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Carlos Ocariz: “En el barrio el voto es un acto de rebeldía”; por Hugo Prieto

Carlos Ocariz retratado por Roberto Mata

Carlos Ocariz retratado por Roberto Mata

Basta echar un vistazo para entender cómo el péndulo se movió a favor de la oposición en los barrios de Petare. “Cuando llegamos a la alcaldía de Sucre”, dice Carlos Ocariz, candidato a la gobernación de Miranda y dirigente de Primero Justicia, “el alcalde era chavista, Rangel Ávalos, así como el gobernador, Diosdado Cabello, y el alcalde Mayor, Juan Barreto. La Asamblea Nacional era chavista —cortesía de la abstención de 2005—, Chávez estaba vivo, con una popularidad gigante, y el precio del barril a 120 dólares”. Todo estaba pintado de rojo, incluso en la cámara municipal, donde 12 de 13 concejales eran chavistas. Pero aun así, Ocariz le ganó la partida a Jesse Chacón, “el delfín de Chávez en ese momento. Su principal ministro, que luego cayó en desgracia”.

La fórmula que le dio resultados a Ocariz: la consulta alrededor de una mesa, donde se sientan chavistas y opositores para unificar criterios, no para dividir; sacar los afiches de los partidos políticos de la sede de la alcaldía, así como sacar la política partidista de la gestión y de la policía. Esto, dice Ocariz, puede funcionar en otros estados y en el resto del país.

Pero toda gestión debe ser refrendada por el voto. En este punto es donde empiezan los problemas. Porque la abstención sigue siendo un fantasma que golpea el ánimo y la voluntad de la gente. Ocariz, quien tuvo a su cargo la organización de la votación ciudadana del 16 de julio, dice que en los sectores populares “el voto es el arma más letal” y coincide con la revista SIC, “ese día, efectivamente, bajaron los cerros”. Añade, además, una línea muy curiosa. “Si la gente que te lee sale a votar, las probabilidades del candidato de Maduro de ganar en Miranda son nulas”.

¿En Primero Justicia, y particularmente Carlos Ocariz, están satisfechos con los resultados de las primarias que hizo la oposición?

Sí, pienso que sí. Fueron unas primarias que se hicieron en 15 días, sin medios de comunicación. Mucha gente no sabía que había primarias. O condicionados por esa actitud de no me importa quién, yo voto por la oposición. Creo que todos los partidos tenían mayores expectativas frente a los resultados. Primero Justicia va en seis estados, que son los más grandes. AD obtuvo más, pero son estados medianos o pequeños. VP va en uno grande y en uno pequeño. Todos esperábamos más. Pero creo que esto es positivo porque se fortalece el sentido y la importancia de la unidad. Aquí solos es poco lo que podemos hacer. Desde el punto de vista como partido y como candidato es bueno, porque a mí me escogió la gente. A mí no me señaló el dedo de Maduro. Ha resultado de un proceso que le ha dado mucha fuerza a las candidaturas. Desde el punto de vista de la organización, ha sido un proceso interesante. Nos permitió probar la maquinaria, la estructura, y visualizar en cuáles municipios somos más fuertes y en cuáles más débiles.

Digamos que eso es ver el vaso medio lleno, me toca a mí verlo medio vacío. Primero Justicia y Voluntad Popular, en ese orden, fueron las organizaciones que más se involucraron en las protestas y manifestaciones que pusieron en jaque al gobierno entre abril y agosto de este año, pero ese esfuerzo quien realmente lo capitalizó fue Acción Democrática.

Un aprendizaje para todos es que la política del país sobrepasa a Caracas. Muchos aspirantes pensaron que con una fuerte exposición en los medios caraqueños se iban a fortalecer en sus regiones. Pero todos los que apostaron por esa estrategia salieron derrotados. Estoy hablando de todos los partidos. Ese es un aprendizaje para todos. La política nacional es importante, pero si quieres ser gobernador tienes que estar en tu lugar. Una debilidad de las primarias es que no se logró estimular al público joven. Votó mucha gente mayor. Ese es el voto cautivo de Acción Democrática. Creo que eso los ayudó, lo cual es válido. Creo que no se logró estimular a la población joven, porque estaba muy reciente la frustración de lo que ha pasado.

Lo que ha pasado o lo que pasó ‒una larga jornada de manifestación en las calles, de protestas y enfrentamientos‒ no ha sido procesado, metabolizado, digerido. Me atrevería a decir que no ha sido analizado suficientemente. No se ha hecho, por ejemplo, un balance de cómo quedó el país. La experiencia quedó para que cada quien hiciera una libre interpretación. ¿Qué piensa usted?

Esto generó un gran desgaste en toda la sociedad, pero también en el gobierno y en la oposición. Hubo varias razones. Una de ellas es que se crearon expectativas que para muchos no fueron cumplidas. Por otro lado, el país se encuentra en una situación mucho peor, pero esto es responsabilidad exclusiva del gobierno, que se niega a leer el mensaje de la gente, de la ciudadanía, del pueblo; piensa y actúa como si el país fuera la franquicia del Psuv. La jornada de protesta generó que la comunidad internacional viera alarmada lo que está pasando en Venezuela, por todas las violaciones a los derechos humanos. También generó divisiones importantes dentro el chavismo. Si estuviéramos sentados tomándonos un café hace un año, ni pensar que hubiese sucedido lo de la fiscal, por ejemplo. También dejó al gobierno en una situación de extrema debilidad. Esa jornada resultó muy dolorosa, muy traumática, pero tal como yo lo veo, nos compromete a seguir luchando. Si bien la Constituyente dejó ese sinsabor de mira lo que pasó, con el paso de los días, la sociedad venezolana ha entendido que esa lucha era necesaria, que valió y sigue valiendo la pena. Este es el momento de mayor debilidad del gobierno en toda su historia. Nunca tuvo tanto rechazo de la gente, tanta presión internacional, tanta ausencia de recursos y tantas divisiones internas. Eso no es el resultado de la nada, sino de toda esta jornada de protesta, a la que Maduro respondió con una inmensa represión.

Esta campaña es una interrogante o más bien tres puntos suspensivos. Mañana el contralor, Manuel Galindo, podría dejarlo a usted fuera del tarjetón electoral. Y así como usted, otros tantos. Sería una medida extrema, pero ya se han tomado otras, como la de impedir la sustitución de candidatos. Eso crearía un escenario donde el gobierno pudiera ganar, al menos, 10 gobernaciones.

Sí, totalmente. Te voy a ser muy sincero. Para mí esta campaña no es una oportunidad para recorrer el estado Miranda y hablar de propuestas o la posibilidad de sustituir a un gobernador por otro. No, yo la veo como una ocasión para levantarle la moral a la gente que está muy golpeada y frustrada. Yo también lo estoy. Pero tenemos que dejar la tristeza a un lado y seguir hacia adelante. Es el gran reto de esta campaña. Este es el momento de mayor debilidad del gobierno, pero si nosotros permanecemos juntos y no abandonamos la lucha es el momento de nuestra mayor fortaleza. Ahora el escenario electoral no es el único, hay otros. Está el de la presión internacional, allí están el presidente y el vicepresidente de la Asamblea Nacional recorriendo el mundo y denunciando la grave crisis que vive el país. Está la lucha en el plano institucional, con la propia Asamblea defendiendo su autonomía y legitimidad. También está la lucha en la calle, como la hemos dado en todo este tiempo.

Carlos Ocariz retratado por Roberto Mata

Carlos Ocariz retratado por Roberto Mata

No me ha respondido la pregunta. La estrategia del gobierno es ganar 10 gobernaciones para presentar un país en el que hay un equilibrio de fuerzas políticas y demostrar con ello que la oposición no es mayoría. Esta es la cuestión a dilucidar en estas elecciones

No puedo dar garantías de lo que pueda pasar, no las tengo. Aquí puede pasar que nos inhabiliten en estas dos semanas o que la Constituyente espuria elimine la elección de gobernadores, todo eso puede pasar. Y en ese sentido hemos sido muy transparentes. Yo coincido contigo en que esta es una elección muy importante. ¿Qué pasa en el mundo si percibe que en Venezuela hay una paridad? Bajaría la presión internacional. Ahora, la manera en que eso pase es que no votemos. El gobierno puede hacer muchas cosas. Todavía le quedan cartas bajo la manga. Pero la peor carta es no ir a votar y eso no depende del gobierno. Si votamos o no votamos es una decisión personal, de cada uno de los venezolanos. Eso no depende de Ramos Allup, de Capriles o de Leopoldo, ni de nadie. Es una decisión de cada uno y a conciencia. En el fondo, esta es una elección contra nosotros mismos, contra nuestros propios miedos. La frustración genera miedos, que a su vez generan paralización. Quienes somos candidatos tenemos que despertar conciencia. Tenemos que seguir luchando. Pese al dolor y al sufrimiento tenemos que seguir avanzando. Cada paso que damos nos acerca más a la libertad, a la democracia. No te puedo hablar sobre lo que pueda hacer el gobierno, tienen mil cartas y no sé cuál van a sacar. Ya yo estoy inscrito y los demás candidatos de la oposición ya renunciaron. Si a mí me inhabilitan mañana, Miranda se queda sin candidato. Eso tiene un costo para el gobierno.

¿Votar o no votar? A estas alturas resulta un debate insólito. En este continente varias dictaduras han caído a raíz de una consulta electoral. Renunciar al voto equivale más que entregarse a rendirse. ¿Por qué estamos deshojando la margarita?

Por la frustración. Como te dije, la frustración genera miedo, que a su vez genera parálisis. Pero esta es una discusión que se abre desde La Urbina hasta El Hatillo. Pasas a otro lugar y esa discusión no forma parte del debate político. Porque en el barrio el voto es un acto de rebeldía. A mí me preguntan ¿por qué la gente de los barrios no salió a las calles? Son otros códigos, para ellos el acto de resistencia más auténtico es el voto, es ir a votar. Realmente esa discusión se da en ciertos ámbitos de la sociedad y cada vez menos, porque estamos despertando conciencias: ¿Qué logramos si no votamos?

A mí no me sorprende. Los estudios que ha hecho la UCAB sobre las actitudes políticas de los venezolanos arrojan que hay más conciencia política en los sectores populares que en la clase media.

Todos estamos politizados, pero estamos hablando de madurez política. No es algo reciente. Yo recuerdo que en 2005 no fuimos a elecciones y la gente en Petare me reclamó eso. ¿Por qué nos dejaron solos? Es cierto, porque en el fondo es dejar sola a la gente. El argumento era que si no votábamos, Chávez no aguantaba una semana en el poder. Ese era el argumento y la sociedad lo compró y los partidos iban como los caballos detrás de la carreta. Nosotros accedimos a una petición de la sociedad, que realmente era de los medios. Al día siguiente de las elecciones estábamos todos arrepentidos. Lo que ocurrió en 2005 fue muy traumático, pero precisamente por eso tenemos que seguir en la lucha, teniendo muy en cuenta que la ruta electoral es uno de los caminos, pero los otros siguen andando. Otra manera de estar en la calle, por ejemplo, es la campaña electoral. De aquí voy a Guarenas, ¿si no cómo se hace? Esa es la política en la que siempre he creído. Yo no creo en los atajos, que generan expectativas falsas. Error que ha cometido la oposición. No una sola vez, sino varias veces.

Si se cumple la expectativa del gobierno, cuyo objetivo es mostrar un país con dos fuerzas equilibradas, eso será lo más parecido a una bombona de oxigeno para las presidenciales. Nicolás Maduro y el sector del chavismo que lo acompaña sí va a hacer la conexión con la idea del gobierno perpetuo. Para la oposición el objetivo del cambio político, vale decir, el cambio de gobierno, se pierde. Vamos a dejarlo claro de una vez. Aquí no hay otra salida que la consulta electoral en 2018.

En el mejor de los casos. Suponiendo que el gobierno respete en algo lo que establece la Constitución y su propia palabra.

¿Usted cree que en los sectores populares tienen eso suficientemente claro?

Sí. Yo creo que la gente en los barrios está muy consciente de que esto es un paso más. Te puedo hablar por Miranda. Yo no he salido a hacer promesas. Voy a hacer una escuela aquí, nada de eso. Mira, esto es un paso más para el definitivo. Este país va a cambiar y las colas se van a acabar cuando haya confianza en el país. Con Maduro nunca va a haber confianza. Ahora, para que esto se dé tiene que ser con los votos. Lo más duro para un político es perder por los votos. Eso es, como se dice, la espada en el corazón. Ese ha sido nuestro mensaje. Este es un paso más para el definitivo, que es la elección presidencial. Imagínate un país con 18 gobernadores opositores, con 250 alcaldes opositores, ahí está la mesa servida para un cambio en el país definitivo. Así lo veo y lo transmito yo. No hay barrio al que yo vaya que no hable de eso. Esto es un testimonio de lucha. Después del 16 de octubre, los gobernadores no vamos a cambiar la situación del país. Eso es mentira. Esto significa un paso más para el cambio definitivo, que será cuando tengamos un nuevo presidente.

¿Usted cree que la gente de Petare está clara? 

¿Con respecto a votar?

Con respecto a por quién va a votar.

Yo sí creo. Más allá de los candidatos de la oposición en todo el país, la gente identifica a los candidatos de Maduro… como Maduro. En el fondo de esta elección hay una grandísima arrechera. La gente está muy molesta y esa molestia tiene la cara de Maduro. Te puedo hablar de Miranda. En Barlovento la gente está comiendo una vez al día. Eso lo siente y lo personaliza en Maduro. A los candidatos del gobierno no los escogió el Psuv, sino el dedo de Maduro, por lo tanto son cómplices de la destrucción del país.

Carlos Ocariz retratado por Roberto Mata

Carlos Ocariz retratado por Roberto Mata

Es muy difícil transmitir la idea de que en este país hay futuro. Por un lado, Venezuela posee la reserva de petróleo más grande del planeta y una larga lista de minerales valiosos, pero también está inmersa en este desmadre social, cuyas aristas más visibles son la desnutrición, la alarmante mortalidad infantil, el regreso de las enfermedades endémicas. Una verdadera crisis humanitaria. No hay compaginación entre una cosa y la otra.

Este gobierno, también Chávez, pero particularmente Maduro, dividió a la familia venezolana. No entre chavistas y opositores, eso fue hace 15 años, sino entre los que estamos aquí y los que se fueron. Adonde voy, al barrio más pobre de los valles del Tuy, pregunto en una asamblea quién tiene familiares fuera del país. 80% levanta la mano. El éxodo antes era en la clase media, ahora es en todas las clases sociales, por igual, prácticamente. La gente se va a los países más insólitos a hacer las cosas más insólitas. Es una de las grandes frustraciones de la sociedad. No sólo por las violaciones a los derechos humanos que se cometieron en las protestas. No sólo por la crisis económica. Es un drama personal que genera cicatrices en el alma. ¿Cuántos padres no se mueren y sus hijos no pueden venir a despedirse de ellos? Eso también genera una gran desesperanza. Ha sido una época muy dura, muy negativa, pero también ha generado grandes aprendizajes. Yo sí creo que una vez que superemos “esto” vamos a tener una sociedad mucho más madura. Mucho más honesta, integradora y consciente. Yo sí creo que lo que va a parir esta sociedad, después de estos 20 años, es mucho mejor como país. Lo digo con absoluta certeza.

Héctor Rodríguez, el candidato de Maduro, asegura que la gente de Miranda está harta del enfrentamiento entre la gobernación que dirige Henrique Capriles y el gobierno central. Su discurso es un llamado a la unidad para “construir en los Valles del Tuy la gran ciudad donde se va a producir todo lo que consumimos en Caracas”. A mí me recordó el llamado que hizo Primero Justicia a favor de la reconciliación de los venezolanos para construir un país de oportunidades. ¿Ese fue un regalo que le hicieron ustedes?

Hay una gran diferencia. En los Valles del Tuy el chavismo tiene 20 años gobernando. Todos los alcaldes son chavistas, más el gobierno central, más la gobernación del estado, antes de que ganara Capriles, y ahora la Corporación de Miranda, que en realidad es una gobernación paralela, todos los concejales son chavistas. ¿Ahora van a decir que viene el progreso? Pero si tienen 20 años en el poder. Y algo similar puede decirse de Barlovento. Los mismos 20 años, en realidad 18. Ellos no han llevado ni progreso, ni futuro, ni oportunidades en ninguna parte donde han gobernado. Los Valles del Tuy es la zona más insegura (homicidios por cada 100.000 habitantes) de Venezuela. Ellos tuvieron la oportunidad de transformar el país realmente y lo que hicieron fue meter el retroceso cada vez más. Entonces, pueden decir misa en cualquier acto, pero la gente no se los cree. La gente no sólo perdió la confianza, sino que padece en su cotidianidad, los desaciertos de este gobierno. Eso no se olvida por un discurso en una asamblea o por una rueda de prensa. La gente está absolutamente clara de quiénes son los responsables de este desastre y quiénes son sus cómplices.

¿Usted tiene cifras de cómo está su candidatura en relación con la de Héctor Rodríguez?

La diferencia es muy amplia, 28% en Consultores 21 y algo similar en Datanalisis. Pero yo no me confío en esos números. Echarse a dormir es muy peligroso en política y después vienen las sorpresas. Yo soy un esclavo de la organización y del trabajo. Una campaña electoral es algo científico. Nosotros tenemos una estrategia clara y una organización muy estricta. Nada de eso va a decaer por lo que arrojen las encuestas. El escenario de la paridad, del equilibrio de fuerzas, no va suceder si la gente vota. No en Miranda, en el país completo. Pero hace falta que la gente entienda, hoy día, que su voto es más necesario que nunca.

Aquí hubo una experiencia, la del 16 de julio, y para muchos ese fue el día en que los cerros bajaron. ¿Qué hay que hacer para que eso vuelva a ocurrir? ¿Y con más fuerza, incluso, porque ahora va a tener un significado político distinto y más importante?

Sin duda. A mí me tocó encargarme de la organización del proceso del 16 de julio. Yo soy optimista en cuanto a la participación de la gente, aún más en sectores populares. Yo creo que la gente sigue viendo al voto como su arma más letal. Toda esa concientización va ir creciendo hasta llegar a la elección presidencial. Y ahí sí el país entero va a salir a exigir un cambio. Creo que esta es una oportunidad de oro, pero la bala de plata, como se dice en términos policiales, es la elección presidencial. La gente, sin duda, va a salir debajo de las piedras a votar.