividirse en elementos externos y elementos internos.

Elementos externos

Naturaleza volátil. Los precios del crudo son una variable volátil por naturaleza. Son innumerables los factores que continuamente afectan la oferta y a la demanda de crudo, incluyendo aspectos técnicos, geopolíticos y hasta expectativas sobre el futuro.

Predecir el comportamiento del precio del petróleo es prácticamente imposible, como evidencia este gráfico donde la línea negra representa el precio del petróleo y las otras líneas representan las estimaciones de diferentes agencias de energía.

Gráfico 1. Precios del petróleo (WTI) y estimaciones:

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Haga click sobre el gráfico para ampliarlo.

¿Pero subirá el petróleo? No está a la vista un aumento sustantivo de precios. Según coinciden la mayoría de los analistas, la caída de precios que empezó a mediados de 2014 estuvo impulsada por un aumento en la oferta de crudo que se sostuvo mientras el crecimiento de la demanda ha sido relativamente débil. Y estos elementos siguen siendo determinantes para 2016.

Hasta 2015 la oferta petrolera se expandió notablemente desde Canadá, Estados Unidos, Rusia y otros países no OPEP, pero también desde la OPEP como Angola e Irak. Este organismo reporta que la oferta petrolera mundial pasó de 90,09 millones de barriles diarios (MMBD) en 2013 a 94,7 MMBD en 2015: un aumento de 4,6 MMBD en dos años.

Durante el mismo periodo (2013-2015), la demanda petrolera pasó de 90,2 MMBD a 92,92 MMBD, un crecimiento de 2,7 MMBD en dos años. Las economías desarrolladas (y especialmente la economía China) mostraron desempeños más débiles que los esperados. La OPEP estima que en 2015 hubo una sobreoferta de cerca de 2 MMBD que se acumularon en inventarios.

Para 2016, hasta ahora, no se espera una gran recuperación del precio del crudo.

Por el lado de la demanda, no se prevé una aceleración en el crecimiento de las economías desarrolladas ni de China que impulse al alza la demanda de crudo. Sin embargo, hay que considerar que los precios bajos sí pueden impulsarla un poco. Por el lado de la oferta, hasta ahora se ha logrado mantener el volumen de producción global a pesar de los menores precios, pero es necesario cuestionar si los niveles registrados en enero (los más bajos desde 2003) pueden ocasionar la salida de producción de campos costosos o promover las acciones coordinadas para recortar la oferta. Por ejemplo: el 28 de enero se registró una recuperación puntual del precio ante el anuncio de un posible acuerdo entre la OPEP y Rusia. En dirección contraria, está por verse cuál será el efecto de la incorporación de Irán al mercado tras el levantamiento de las sanciones.

Dificultades. Los países productores tienen dificultades para llegar a acuerdos en defensa de los precios. A pesar de que a los productores del mundo les favorecerían mayores precios, la experiencia reciente ha probado lo difícil de alcanzar acuerdos de recorte. En particular para la OPEP, cuya producción representa 34% de la oferta global de crudo, hacer recortes significa para cada país miembro correr el riesgo de que los barriles que dejen de colocar en el mercado sean sustituidos por barriles provenientes de los muchos otros productores que están fuera de la organización (e incluso por algunos que están dentro).

Venezuela, cuya producción representa un 3% de la oferta del mundo, ha buscado la convocatoria de reuniones extraordinarias de la OPEP y otros países productores para la defensa de los precios. En enero de 2015, por ejemplo, Maduro emprendió una gira por Rusia y el Medio Oriente con el objetivo explícito de la recuperación de los precios del crudo.

Hay que recordar que la experiencia reciente no resultó en acuerdos de recorte ni en alza de precios.

Elementos internos

Las causas. El origen de la crisis no está en la caída de los precios petroleros. La recesión, la aceleración de la inflación y los problemas de abastecimiento en Venezuela empezaron antes de la caída de los precios del crudo.

Durante el primer semestre de 2014, aún con el barril valorado cerca de los cien dólares, ya se hacían evidentes las consecuencias del deterioro acumulado del sector productivo, tanto privado como público.

La caída del crudo sólo empeoró considerablemente la situación.

Aunque varios voceros del Ejecutivo nacional ahora hablan de la necesidad de impulsar el sector productivo, del agotamiento del modelo rentista y de la coyuntura actual como oportunidad para el desarrollo de sectores distintos al petróleo, en lo concreto son pocas las acciones de política económica que se han tomado para mover al país contundentemente en esa dirección.

Las medidas ausentes. No abundan las medidas concretas que generen estabilidad macroeconómica, que garanticen la independencia del Banco Central de Venezuela para frenar el financiamiento monetario del déficit que ha acelerado la inflación, que simplifiquen y hagan transparente el acceso a las divisas ni que promuevan la revisión de los controles de precios que estén atentando contra la sostenibilidad de la producción.

Todas éstas, entre muchas otras políticas, son indispensables para recuperar la producción local. Una meta que, es importante acotar, no se alcanza en el corto plazo.

Entre las diversas opciones también está el aumento de la capacidad de producción petrolera. El crecimiento de los ingresos de la Nación podría depender no sólo de que haya un aumento de los precios, sino de que se decidan a aumentar los volúmenes exportados. Pero tampoco abundan los anuncios concretos sobre el marco impositivo ni sobre las condiciones de inversión de la industria petrolera, que podría estar favoreciendo aumentos en la capacidad operativa o en la eficiencia de los procesos (tal que mejoraran los márgenes de ganancia al reducir costos, por ejemplo).

En este aspecto, hay que comentar que la última información oficial (correspondiente a 2014) coloca el costo promedio de producción por cada barril de petróleo en 18 dólares. Eulogio del Pino ha comentado que el costo actualmente es de US$/b 13 y, según el presidente de PDVSA, se trabaja en su reducción hasta los US$/b 10.

Es decir: el petróleo venezolano en teoría sigue siendo rentable. Sin embargo, el país necesita divisas para mucho más que cubrir los costos de operación.

La necesidad de divisas. Los severos problemas que enfrenta la economía están en gran parte vinculados con la falta de divisas. Tanto la dependencia de las importaciones (para el consumo final e intermedio) como los compromisos de deuda aumentaron en los últimos años, haciendo mayor la necesidad de divisas mientras los ingresos por exportaciones (95% de los cuales son petroleros) mermaron por el precio del crudo.

A los menores ingresos se suma que también ha mermado el stock de divisas disponibles, tanto en las reservas internacionales como en los fondos de ahorro como el Fonden. O incluso las que pueden obtenerse mediante la liquidación de activos. Por ejemplo: en 2015 se ejecutaron operaciones de swap o venta de oro monetario, ventas de deuda de Petrocaribe y ventas de Derechos Especiales de Giro depositados en el FMI, entre otras liquidaciones de activos con los cuales el país ya no cuenta.

En 2015, las liquidaciones de activos jugaron un rol importante para la disponibilidad de divisas. Entre enero y septiembre de 2015, de los 21.742 millones de dólares que ingresaron en divisas al BCV, 9.586 millones vinieron de aportes de PDVSA y otros 9.475 millones vinieron del mismo BCV.

Aunque Venezuela aún tiene activos para liquidar en los años por venir, se puede inferir que esas operaciones ya realizadas eran las más sencillas de ejecutar.

¿El plan es esperar un aumento del crudo? Hasta ahora, las decisiones sustantivas de política económica han estado paralizadas. Es cierto que la inacción es el resultado de múltiples factores, muchos de los cuales son políticos. Sin embargo, la traducción a la práctica de esa inacción es una apuesta a la recuperación del precio del crudo como vía a la recuperación económica.

Y la gira de Del Pino en búsqueda de acuerdos para defender precios es una señal adicional en esa dirección.

El destino de la economía venezolana sigue dependiendo de una variable particularmente volátil, sobre la cual nuestro país tiene escasa influencia. Esta estrategia no ofrece garantía alguna de éxito, no sólo porque las perspectivas del mercado internacional no apuntan hacia una gran recuperación, sino porque los problemas de la economía nacional tienen un origen mucho más profundo que la caída de los ingresos.