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6 claves: ¿Venezuela está al borde de una hiperinflación?; por Anabella Abadi M. y Richard Obuchi

Por Anabella Abadi M. y Richard Obuchi | 23 de marzo, 2015
¿Venezuela está al borde de una hiperinflación 6 respuestas a 6 preguntas; por Anabella Abadi M. y Richard Obuchi 640

“En 2008, la inflación de Zimbabue fue de 2.600,2% mensual. Para 2009, se permitió el uso de divisas como forma de pago”

1. ¿Qué se entiende por hiperinflación? La inflación es el incremento de los niveles de precios en la economía. La teoría más ampliamente aceptada vincula este resultado con el crecimiento de la masa monetaria (es decir: el dinero que circula en una economía) sin que se dé un aumento al menos proporcional de la oferta de bienes y servicios o general de los niveles de actividad económica.

Según Végh (1992), la tasa de inflación no es inherentemente propensa a acelerar, pero si lo hace encuentra un nuevo punto de equilibrio. Así que, cuando la tasa oscila libremente, antes de acelerar de manera exponencial en un período de más o menos 6 meses, se dice que estamos en presencia de una hiperinflación. Un concepto frecuentemente empleado para definir condiciones de hiperinflación es el criterio establecido por Cagan, quien planteó que los períodos de hiperinflación son aquellos en los cuales la tasa de inflación mensual se mantiene por encima de 50%.

La hiperinflación terminará cuando la inflación mensual se ubique por debajo de 50% y se mantenga ahí durante al menos un año. (Kiguel y Liviatan, 1995)

2. ¿Cuál suele ser el origen de la hiperinflación? Los primeros casos de hiperinflación en el siglo XX se dieron en Alemania (1920-1923), Austria (1921-1922), Hungría (1923-1924), Polonia (1921-1924) y Rusia (1922-1924). Su origen: el fuerte financiamiento vía emisión monetaria de los déficits fiscales generados por los fuertes costos de reconstrucción y los pagos por reparaciones de guerra resultantes de la Primera Guerra Mundial. Tras la Segunda Guerra Mundial, se registraron hiperinflaciones en Hungría (1945-1946) —nuevamente—, Grecia (1942-1945) y China (1947-1949).

La primera hiperinflación no relacionada con guerras extranjeras, guerras civiles o revoluciones políticas se registró en Bolivia en la década de 1980. En este caso, el origen del problema fue una reducción súbita y significativa de la disponibilidad de financiamiento extranjero que se tradujo en contracción económica y en un importante déficit fiscal. Ante la dificultad de obtener crédito y la renuencia a incrementar los impuestos o reducir el gasto, el déficit fiscal fue financiado vía emisión monetaria, generándose importantes presiones inflacionarias: Bolivia pasó de tener una inflación de 47,2% en 1981 a una hiperinflación de 1.281,4% y 11.749,6% en 1984 y 1985, respectivamente.

Hiperinflación_Tabla1

Las economías de Argentina, Brasil y Perú presentaron inflación alta de dos y tres dígitos en las décadas de los 70 y 80, antes de registrar hiperinflación de 4 dígitos en 1989 y 1990 (ver Gráfico 1). Kiguel y Liviatan (1995) consideran que estos países lograron evitar la hiperinflación por mucho tiempo ya que los niveles de ingreso público no colapsaron —como en el caso de las hiperinflaciones “clásicas” mencionadas anteriormente— y los Gobierno Centrales pudieron tomar ciertas medidas fiscales para evitar niveles “excesivos” de emisión monetaria y mantener la inflación a raya dentro de niveles intermedios y altos. Végh (1992) agrega que estas economías también logran evitar la hiperinflación por mucho tiempo por haber desarrollado mecanismos de indexación que les permiten vivir con inflación.

Hiperinflación_Gráfico1

Los casos de Argentina, Brasil y Perú de finales de los años 80 son considerados “nuevas” hiperinflaciones, ya que a diferencia de la hiperinflación “clásica” que explotó tras la Primera Guerra Mundial y en Bolivia, sus orígenes son menos precisos. Según Kiguel y Liviatan (1995), las hiperinflaciones de Argentina y Brasil fueron la culminación de un largo proceso de deterioro de las cuentas fiscales, del aumento de la fragilidad del sistema financiero y de la tendencia a “aceptar” altos niveles de inflación, aunado al acceso limitado a financiamiento externo, débil control fiscal y monetario, y poca disponibilidad de mecanismos de financiamiento público no inflacionario. Ahora bien, cada uno de estos elementos por sí mismos no necesariamente habría causado una hiperinflación. En el caso de Perú, las políticas populistas jugaron un rol fundamental.

Aunque algunos casos presentan un cúmulo de causas, el factor común suele ser un déficit fiscal que en gran medida es financiado vía emisión monetaria. Bernholz (2003) precisó que en 25 de 29 casos de hiperinflación registrados entre 1789 (Francia) y 1996 (Turkmenistán), los países presentaban déficit fiscal de más de 20% del nivel de gasto.

3. ¿Cómo se suele resolver el problema de la hiperinflación? En los momentos de hiperinflación, se suele registrar una acelerada erosión de la confianza en la moneda local, por lo que se deben tomar medidas que agreguen credibilidad a la política monetaria nacional.

Los casos de hiperinflación “clásica”, como son las que se dieron en Alemania, Austria, Hungría, Polonia y Rusia tras la Primera Guerra Mundial, y en Bolivia en la década de los años 80, se detuvieron abruptamente tras la aplicación de programas integrales que estabilizaran el tipo de cambio, redujeron el déficit público de manera sustancial y garantizaron mayor independencia de los Bancos Centrales para hacer creíble la promesa de que no seguirían financiado el gasto público vía emisión monetaria.

Para enfrentar la hiperinflación, en Argentina, Brasil y Perú se implementaron planes de estabilización que coincidieron con el inicio de nuevas administraciones, lo que les parecía brindar mayor credibilidad: la de Menem en Argentina en julio de 1989, la de Collor de Mello en Brasil en marzo de 1990 y la de Fujimori en Perú en agosto de 1990. Todos los planes preveían grandes reformas estructurales del sistema, incluyendo la privatización de empresas públicas y la liberalización del comercio. Además, balancear el presupuesto fue un objetivo explícito en los tres casos, así como restringir el financiamiento monetario. La efectividad de estos planes fue mixta, pues lograron aplanar los picos de hiperinflación, pero a niveles aun relativamente altos.

 4. ¿Cuál fue la última hiperinflación registrada hasta la fecha? En 2007, Zimbabue pasó a ser el caso número 30 de hiperinflación registrada en el mundo y el primer caso del siglo XXI.

La economía de Zimbabue se contrajo en gran parte de la primera década del siglo XXI, para 2008 la deuda externa era equivalente a 119% del PIB y había un creciente y desorganizado gasto público. En febrero de 2007, el New York Times reportaba que Robert Mugabe, Presidente de Zimbabue, culpaba al complot impulsado en su contra desde occidente, de la crisis económica de su país. Además, rechazaba cualquier llamado para hacer reformas económicas, incluyendo la devaluación de la moneda local. Y la credibilidad de las autoridades monetarias se terminó de evaporar cuando el Banco Central declaró la inflación como ilegal.

En julio de 2008, la Oficina Central de Estadística de Zimbabue público una cifra de inflación mensual de 2.600,2%; anualizada, llegaba a 231.000.000%. Incluso, para septiembre de 2008, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que la inflación interanual llegaba a 489.000.000.000%.

En febrero de 2009, las autoridades permitieran el uso de divisas como forma de pago. Mientras que los presupuestos nacionales de 2009 y 2010 se estimaron en dólares americanos (US$), 4/5 parte de los pagos efectuados en la economía en 2010 se hicieron en dólares incluyendo el pago de sueldos y salarios. Con la sustitución de su moneda por el US$, Zimbabue adoptaba la política monetaria de Estados Unidos, que contaba con mayor credibilidad y permitió comenzar a controlar la hiperinflación.

5. ¿Venezuela está al borde de una hiperinflación? Venezuela presenta inflación elevada desde, al menos, 1986: 29 años continuos de inflación anual de dos dígitos (ver Gráfico 2). En 1974, Venezuela cerró por primera vez con inflación de dos dígitos en un año: 11,8%; y registró inflación de dos dígitos en 6 de los 12 años comprendidos entre 1974 y 1985. Vale decir, los años 2013 y 2014 se ubican como los 6to y 4to años de mayor inflación, respectivamente.

Hiperinflación_Gráfico2

Hasta 2014, Venezuela no ha registrado período alguno de hiperinflación. Sin embargo, este es el peor episodio de alta inflación que ha experimentado el país, en tanto los factores que contribuyen a este problema aún no han sido controlados.

Venezuela ha registrado un creciente déficit fiscal, que pasó de 8,8% del PIB en 2009 a 16,9% en 2013 (ver Tabla 2), y que ha estado soportado por el aumento de la liquidez, ante el sostenimiento de un tipo de cambio fijo en términos nominales que ha sufrido pocos ajustes desde 2003.

Hiperinflación_Tabla2

En este sentido, se estima que la economía se contrajo 4,1% en 2014, mientras la cantidad de dinero en circulación en la economía aumentó en 64%. La relación de bolívares en circulación respecto a cada bolívar producido en la economía pasó de 13 en el I trimestre de 2008 a 124 para el IV trimestre de 2014. Esta relación era de 72 para el IV trimestre de 2013. (Ver Gráfico 3)

Hiperinflación_Gráfico3

Vale indicar que –a diferencia de otros países que han experimentado altos niveles de inflación- en el caso de Venezuela, una porción significativa del ingreso fiscal es producto de las exportaciones petroleras (denominados en dólares). Esto implica que el Gobierno Central podría reducir el déficit fiscal mediante una devaluación del tipo de cambio (obteniendo más bolívares con la misma cantidad de aporte en divisas), lo que resulta aún más importante en momentos en los que los ingresos en divisas están disminuyendo producto de la caída del precio del petróleo. Sin embargo, hasta el momento el Gobierno Central se ha mostrado renuente a aplicar una devaluación significativa del tipo de cambio promedio oficial y, por tanto, parece se mantendrá el financiamiento monetario del déficit fiscal con los riesgos que ello implica en términos de aceleramiento de la inflación.

6. ¿Qué podemos esperar? Es innegable que Venezuela lleva 3 décadas de inflación crónica y continuará por muchos años más. Y aunque esto no necesariamente implica que se experimente un episodio de hiperinflación, es claro que esta posibilidad no es descartable en caso de que no se hagan cambios estructurales en el actual modelo económico venezolano.

Se debe hacer una revisión del gasto público y –sobre todo- dejar de financiar el déficit fiscal mediante el financiamiento monetario. Aún más, tal y como se observó en todos los países que lograron salir de períodos de hiperinflación, las medidas que se tomen deben ser ante todo creíbles. Esto implica adoptar medidas que van más allá del tipo de cambio y la política monetaria. Se requiere una economía que recupere su capacidad productiva, lo que en parte implica restituir el funcionamiento del sistema de precios.

***

Fuentes consultadas:
Bernholz, Peter (2003); Monetary Regimes and Inflation. Northampton, MA: Edward Elgar Publishing.
Federal Reserve Bank of Dallas (2011), “Hyperinflation in Zimbabwe” en Globalization and Monetary Policy Institute 2011 Annual Report, pp. 2-12.
Kiguel, Miguel A. y Liviatan, Nissan (1995), “Stopping Three Big Inflations: Argentina, Brazil, and Peru”, capítulo 12 de Reform, Recovery, and Growth: Latin America and the Middle, University of Chicago Press, (p. 369 – 414).
Végh, Carlos A. (1992); Stopping High Inflation: An Analytical Overview, Staff Papers IMF, Vol. 39, No. 3, pp. 626-695.

Anabella Abadi M. y Richard Obuchi /// Anabella Abadi M. Economista egresada de la UCAB y Especialista en Gobierno y Gestión Pública Territoriales (PUJ, 2011). Profesora en la UCAB, y Analista de la Unidad de Investigación y Análisis de ODH Grupo Consultor. /// Richard Obuchi es Master en Gerencia Internacional, Tulane University; Master en Políticas Públicas, Universidad de Chicago; Economista, UCAB. Profesor del IESA, Director de ODH Grupo Consultor (@ODHgc)

Comentarios (4)

Carlos Perez Delgado
23 de marzo, 2015

Lo triste es que la solución está a la vuelta de la esquina. Solo se requiere voluntad y valentía. Pero mientras la economía de un país esté, en vez de economistas, en manos de políticos, o peor aún, de militares de la calidad de los nuestros, mal influenciados por una ideología que fracasó estrepitosamente en el siglo pasado, es poco o nada lo que se puede lograr.

Luis Chacón
12 de abril, 2015

Los gobiernos comunistas, de ayer y de hoy, con su comunismo para los pueblos y sus ciudadanos, porque para sus cabecillas y/o caudillos no es válido y no es aplicable – véase la historia – se han caracterizado por: 1. Inseguridad, injusticia, incomunicación. 2. Alto costo de la vida. 3. Incapacitación y empobrecimiento. 4. Corrupción, dependencia y deuda. 5. Sindicatos y desempleo. 6. Mercantilismo e informalidad. 7. Mal crédito e inflación (galopante). 8. Controles y desabastecimiento. 9. Expropiaciones, estatizaciones. 10. Mala educación, cara y discriminatoria. 11. Mala atención médica y jubilaciones. 12. Marxismo cultural. (Feminismo, indigenismo,ambientalismo). 13. Paros, huelgas y conflictos permanentes. 14. Antidemocracia o democracia patológica.

Victor Machado
21 de mayo, 2015

El comunismo, socialismo, capitalismo, u otro nombre que le quieran dar, todos tienen algo en comun, se basan en dinero-capital, si ello no se pudiera realizarce ningun tipo de intercambio de bienes y servicios, y desarrollo de tecnologias, internos y externos a nivel mundial, en todos los continentes el dolar es la maxima expresion de la moneda de intercambio, tambien el Euro y el Yen chino, que casualidad, en nuestro continente lo que abunda son criterios de politica monetaria no alineados y desordenados,no hay voluntad y lo mismo todo el tiempo, lo que ocasiona un gran atrazo para competir y brindar a nuestros ciudadanos un futuro mas estable.

DANIEL CADENAS
29 de mayo, 2015

El concepto de hiperinflación usado ( es decir, el de Cagan, 1956 ) ya esta obsoleto. El mismo Miguel Kiguel diferencia en sus trabajos al respecto entre las hiperinflaciones clásicas ( a la Cagan) y las Nuevas Hiperinfaciones. El modelo de Kiguel de Hiperinflación la conceptualiza como aquel fenómeno bajo el cual la inflación se conduce por una senda explosiva, es decir, cuando el proceso esta fuera de control, sin tendencia a un equilibrio. Resulta un tanto inútil seguir aferrándose a la definición de Cagan como excusa para no catalogar el proceso venezolano actual como hiperinflación, ya que en la actualidad la tasa media de inflación mundial es muy baja, a diferencia de lo que ocurría en los años cincuenta del siglo XX. Ya la cura para el proceso inflacionario es harto conocida y aplicada. Existe hiperinflación ( sea cual sea la tasa mensual) cuando los agentes no desean mantener saldos en moneda local y se refugian en activos reales o moneda dura y hacen todos sus cálculos económicos en relación a moneda dura.

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