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¿Qué paso realmente en la OEA? ¿Jugará la región un papel relevante?; por Mariano de Alba

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El Consejo Permanente de la OEA logró intercambiar opiniones sobre la situación en Venezuela a pesar de los intentos del gobierno para evitar que se concretara la sesión. Con distintos matices, prácticamente todos los países insistieron en la importancia del diálogo entre venezolanos. Un grupo considerable busca que la OEA tenga un papel más activo, pero el gobierno venezolano y sus aliados más cercanos permanecen negados a esa posibilidad. Tal negativa llevó incluso al representante del gobierno venezolano a desconocer las formas diplomáticas más elementales, buscando generar un clima de incomodidad para debilitar el rol de la organización.

La mayoría de los países insistió en el diálogo

El resultado concreto de la sesión fue la confirmación de que existe un acuerdo generalizado en el que prácticamente todos los países sostienen que la situación que atraviesa Venezuela debe ser resuelta a través de un diálogo entre los venezolanos.

Teniendo esto en cuenta, un grupo de 20 países consideran que la OEA debe ayudar activamente a encontrar soluciones. Durante sus intervenciones, muchos de estos países (como México, Canadá y Costa Rica) también resaltaron la necesidad de que se respete la separación de poderes, se atienda la crisis humanitaria, se liberen a los presos políticos y se defina un calendario electoral.

Un segundo grupo de once países (entre los que están Nicaragua, Bolivia y Dominica) manifestaron su apoyo irrestricto al gobierno de Venezuela, haciéndose eco de los argumentos de la delegación venezolana sobre la nulidad de la sesión y criticando fuertemente la gestión del Secretario General Luis Almagro.

Un grupo de cinco países ratificaron la importancia del diálogo, pero sin mencionar el respeto de las garantías democráticas, revelando así su preferencia de no involucrarse en lo que sucede en el país. Y un país, Granada, que no estuvo presente en la sesión.

La única votación concreta que hubo durante esta sesión fue para decidir si se podía discutir la situación que existe en Venezuela, lo cual fue apoyado por 20 países, rechazado por 11, dos delegaciones se abstuvieron y una estuvo ausente. El resultado es prácticamente igual al que se dio el pasado 23 de junio de 2016, cuando 20 países votaron a favor de que se diera la sesión, 12 votaron en contra y dos se abstuvieron.

¿Y la Carta Democrática?

La sesión demostró también que –por ahora– no hay ánimo de los países en acompañar la propuesta del Secretario General Almagro y la Asamblea Nacional de aplicar la Carta Democrática Interamericana y darle un ultimátum al gobierno de Nicolás Maduro. Ni siquiera los países que concluyeron que en Venezuela existe una “alteración grave del orden constitucional” –como Perú y Estados Unidos– solicitaron al Consejo que se votara este punto.

Esto ratifica que la preferencia sigue siendo apoyar y exhortar al diálogo, aunque reconociendo que existe una crisis y que el gobierno venezolano debe tomar medidas concretas –como la liberación de presos políticos y la definición de un cronograma electoral– a la brevedad posible.

En consecuencia, la sesión de hoy sugiere que ni el informe del Secretario Almagro ni las declaraciones de la oposición venezolana han logrado convencer a una mayoría de los países que los esfuerzos de diálogo liderados por los expresidentes y El Vaticano fracasaron. Llama la atención de buena parte de los países el silencio de El Vaticano sobre el estado de las negociaciones. Por ello, y conscientes de las limitadas herramientas que tiene la comunidad internacional para actuar en la situación venezolana, los países siguen tratando de generar presión por un diálogo. Esto incluso fue ratificado con propuestas para que se invite a los expresidentes al Consejo y estos informen al Consejo Permanente sobre el estado actual de las gestiones.

La declaración de los 20 países y la propuesta de México

Casi al término de la sesión, la representante de Canadá informó que un grupo de 20 Estados habían acordado una declaración en donde manifestaron: (i) apoyar el diálogo entre venezolanos; (ii) reconocer la crisis que vive Venezuela; (iii) que la OEA debe ser el foro principal que continúe evaluando opciones; y (iv) la necesidad de encontrar soluciones concretas procurando la participación de todos los países miembros.

Posteriormente, el representante de México informó que la propuesta es que “en los próximos días sigamos trabajando para definir el curso a seguir”, recordando que “corresponde a los venezolanos” resolver la crisis política, económica y social que vive el país y a la comunidad internacional “coadyuvar” a que se lleguen a acuerdos concretos.

Lo anterior significa que a pesar de no haber claridad todavía sobre cómo debe participar la comunidad internacional para ayudar en la situación venezolana, sí existe una disposición de una mayoría de los países a permanecer atentos a lo que sucede en Venezuela y definir medidas concretas que colaboren en la resolución de la situación. No obstante, este grupo de países también resalta la importancia de que exista presión interna para que se defina un cronograma electoral, se liberen a los presos políticos y se respeten los poderes de la Asamblea Nacional.

En todo caso, es probable que si continúa transcurriendo el tiempo y la situación se sigue agravando, al menos 18 países decidan aplicar la Carta Democrática, en donde se reconocería formalmente la “alteración grave del orden constitucional en Venezuela”, disponiéndose la realización de “gestiones diplomáticas” para buscar restaurar el orden democrático.

Algunas de esas posibles gestiones diplomáticas concretas fueron mencionadas durante la sesión por algunas delegaciones. Éstas incluyen la conformación de un grupo de países que busque mediar, la conformación de mesas de trabajo mensuales sobre Venezuela y proponer que se amplíen los mediadores en las gestiones de diálogo.

Sin embargo, el problema fundamental de todas estas opciones es que no hay manera de concretarlas sin que también concurra la voluntad del gobierno venezolano, el cual sigue mostrándose totalmente renuente a aceptar que la OEA ayude de alguna manera a resolver la crisis. Por ende, la región debe evaluar si espera que la disposición del régimen venezolano cambie, o si conviene realizar esfuerzos bilaterales para presionar al gobierno de Nicolás Maduro.

La intervención final del representante venezolano Samuel Moncada

Al final de la sesión, el representante de Venezuela, Samuel Moncada, realizó una intervención que quebró las costumbres diplomáticas, optando por atacar directamente a países como Brasil, Colombia, Canadá, México y Estados Unidos.

La situación llegó hasta tal punto que varias delegaciones se mostraron visiblemente molestas y amenazaron con abandonar la sesión. Aunque esa opción no llegó a concretarse, ratificó que la estrategia del gobierno es generar molestia para que los países prefieran no discutir la situación venezolana y debilitar así la posibilidad que la OEA pueda ayudar a resolver la crisis en Venezuela. Todavía es pronto para determinar si esa maniobra será efectiva. Incluso es probable que sea contraproducente para los intereses del gobierno venezolano.

Por ahora, lo que se percibe es que hay un grupo de países liderados por México que parecen decididos a seguir de cerca la situación en Venezuela y determinar cuál es la manera más efectiva de ayudar. Pero la actitud del gobierno venezolano es cada vez más irrespetuosa y de indiferencia ante la opinión de los demás países, por lo que la posibilidad de que la comunidad internacional juegue un papel efectivo parece muy limitada.