Actualidad

Trump: el hijo del cobrador de la renta; por Wolfgang Gil Lugo

Por Wolfgang Gil Lugo | 17 de marzo, 2017
Fotografía de Carlos Barria para Reuters

Fotografía de Carlos Barria para Reuters

Solo hay una regla: cazar o ser cazado
Frank Underwood / House of cards

Cuando se oye el término “cobrador de la renta” viene a la mente la imagen de un hombre despiadado que arroja a la calle a una viuda y sus hijos porque no pudo pagar el alquiler. Fred Trump (1905-1999), el padre de Donald Trump, fue un cobrador de renta. Hizo su fortuna en el negocio de bienes raíces, construyendo y alquilando edificios de apartamentos en Nueva York.

Se vanagloriaba de que nadie se quedaba sin pagar.

El mismo Donald cuenta, en su libro Crippled America (p. 103), que los fines de semana su padre hacía que sus hijos le acompañaran en su ruta de cobranzas por los barrios del Bronx. Al llegar a una casa, tocaba el timbre y se ponía a un lado. El joven Donald le preguntaba por qué hacía eso. Le respondía que era porque los inquilinos podían disparar a través de la puerta.

Significativa la respuesta de Fred. Consideraba que el mundo era un sitio salvaje donde solo se puede cazar o ser cazado. Por eso entrenó a sus hijos para ser competidores duros. Su propia experiencia le enseñó que si no se mantenía vigilante y en actitud feroz, no sobreviviría en los negocios. Sus lecciones de tenacidad coincidían con el temperamento agresivo innato de Donald. Donald aceptó gustoso esa educación: “Creciendo en Queens, yo era un chico muy duro”, escribe Trump. “Yo quería ser el chico más duro del barrio”. Fred aplaudió la dureza de su hijo y lo animó a ser un “asesino”, metáfora empleada para definir al clásico despiadado.

Rebelde sin causa y la Maquina Hobbesiana

Donald pasó su adolescencia en los años cincuenta. Una década de jóvenes violentos que tenían que demostrar su dureza. En eso Trump coincide con Jimmy Stark, el personaje del film Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955).

La cinta nos cuenta la historia del joven Jimmy (James Dean), quien sufre los problemas de adaptación propios de la adolescencia de esa época. Jimmy se siente decepcionado por el carácter de varón domado de su padre. A eso se le agrega que él mismo es sometido a acoso por parte de sus compañeros en la secundaria. En una de las escenas memorables del film, Jimmy sufre una especie de revelación. En una excursión escolar va al Planetario del Observatorio Griffith. Durante el espectáculo su conciencia se ve conmocionada. Ahí presencia que el universo acabará en una gran explosión. Se da cuenta de que el cosmos es finito y que la vida no tiene mayor sentido. Sufre la náusea sartreana. Al salir de allí, se encuentra con los acosadores de la secundaria que le desafían a pelear con navajas. El universo está en decadencia y solo queda la supervivencia tribal. Cosmovisión que está en la base de la educación de Trump.

Por otra parte, la llamada Máquina Hobbesiana es la metáfora que subyace a la metafísica de Rebelde sin causa, de la educación Trump y del modernismo. La Máquina Hobbesiana es una combinación del mecanicismo newtoniano con la política de Hobbes: la concepción de que la única relación posible entre los hombres es la guerra o el sometimiento a un Estado autoritario. Conceptualmente, la Máquina Hobbesiana es igual a sistema cerrado más dominación.

Tanto los fundamentalistas como los posmodernos se oponen al modernismo. Pero oponen al sistema cerrado del modernismo otro sistema cerrado, cuando para salir del modernismo hay que poner en duda los presupuestos del sistema cerrado.

La alternativa es exactamente su opuesto: los sistemas abiertos donde el imperativo consiste en asumir una actitud sinérgica, es decir, de colaboración creativa. El reto es construir un posmodernismo constructivo, el cual se basa en los sistemas abiertos y la apuesta por que los problemas humanos se resuelvan con compasión y dialogo.

A diferencia de Jimmy Stark, Donald Trump tenía un padre al que no despreciaba por ser un varón domado. Era un tigre en la selva de asfalto de Nueva York. Tampoco sufrió de acoso. Antes de sufrirlo, decidió convertirse en un acosador.

Citizen Trump

Trump es un personaje indómito, contradictorio, polémico, con una desmedida ambición de poder, rasgos en los que coincide con el personaje protagónico del Ciudadano Kane.

La historia de Charles Foster Kane, un personaje interpretado por Welles, está basada en el magnate de la prensa amarillista William Randolph Hearst. “Rosebud” es el gran secreto de la historia. La última palabra que dice Kane antes de morir y que se considera uno de los McGuffins más relevantes de la historia del cine. Solo al final de la cinta, el espectador descubre que Rosebud (“capullo de rosa” en español) es el marca del trineo con el que jugaba Kane de pequeño. La imagen de una infancia añorada.

La historia del ciudadano Kane es la historia de una infancia infeliz. Al joven lo separan muy temprano de su casa y eso le crea un trauma que no logra resolver el dinero que hereda de sus padres. Su nostalgia queda materializada en sus ansias de volver al trineo de su niñez, Rosebud.

Donald Trump recuerda al Ciudadano Kane. Pero hay una diferencia radical. No parece haber sufrido una infancia infeliz. Trump creció en una rica familia de los años cincuenta con una madre dedicada a los niños y un padre absorto en el trabajo. Frente a su mansión en Queens, estaban estacionados un Cadillac para el padre y un Rolls-Royce para la madre. Los cinco hijos del viejo Trump (Donald es el cuarto), disfrutaban de un armonioso ambiente familiar en el que sus padres se amaban y los amaban.

A pesar del idílico entorno, el primer capítulo de la historia de Donald Trump, como él lo cuenta hoy, no expresa nostalgia. Está imbuido en cambio de un sentido del peligro y una necesidad de dureza: no se puede confiar en el mundo.

El hermano que no pudo cobrar la renta

Una historia poco conocida es la tragedia familiar del hijo mayor de Fred, Freddy Trump. Donald Trump es el segundo varón de la familia, ocho años más joven que Fred. El New York Times describe a Freddy como “una figura guapísima, gregaria y autodestructiva que murió alcoholizado en 1981 a la edad de 43 años”. En ese artículo se comenta el carácter aventurero y alegre de Freddy. Manejaba un Corvette y tenía una lancha en la que a veces llevaba a pasear a Donald. Era amante de la diversión con un don para imitar a W. C. Fields, el famoso comediante de los años treinta.

Freddy trabajó durante un tiempo en la empresa bienes raíces de la familia, pero su padre lo reprendió porque, en las reparaciones de unos de sus inmuebles de alquiler, gastó dinero en ventanas nuevas en vez de reparar las viejas.

Freddy abandonó el negocio familiar y decidió probar suerte en otro terreno. Trabajó como piloto de Trans World Airlines. En 1962 se casó con una azafata y tuvieron dos hijos: Fred y Mary. Pero comenzó a tener problemas con la bebida, lo que causó su divorcio, y también dejó de volar. Mientras tanto, su hermano Donald ascendía en el negocio inmobiliario.

Cuando en 1977 el actual presidente norteamericano se casó con Ivana, le pidió a Freddy, con el propósito de motivarlo, que le hiciera el honor de ser su padrino de boda.

Tres años más tarde su hermano había sucumbido ante la bebida. El hijo de Freddy, Fred III, habló en el funeral. Esa misma noche la esposa de Fred III tuvo un bebé que pasó de tener convulsiones a sufrir parálisis cerebral. La familia Trump prometió que se haría cargo de sus gastos médicos.

En el 99 murió el patriarca, Fred Trump. Cuando se leyó el testamento, los hijos de Freddy descubrieron que habían sido excluidos de la herencia. El viejo les había pasado factura por la rebeldía de su hijo. Se rumoró que el testamento fue redactado por Donald. Los hijos de Freddy demandaron. Donald tomó represalias y retiró todos los beneficios médicos para el hijo de su sobrino.

Discriminación y arrendamiento

En 2016, un investigador descubrió en unos archivos en Oklahoma, unas mordaces críticas de Woody Guthrie (1912-67), cantautor de protesta inspirador modelo de Bob Dylan y Bruce Springsteen, contra Fred Trump. En los años cincuenta, Guthrie alquiló un apartamento de Fred Trump. Lo que vio allí no le gustó. Guthrie, en las letras de unas canciones inéditas, acusa al patriarca de la familia de discriminar a los inquilinos negros y de jactarse de ello.

“I suppose
Old Man Trump knows
Just how much
Racial Hate
he stirred up
In the bloodpot of human hearts
When he drawed
That color line
Here at his
Eighteen hundred family project”

Después de muerto Guthrie, en 1973, las letras de sus canciones se vieron confirmadas por un proceso legal. Cuando todavía Fred estaba en la empresa y el joven Donald comenzaba a hacerse cargo de los negocios, la División de los derechos civiles del Departamento de Justicia de los Estados Unidos presentó una demanda contra la inmobiliaria por negar el alquiler de sus apartamentos a personas afroamericanas.

La verdadera herencia del viejo Fred

La Biblia nos cuenta la historia de Jacob y Esaú (Génesis, 25-33). Jacob le roba la primogenitura a Esaú con la triquiñuela del plato de lentejas. La primogenitura de Jacob era prestar un mayor servicio a Dios.

Para hacerse de la primogenitura, Donald no necesitó de triquiñuela alguna. Le demostró al patriarca que era más digno de su legado, debido a que aprendió mejor sus lecciones. No hay que mostrar misericordia en el cobro de la renta. No hay que mostrar compasión en los negocios, en lo social, ni en lo familiar. Y siempre hay que quedarse con la parte del león. La religión Trump parece ser: Haz lo que no quieras que te hagan.

***

Suscríbete al canal de Prodavinci en Telegram haciendo click aquí

Wolfgang Gil Lugo 

Comentarios (6)

Hernán Lugo
19 de marzo, 2017

Muy buen artículo.

Silvana Pezzella
19 de marzo, 2017

Trump me recuerda el efecto del exceso de “radicales libres” en un organismo vivo: aumenta el stréss, desestabiliza la tensión y reduce el tiempo de vida, destruyendo la estabilidad interna y socavando la armonía con el Universo.

Oscar Meza
19 de marzo, 2017

Lamentable que ese personaje sea el presidente de la primera potencia mundial.

Irma Sánchez de Díaz
20 de marzo, 2017

Que más podría esperarse con un PADRE asi, lo que Donald aprendió, fue a ser implacable, sin compasión, cuando se portó asi con su familia, no quiero imaginarme con otros que lo sean, quisiera saber si da aunque sea, un dólar para alguna Fundación Benéfica, ojalá me equivoque, porque el dinero no te lo vas a llevar cuando te mueras, te vas como vinistes al mundo (SIN NADA) es verdad el dinero te da confort, pero me pregunto ? Te dará la Felicidad verdadera¿como tener una Familia tierna, unida y que te de amor no por interés, sino porque le sale del corazón,el dinero se acaba, pero el amor queda. Es todo.

Abel Carrasquero
26 de marzo, 2017

Los comentarios de Wolfgang son retazos de la historia de vida de Trump. Como bien lo destaca el autor su formación hobbiana es influida por el padre y todo lo que viene de allí es bueno para él. Basta con leer a Maquiavelo o a Zaratrusta para comprender lo que se ha engendrado. Sus acciones así lo dicen. La bondad aristotélica ha muerto, que viva ahora el nuevo príncipe. Así lo impone el determinismo social.

Carlos Aponte
29 de marzo, 2017

Se cumple esa máxima popular cómo dicen en el norte, las manzanas no caen muy lejos del árbol. He estado pensando últimamente al investigar a ciertos personajes, que en aspetos pecuniarios son exitosos, que las personas con mucha empatía y solidaridad, difícilmente llegan a ricos. Este tipo de personas ratifican que “El hombre es el lobo del hombre”

Envíenos su comentario

Política de comentarios

Usted es el único responsable del comentario que realice en esta página. No se permitirán comentarios que contengan ofensas, insultos, ataques a terceros, lenguaje inapropiado o con contenido discriminatorio. Tampoco se permitirán comentarios que no estén relacionados con el tema del artículo. La intención de Prodavinci es promover el diálogo constructivo.