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[+Gráficos] Los verdaderos efectos del aumento del salario mínimo; por Giorgio Cunto

Fotografía de EFE

Fotografía de EFE

El domingo 30 de abril de 2017, el Presidente de la República, Nicolás Maduro, anunció el aumento del 60% sobre el salario mínimo junto a un incremento a 15 unidades tributarias en la base de cálculo del bono de alimentación. Es la décimo sexta vez que el mandatario decreta un ajuste en el salario mínimo desde el inicio de su período presidencial en abril de 2013, en un contexto en el que Venezuela enfrenta una fuerte recesión económica, con una caída del producto estimada de 7,4% para 2017 según el Fondo Monetario Internacional y una inflación de 720,5%.

Cuando Maduro llegó a la presidencia en 2013, el salario mínimo era de 2.074,15 bolívares y los tickets de alimentación de 1.777 bolívares. Ambos sumaban un ingreso mínimo mensual de 3.037,52 bolívares. Con el último aumento el salario mínimo se eleva a 65.021 bolívares junto a un bono de alimentación de 135.000 bolívares, para un total de 200.021 bolívares de ingreso mínimo mensual.

La composición del ingreso mínimo mensual ha cambiado considerablemente en los últimos años. En abril de 2013, el bono de alimentación representaba 36,50% del ingreso. Tomando en cuenta el último aumento decretado por el presidente Maduro, el bono de alimentación representa 67% del ingreso mínimo mensual.

El crecimiento salarial es solo en términos nominales. Es decir, aumenta la cantidad de bolívares que se reciben por concepto de remuneraciones, pero no toma en cuenta la cantidad de bienes y servicios que se pueden adquirir con esos ingresos. Para determinar si hay un incremento en la capacidad de compra de los venezolanos que ganan salario mínimo, se debe comparar el aumento salarial con el aumento de los precios. De esta relación podemos determinar el salario en términos reales.

Si la inflación es superior a la tasa de crecimiento de los ingresos, los trabajadores podrán adquirir menos bienes. Si los ingresos y los precios crecen en la misma proporción, el poder adquisitivo se mantiene igual. Si los ingresos aumentan más que la inflación, el poder de compra sube. El bolívar de hoy no tiene el mismo valor que el de ayer y solo pueden compararse tras ajustarlos según la subida de precios.

Utilizando como base el nivel de precios y salarios nominales correspondientes al mes de abril de 2013, se puede calcular la evolución del salario real a partir de esa fecha. Debido a la falta de información inflacionaria oficial del Banco Central de Venezuela para los años 2016 y 2017, se utilizan las estimaciones de inflación de la firma Ecoanalítica y el Índice Nacional de Precios al Consumidor de la Asamblea Nacional (INPCAN) para 2016 y los primeros 3 meses de 2017 respectivamente. Se asume como supuesto que la inflación de abril y mayo será misma que en marzo, a efectos de simplificar los cálculos del nuevo salario mínimo real. Para este caso, se compararía un aumento de salario mínimo nominal acumulado de 3075,60% desde abril de 2013, con estimaciones de inflación acumulada de 9080.19% en el mismo periodo.

Tomando en cuenta el pronóstico inflacionario, el nuevo salario mínimo de 65.021 bolívares tendría el mismo poder adquisitivo que 708,28 bolívares para abril de 2013, lo que significaría una caída en la capacidad de compra de 65,41% desde el momento que Maduro asumió la presidencia. El ingreso mínimo mensual (salario mínimo más bono de alimentación) de 200.021 bolívares equivaldría a 2178,83 bolívares para abril de 2013, lo que corresponde a una caída de 32,43% desde entonces. En resumen, los venezolanos ganan más bolívares pero eso no se traduce en que puedan comprar más bienes.

Según el Centro de Documentación y Análisis de la Federación de Maestros (Cendas-FVM), para el mes de marzo el precio de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF) se ubicó en 772.614,30 bolívares; mientras que la Canasta Básica Familiar (CBF) alcanzó 1.068.643,25 bolívares. Eso quiere decir que el nuevo salario mínimo cubre 6.08 % de la CBF, o visto de otra forma, se requieren 16,44 salarios mínimos para satisfacer las necesidades básicas de una familia venezolana promedio. Por su parte, el ingreso mínimo integral solo cubre 18,72 % de la Canasta Básica Familiar.

En términos de política económica, la medida anunciada por el presidente Maduro no se diferencia de aumentos anteriores más allá de la magnitud del ajuste decretado. El aumento salarial se decreta en un contexto dónde las causas estructurales de la crisis económicas, que motivan a la subida de sueldos en primer lugar, permanecen desatendidas. Por lo que el alivio que puede proveer el ajuste de salarios es predeciblemente limitado.

El decreto de aumento salarial puede tener efectos contraproducentes como mencionó Asdrúbal Oliveros en un artículo para Prodavinci al referirse a un aumento salarial similar el 27 de octubre de 2016: el nuevo salario mínimo aumentará presiones inflacionarias y representará costos adicionales para las empresas y negocios que se verán en dificultad de cubrirlos, forzando su cierre o el despido de trabajadores. Este resultado adverso obedece a lo que Anabella Abadi identifica como la desvinculación entre el salario y productividad, lo que genera distorsiones en el mercado laboral y propicia la inflación.

Los decretos de aumentos salariales se han vuelto más frecuentes y más grandes en la magnitud del ajuste. La indexación de los salarios al aumento de precios puede desembocar en una espiral hiperinflacionaria en la que el aumento de precios causado por el ajuste salarial es compensado por otro ajuste salarial y el ciclo se repite ad infinitum.

Los aumentos de salario mínimo son medidas populares para hacer frente al problema del aumento de precios. Sin embargo, éstos no atienden las causas fundamentales de la inflación, específicamente la monetización del déficit fiscal en un contexto de caída de la producción. Mientras no se resuelvan las distorsiones estructurales de la economía venezolana, la única garantía que tiene el aumento salarial del 30 de abril es que será insuficiente, y no será el último.