Perspectivas

Alemania (1) – Argentina (0); por Quintín

Por #Perspectivas | 14 de julio, 2014
Fotografía Matthias Schrader (AP)

Fotografía Matthias Schrader (AP)

Después de performances flojas en mundiales a partir de 1990 y de no pasar por años de los cuartos de final, el técnico Sabella había fijado como objetivo estar entre los cuatro primeros. Ese objetivo, sumamente razonable, se cumplió con creces: Argentina fue un muy digno subcampeón y perdió la final en el alargue con el mejor equipo. En el medio pasaron muchas cosas, entre ellas una más explicable desde la sociología que desde el fútbol: la mascheranización de un país. Demasiada gente, desde políticos y comentaristas deportivos hasta personas que nunca se interesaron por el deporte, se convencieron de que ese jugador no solo empeñoso sino lleno de talento era un ejemplo para sus compañeros y para sus conciudadanos. Un ejemplo de un valor tan grande que el equipo debía salir campeón como consecuencia de esa especie de superioridad moral, asociada con el orden defensivo del equipo.

El argumento era endeble, pero del tremendo pesimismo inicial, de los denuestos al entrenador y los jugadores por parte de la prensa y buena parte del público, se pasó casi de un día para el otro (tal vez desde el día en que Argentina le ganó a Bélgica) a un triunfalismo sin matices y se ignoró de nuevo una frase que repetimos varias veces en estas crónicas: que el rival también juega. Al principio, esa frase servía para frenar a los que señalaban errores con una saña digna de mejor causa. Al final, conviene recordársela a los que creían que los alemanes iban a salir a la cancha solo para celebrar la gloria argentina. Y también sirve para calificar este muy buen subcampeonato.

Alemania fue el mejor equipo de Brasil 2014. Como España en 2010 fue el que más y mejor utilizó la pelota, el que más apostó a su posesión y menos precauciones innecesarias tomó para neutralizar a los adversarios. Alemania no tuvo ninguno de los grandes cracks del mundial (Messi, Neymar, James, Robben) y más allá de algunos partidos excelentes de Schweinsteiger, Khedira, Müller, Kroos, Boateng o Lahm, su jugador exquisito es el arquero Neuer. Pero esta generación alemana es de un talento notable. Hay tanto talento en Alemania que el equipo no necesita de un volante dedicado exclusivamente a la recuperación, como les ocurre a selecciones como Argentina, Brasil, Francia, Holanda, Colombia, Uruguay o España, que a veces incluso necesitan dos en ese puesto. Curiosamente, Mascherano solo juega en ese puesto en la selección (y además mejora con Biglia al lado) pero en Barcelona es defensor.

Alemania, como dije hace un par de semanas está hoy a la vanguardia del fútbol y es capaz de ganar los partidos atacando con juego asociado, una idea que muchos entrenadores y que países enteros han dado definitivamente por descartada. Alemania, además, viene preparando este equipo a lo largo de mundiales y eurocopas que no ganó, pero en las que siempre dio pelea para culminar en este merecido cierre de un ciclo que ojalá se prolongue.

Alemania fue mejor equipo que Argentina en el balance del torneo, aunque eso no quiere decir que el partido de hoy haya sido un paseo ni mucho menos. Al contrario: fue más bien parejo y Argentina pudo ganarlo, porque tuvo dos situaciones de gol claras (las que desperdiciaron Higuaín en el primer tiempo y Palacio en el alargue). Alemania, además del gol, pegó un cabezazo en el poste y desbordó varias veces por la derecha aunque estos peligros no fueron netos. Pero fue un partido parejo y es tan obvio que Argentina lo perdió porque sus jugadores estaban más cansados como que estuvo a ocho minutos de ir a los penales.

Pero también fue un partido muy interesante desde la táctica. Alemania salió a tener la pelota con un 4-2-3-1 y Argentina a jugar de contragolpe con un 4-4-2 (notemos que en el mundial en el que tanto se ensalzó la línea de cinco defensores, los finalistas jugaron con cuatro), tratando de tapar la subida de Lahm, de neutralizar el juego alemán por la derecha, de robar la pelota y salir en contraataque. Pero dejó descuidado a Schweinsteiger, que manejó el primer tiempo, utilizó muy bien la pelota y condujo a sus compañeros a asediar a la Argentina. Pero Alemania no creó situaciones claras salvo el cabezazo de Howedes en el palo después de un corner.

En el segundo tiempo, Sabella corrigió el problema Schweinsteiger con el ingreso de Agüero por Lavezzi y la reubicación de Messi más atrás. Alemania tuvo un juego menos fluido, le costó más a Alemania. Pero, además, Sabella demostró que su objetivo no era ir a los penales sino tratar de ganar el partido. Este se hizo muy parejo, el cansancio empezó a ser cada vez más protagonista pero cuando fueron al alargue el equipo argentino estaba agotado. Löw, por su parte, ya había hecho un cambio ofensivo cuando se lesionó Kramer y entró Schurrle, pero también decidió probar con Gotze, que había arrancado como titular el torneo pero perdió el puesto y pareció siempre un jugador liviano y apático.

Justo ese Gotze definió el partido al recibir un pase de Schurrle, pararla con el pecho y definir con un zurdazo magistral. Esos son los imprevistos del fútbol. El gol de Götze llegó cuando parecía que los ataques alemanes tenían cierta vistosidad pero no contaban con el talento necesario para transformar el dominio territorial y el buen uso de la pelota en una jugada contundente. Pero esa jugada apareció y les dio el torneo a los alemanes.

Hay que repetir que pudo no ocurrir. Si Argentina llegaba a los penales y ganaba allí (al final no le daba para más), hoy la Argentina habría cambiado su nombre a Mascherania y la prédica de los medios demostraría que Argentina fue el mejor gracias a Romero, a la baja de Gago y al ingreso oportuno de Demichelis, Biglia y Enzo Pérez. Pero lo cierto es que hoy se vio que a Biglia y a los defensores en general les vendría bien un manejo más pulido y más ambicioso de la pelota (el modelo alemán no es nada malo en ese sentido). No es que Biglia sea un negado, pero su juego, como el de otros argentinos está restringido a quitar como mejor se pueda. Y así, volvemos al tema que dominó el torneo, y es que la Argentina depende en buena medida de Messi a menos que su idea sea ganar por penales, una pelota parada o un error del rival. Hoy, además, Demichelis falló en el gol, y ni Biglia ni Pérez brillaron a gran altura. Pero eso puede pasar, como puede pasar que Messi no diera más al terminar el torneo. Pero el odio por un jugador tan brillante y tan noble como Messi le nubla el entendimiento a más de uno.

A la Argentina le sirvió Messi, que ganó él solo los cuatro primeros partidos y también le sirvió el orden defensivo contra Holanda y Alemania. Pero nunca tuvo las dos cosas, salvo tal vez contra Bélgica, cuando jugó su mejor partido: ordenado y ambicioso al mismo tiempo. Personalmente, no puedo aceptar que el parámetro para medir futuras actuaciones argentinas sea lo de Holanda, cuando un país se convenció de que el método para ganar un mundial era renunciar a la ambición de ganar los partidos y funcionó ese talismán irracional que tanto prevalece en el fútbol y que Alemania vino a desmentir: que jugar mal es lo mejor. Ya tuvimos demasiado de eso y creo que las verdadera conclusión de este torneo es que hay que marchar en el sentido contrario.

Hay una gran tristeza en los jugadores argentinos. No era para llorar, o no es para seguir llorando mucho después del pitazo final: hicieron lo que pudieron y como veo decir a Mascherano en este momento, lo dieron todo hasta vaciarse. No es frecuente ni poco meritorio ser subcampeón del mundo. Y también son meritorias las conductas de los jugadores y el técnico, que supo poner la sensatez en el lugar que se merece.

Por mi parte, estoy agotado pero fue un placer escribir estas crónicas. Agradezco mucho los comentarios, serios, de buen humor y de gran pertinencia futbolística. Espero volver dentro de cuatro años o en cualquier momento.

Posdata: Veo a un energúmeno exigirle retrospectivamente a Messi que tuviera “rebeldía” y ganara el partido. Qué hijo de puta. El tipo no se da cuenta de lo agotado que estaba Messi, tanto como sus compañeros. Lamentablemente, no es el único. Esta gente es nefasta y perversa. Salen subcampeones (Lo que nunca hubieran imaginado) y ya están buscando culpables por no ser campeones.

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