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Hernán Castillo: “El proyecto militar apunta hacia la fusión con el Gobierno”; por Indira Rojas

Hernán Castillo retratado por Roberto Mata

Hernán Castillo retratado por Roberto Mata

Hernán Castillo, experto en defensa y seguridad, confiesa que es “pesimista” ante el escenario nacional. El doctor en Historia y profesor del posgrado en Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar ha estudiado la estructura militar venezolana por más de 20 años. Considera que el control de los civiles sobre las Fuerzas Armadas debe ser mayor y más férreo.

Más de 100 personas han muerto en 123 días de protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro. La Fiscal General Luisa Ortega Díaz informó que 25% de los homicidios fueron perpetrados por cuerpos de seguridad del Estado. El último informe del Ministerio Público, divulgado el 26 de julio, registra al menos 10 casos en los que funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) dispararon armas de fuego contra los manifestantes en Caracas, Lara y Mérida. Actualmente 21 uniformados son investigados.

Según la Fiscalía, a la lista de fallecidos se suman diez venezolanos asesinados el propio domingo 30 de julio, cuando se celebraban las elecciones para conformar la Asamblea Nacional Constituyente. La oposición contó 16 víctimas. Una de ellas fue el sargento segundo de la GNB Ronald Ramírez. El ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, dijo que el agente murió tras recibir un disparo. También aseguró que no hubo “un solo fallecido atribuible a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”.

¿Qué papel jugarán los militares en la conducción del país a partir de la Asamblea Constituyente? ¿De qué manera una nueva Constitución puede reforzar su poder?

Los militares van a seguir jugando el papel que siempre han jugado: el soporte militar del Gobierno. El rol principal es el de la represión política, tal como ocurrió en las dictaduras militares de Argentina, Chile y Brasil en los años 60 y 70. Las Fuerzas Armadas dejaron de ser una institución para convertirse en el brazo armado del Gobierno al servicio del Presidente y del partido socialista. Creo que el proyecto militar apunta hacia la fusión con el Gobierno. Ya no serán una institución como está establecido en la Constitución de 1999. Será como en Cuba, como ocurre en los países comunistas totalitarios, donde los militares y el sector político son una sola cosa. Su subordinación al poder civil desaparecería y se ubicarían en el mismo nivel. En algunos aspectos incluso por encima del sector civil. Ellos se orientan hacia la teoría fusionista para dirigir autoritariamente la sociedad y el Estado. Sin embargo, en lo interno, las Fuerzas Armadas están sufriendo un proceso de fractura y de divisiones. Ya hay militares detenidos que han presentado resistencia a la Constituyente. Por otro lado, el contexto internacional es adverso a todo este proceso. No le será sencillo implementar cualquier proyecto totalitario, hegemónico o militarista. Pero soy pesimista. Vamos a un escenario de una violencia civil de mediana intensidad. Será un coyuntura bastante anómica, en donde vamos a tener dos grandes estructuras de poder: la sociedad, con la Asamblea Nacional elegida por más de 14 millones de venezolanos; y por otro lado el Gobierno, aislado políticamente en lo interno y en lo internacional, enfrentando problemas económicos excesivamente graves, más las sanciones políticas y petroleras que ya están anunciadas por varios países.

La consulta del domingo 16 de julio indicó que 7,6 millones de venezolanos están en desacuerdo con la Constituyente. ¿Qué impacto pudo haber tenido esa demostración dentro de la Fuerza Armada? ¿Ese resultado puede reflejar una proporción similar entre los uniformados?

Yo soy de los que cree que la Fuerza Armada también es reflejo de la sociedad venezolana. Pero tiene características distintas por ser una institución sumamente cerrada. Suponemos que los problemas que vive el país y la sociedad venezolana en todos los campos también lo están viviendo ellos, excepto el alto mando militar. Pueden estar igualmente un 90 por ciento en contra del Gobierno y un 10 por ciento a favor, sólo que ese 10 por ciento es el que controla los comandos y las operaciones. El resto de los militares están en posiciones administrativas y burocráticas. Ahora, el asunto es que conspirar en una democracia es muy sencillo, pero en una dictadura es sumamente complicado. Además, la expresión del descontento y el malestar en los militares no es algo simple. La protesta militar no es como la civil. La protesta militar es con armas.

¿De qué forma la Venezuela civil puede impedir la consolidación del autoritarismo militar después de la Constituyente?

Primero, no creo que la Asamblea Nacional Constituyente sea viable en las condiciones en las que se dio. Se estimó extraoficialmente que el 30 de julio de 2017, más de diez venezolanos fueron asesinados y hubo una escasa participación en la elección. Los venezolanos tenemos que seguir haciendo lo que hemos hecho hasta ahora para salir definitivamente de este Gobierno, que es la protesta callejera, la manifestación popular e incrementar la ingobernabilidad del país a través de la protesta nacional. Creo que al final vamos a tener que ir a una huelga general indefinida hasta que (Nicolás) Maduro se vaya de la Presidencia, y convocar tan pronto sea posible unas elecciones generales para establecer un nuevo gobierno. A mi juicio los llamados de la oposición dirigidos a la Fuerza Armada sugiriendo rebelarse no tienen ningún sentido. Al contrario, una salida militar complicaría mucho más la situación. La crisis venezolana tiene que resolverla la sociedad civil sola, sin los militares, e incluso en algunos aspectos muy importantes debe plantarse contra los militares. A la Guardia Nacional hay que quitarle rango militar y convertirla en una policía nacional para el orden público y para algunas tareas administrativas internas en las fronteras y en las aduanas. El llamado a las Fuerzas Armadas a incorporarse en la política y hacer un pronunciamiento obedece a nuestra tradición militarista. El tema militar venezolano se ha subestimado. Siempre se consideró que estaban bajo control, y resulta que no es así. Hay una fuerza pretoriana andando subterráneamente. La lección es que debemos someter a los militares al máximo control civil.

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