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Venezuela: ¿Cuál es el alcance del apoyo de China, Rusia y Cuba?; por Mariano de Alba

This handout photo released by the Presidency of Venezuela shows Venezuelan President Nicolas Maduro speaking during an event in Caracas on November 2, 2017. Venezuelan President Nicolas Maduro on Thursday accused his Colombian counterpart, Juan Manuel Santos, of prohibiting the sale to his country of medicines to fight a malaria epidemic in Bolivar state, in southern Venezuela. / AFP PHOTO / Venezuelan Presidency / HO / XGTY / RESTRICTED TO EDITORIAL USE - MANDATORY CREDIT "AFP PHOTO /PRESIDENCY OF VENEZUELA" - NO MARKETING NO ADVERTISING CAMPAIGNS - DISTRIBUTED AS A SERVICE TO CLIENTS

Fotografía de AFP / Venezuelan Presidency / HO / XGTY

China, Rusia y Cuba han sido calificados como alianzas clave para el régimen de Nicolás Maduro. Al mismo tiempo, Venezuela enfrenta un proceso de aislamiento internacional como consecuencia de las acusaciones de violaciones de derechos humanos y de las garantías democráticas por parte del gobierno. Pero China, Rusia y Cuba tienen diferentes motivaciones para apoyar e influir en el proceso venezolano, por lo que se hace indispensable entender el estado de la relación de Venezuela con cada uno de esos países.

China y su interés por los recursos naturales

BEIJING, Oct. 18, 2017 (Xinhua) -- Xi Jinping delivers a report to the 19th National Congress of the Communist Party of China (CPC) on behalf of the 18th Central Committee of the CPC at the Great Hall of the People in Beijing, capital of China, Oct. 18, 2017. The CPC opened the 19th National Congress at the Great Hall of the People Wednesday morning. (Xinhua/Ma Zhancheng/IANS)

Fotografía de Xinhua/Ma Zhancheng/IANS

Entre el año 2007 y 2016, China otorgó aproximadamente $60.000 millones al Estado venezolano. En 2014, cuando ya era previsible que la situación económica del país se dirigía a un escenario muy complejo, algunos pensaron que dada la magnitud de los préstamos otorgados hasta ese momento –$50.000 millones– las autoridades chinas plantearían al gobierno de Nicolás Maduro la necesidad de tomar medidas que permitieran corregir el rumbo económico. “De hecho, lo hicieron, pero de una forma limitada y mesurada como caracteriza a China”, apunta Margaret Myers, directora del programa sobre Latinoamérica y el Mundo en el Diálogo Interamericano, un centro de pensamiento en Washington.

A pesar de que uno de los principios rectores de la política internacional del gigante asiático es no intervenir en los asuntos internos de otros Estados, hubo contactos con el gobierno de Venezuela para concretar asesorías. Myers recuerda que “se envió una delegación de expertos en varias oportunidades, no sólo para hablar del financiamiento sino del manejo de la economía. La apertura de una agencia del Banco de Desarrollo de China en Caracas también fue un esfuerzo para presionar sutilmente por algunas correcciones”. Pero al igual que con la iniciativa de una comisión auspiciada por UNASUR, el gobierno no tomó en cuenta las recomendaciones.

China siguió prestando y entre 2015 y 2016 desembolsó aproximadamente $7.200 millones. Sin embargo, Myers –experta en la política exterior de la nación asiática– advierte que en China “no existe un consenso sobre cómo lidiar con la situación en Venezuela y hay un debate activo entre sus expertos sobre la conveniencia de limitar seriamente el riesgo asumido”. 2017 ha sido el año donde ha podido observarse con mayor claridad la decisión de limitar el financiamiento a Venezuela. Hasta octubre de 2017, no hay conocimiento público de un nuevo desembolso por alguna cantidad importante, aunque sí se han firmado dos contratos valorados en $580 millones para impulsar la producción de carbón y níquel. Asimismo, Myers advierte que a partir de 2015 el financiamiento otorgado “si bien no ha sido condicionado, sí ha especificado mucho más el uso que debe dársele al dinero. Ese año se detalló en el contrato que había que destinar los fondos a mejorar la infraestructura para la producción petrolera”.

De lo anterior no se puede inferir que China se encamine a retirar el apoyo al gobierno venezolano. Más bien, “el país opera como una compañía y la visión predominante es que hay que mantener la presencia para que una vez superada la crisis, las empresas chinas tengan ventaja”, sostiene Myers. En consecuencia, lo más probable es que algún tipo de cooperación continúe, pero con montos menores a los contratados entre 2007 y 2016.

Por otro lado, y ahora que ha sido planteada por Nicolás Maduro la posibilidad de “renegociar” la deuda externa venezolana, China ha dado señales de que no tiene intención de reevaluar los préstamos que ha otorgado. Su Ministerio de Relaciones Exteriores reaccionó horas después acotando que “tomaba nota del compromiso de Venezuela de seguir cumpliendo sus obligaciones”. Según Myers, “China no quiere sentar el precedente de una renegociación masiva, exponiéndose a las mismas implicaciones en los acuerdos que tiene con otros países”. Sin embargo, podría en algún momento aceptar reevaluar algunos acuerdos, principalmente porque la apuesta china es mantener el acceso a los recursos naturales venezolanos a largo plazo y su política exterior no se caracteriza particularmente por tomar represalias. De hecho, en los últimos años China les ha perdonado deudas a algunos países de África (aunque por montos menores que la que mantiene Venezuela).

Por ende, el gigante asiático ha entrado en una fase de mayor cautela, donde existe preocupación sobre la estabilidad política y económica en Venezuela, así como por la situación de la inseguridad a la que se exponen los ciudadanos chinos que visitan o trabajan en el país. No se espera una ayuda masiva a Venezuela en el corto plazo, aunque sí se prevé que sigan participando en proyectos específicos y podrían otorgar algunos períodos de gracia para ayudar al gobierno a sortear la crisis económica.

Rusia y el juego geopolítico

Russian President Vladimir Putin arrives to meet with members of the Presidential Council for Civil Society and Human Rights at the Kremlin in Moscow on October 30, 2017. / AFP PHOTO / POOL / Kirill KUDRYAVTSEV

Fotografía de Kirill KUDRYAVTSEV /AFP PHOTO / POOL

El apoyo del gobierno de Rusia a Venezuela es de distinta naturaleza. Las motivaciones de Vladimir Putin se encuentran en el campo de la geopolítica. El presidente de la Federación Rusa, quien ha controlado el país durante los últimos diecisiete 17 años, ha catalogado el colapso de la Unión Soviética como la “mayor tragedia del siglo XX”. Desde su llegada al poder, su objetivo central ha sido devolver a su país al nivel de relevancia mundial que tuvo durante la Guerra Fría.

Para ello, “en primer lugar Rusia busca que el resto del mundo respete y no interfiera con sus intereses en los países que formaron parte de la Unión Soviética”, explica Vladimir Rouvinski, director del Laboratorio de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad ICESI, ubicada en Cali, Colombia. “Rusia ve inaceptable que otros países se inmiscuyan en su vecindario, en un área que ha catalogado como los “países extranjeros cercanos”. Por ello, ante la expansión de la OTAN y la conclusión de que Estados Unidos incentivó el cambio de régimen en Ucrania, surge una estrategia de reciprocidad, donde el gobierno de Rusia ha resuelto expandir su influencia rusa a países extranjeros cercanos a Estados Unidos, destacando América Latina”, expone Rouvinski.

Por su parte, ese acercamiento con algunos países de América Latina –como Bolivia, Nicaragua y Venezuela– le ha valido a Rusia para convencer a sus ciudadanos del recobro en el área de influencia que el país tenía durante la Unión Soviética. Rouvinski acota que “en los medios de comunicación rusos, Venezuela es presentada frecuentemente como víctima, buscando hacer un paralelismo con lo que ocurrió en Ucrania. Para la ciudadanía rusa es fácil entender esa narrativa porque Ucrania es un país y una situación que le es más cercana. Esa es una razón por la que, en distintas encuestas durante los últimos años, Venezuela siempre aparece como uno de los diez países más amigables para los rusos”.

Putin siempre ha valorado mucho las relaciones personales con líderes extranjeros. En el caso de Venezuela, Hugo Chávez logró concretar una estrecha relación durante sus primeras visitas a Moscú, donde además Rusia identificó un mercado importante para la exportación de equipos militares. Más adelante, el expresidente Chávez fraguó otra relación fundamental con Igor Sechin, una persona muy cercana a Putin, parte importante de las élites poderosas y actualmente director ejecutivo de la estatal petrolera Rosneft. Maduro ha logrado mantener esa relación de confianza y, gracias a Sechin, durante el año 2017, Rusia ha aumentado su perfil como prestamista del Estado venezolano, aprovechando para obtener un mayor control sobre activos petroleros de Venezuela. Según Reuters, en abril Rosneft le prestó a PDVSA más de $1.000 millones, actualmente revende el 13% de las exportaciones petroleras venezolanas y ha negociado “participaciones en hasta nueve prolíficos proyectos petroleros”.

Sin embargo, Rouvinski destaca que “las élites rusas son muy heterogéneas y no todas apoyan un incremento del flujo monetario hacia Venezuela, principalmente porque Rusia no dispone de suficientes recursos” por los precios actuales del petróleo y el régimen de sanciones internacionales al que también está sometida. En consecuencia, el profesor de la Universidad ICESI destaca que “Putin va a ser reelegido, pero la suerte política de Igor Sechin es actualmente incierta. Hay una parte de las élites rivales que se oponen a las actividades en Venezuela”.

Dado el interés geopolítico de Rusia sobre Venezuela, muchos se han preguntado si Estados Unidos podría negociar el retiro de apoyo de Moscú a Caracas. El profesor Rouvinski opina que “por ahora es poco probable. No existen canales de comunicación sustanciales y el gobierno de Donald Trump está quedando con una camisa de fuerza, no puede hacer nada con Rusia.”

Cuba y los infructuososintentos para concretar su ayuda

Cuba's President Raul Castro attends to an ALBA alliance summit in Caracas March 17, 2015. Leaders of Latin America's left-wing ALBA bloc of nations (Bolivarian Alliance for the Peoples of Our America) are holding an extraordinary meeting in Caracas on Tuesday to express their support for Venezuela after Washington declared the oil-rich country a national security threat on Monday, March 9, and ordered sanctions against seven officials from the South American nation. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins (VENEZUELA - Tags: POLITICS HEADSHOT)

Fotografía de Carlos García Rawlins / Reuters

El apoyo político de Cuba se ha mantenido incólume a pesar de la grave crisis económica venezolana. En su mejor momento, las exportaciones de petróleo venezolano a la isla llegaron a ser de 100.000 barriles diarios, pero para 2017 se han reducido en más de la mitad. El apoyo venezolano hacia Cuba sigue siendo sustancial y aunque el número de barriles de petróleo enviados es mucho menor, no existen indicios de que la cercana colaboración cubana con Nicolás Maduro haya disminuido. La afinidad ideológica y el hecho que el gobierno venezolano esté replicando el “modelo cubano” siguen pesando mucho.

Al menos dos países latinoamericanos –Colombia y México– han tratado de conversar con el gobierno de Raúl Castro para que éste ejerza presión por una solución negociada a la crisis venezolana. Ambos esfuerzos han sido infructuosos, y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, reconoció recientemente que su gobierno había “estado muy activo tratando de buscar una solución pacífica, pero desafortunadamente hemos fracasado”.

Algunos también esperan que Estados Unidos juegue un papel para quebrar esta alianza. Pero el acercamiento diplomático que se había concretado durante el gobierno de Barack Obama ha sido sustancialmente revertido por Donald Trump, quien ha reinstituido limitaciones para el turismo y negocios en la isla. Estados Unidos también ha restringido las relaciones diplomáticas en respuesta a los ataques sónicos sufridos por varios de sus funcionarios diplomáticos en la isla.

Según William Leogrande –especialista en la política exterior de Estados Unidos hacia Latinoamérica y coautor del libro que mejor detalla la historia de las negociaciones entre Washington y La Habana– “la situación de Venezuela no fue discutida durante las negociaciones que llevaron al restablecimiento de relaciones diplomáticas en 2014. En otras ocasiones, Estados Unidos ha tratado de discutir el tema y la respuesta de Cuba ha sido negativa”. En la actualidad, las probabilidades de una alineación de intereses entre Estados Unidos y Cuba sobre Venezuela son mínimas.

Reflexiones finales

En la escena política, lo previsible es que China busque involucrarse lo menos posible, apelando al principio de no intervención. Por otro lado, será difícil que haya un cambio en la posición de Rusia sin que Estados Unidos haga concesiones concretas sobre su influencia en algunos Estados postsoviéticos, algo muy poco probable. Una conclusión similar aplica para el caso de Cuba, y una mediación positiva luce improbable si se tiene en cuenta la posición actual del gobierno estadounidense hacia la isla. Pero hay que recordar que Raúl Castro entregará la presidencia en febrero de 2018 y aunque un cambio de doctrina parece remoto, tampoco pueden descartarse algunos cambios políticos en la isla. Para muestra, y guardando las distancias, véase Ecuador luego de la toma de posesión de Lenin Moreno.

Económicamente, China parece decidida a no mantener el ritmo de los cuantiosos préstamos que ha otorgado, centrándose en algunos proyectos concretos donde mantenga el control y disminuya los riesgos de su inversión. Sólo en casos extremos, abriría la puerta a renegociar la deuda existente. Rusia, por su parte, continuará prestando apoyo y procurando acceso a recursos naturales valiosos, pero su capacidad económica es limitada. Asimismo, sus inversiones en Venezuela, según los expertos, no estarían siendo bien vistas por toda la élite que apoya a Vladimir Putin, lo que hace poco probable que los desembolsos aumenten sustancialmente. Cuba, como es conocido, no tiene a capacidad económica para auxiliar a Venezuela. Su apoyo es político y simbólico, un apoyo que es altamente probable que no sea retirado.

 

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Mariano de Alba es abogado venezolano, magíster en derecho internacional de la Universidad de Georgetown. Ha sido profesor de derecho internacional y relaciones internacionales en la Universidad Monteávila. Actualmente, es director asociado para América Latina del Atlantic Council.