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El muro Trump; por Héctor Abad Faciolince

Por Héctor Abad Faciolince | 30 de enero, 2017
El Presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, ordena la planificación y contrucción de un muro en la frontera con México / Fotografía de Nicholas Kamm para AFP Photo

El Presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, ordena la planificación y construcción de un muro en la frontera con México / Fotografía de Nicholas Kamm para AFP Photo

Los muros deshonran al que los construye. El muro de Berlín donde tantos murieron; el muro de Israel, que humilla y separa; los muros que construían los blancos surafricanos para separarse de los negros.

Quizá hoy las murallas de la antigüedad nos asombren por su resistencia al paso del tiempo, que todo lo embellece, pero no deberíamos olvidar que en la construcción de la Gran Muralla China murieron diez millones de trabajadores extenuados. Y no sabemos cuántos millones de mongoles o tártaros, intentando atravesarla.

Hay empresas expertas en construir muros tecnológicos contemporáneos: una de ellas, Saar Koursh, se ha ofrecido a terminar lo que falte de muro en los 3.200 kilómetros de frontera entre México y Estados Unidos. Ya tienen experiencia en Gaza, y en otro muro que construyeron entre Egipto y Jordania, con campo minado, sendero de huellas, torres de avistamiento con francotiradores. Participan en la licitación para otra muralla entre Kenia y Somalia. Ahora quisieran completar el Muro Trump.

En realidad ni siquiera es tan caro construir el Muro Trump. Si se piensa que el metro de Medellín costó 6 mil millones de dólares, el presupuesto para hacer este muro con México costaría apenas el doble: entre diez mil y 12 mil millones. Una fracción muy pequeña del comercio entre los dos países del norte, que es de más de 500 mil millones al año. Nada del otro mundo para el emporio inmobiliario de Trump, si lo dejaran participar en la licitación. Así como hay torres Trump, casinos Trump, reinados Trump, lo podrían hacer a cambio de poder cobrar la entrada para ir a ver pedazos del Muro Trump. Sería una nueva atracción turística, que podría incluir un intento fallido y fatal de atravesarlo (con mexicanos, colombianos, salvadoreños, guatemaltecos y hondureños electrocutados o abaleados en tiempo real): en pocos meses se paga el Muro Trump y empieza a dejar ganancias. La muerte de seres humanos, en vivo y en directo, podría volver a ser un espectáculo, como en los tiempos bárbaros que tanto añoran godos y nostálgicos.

En realidad todas las fanfarronadas de Trump no son otra cosa que propaganda para halagar a la plebe. No hay muros impermeables; una frontera tan extensa será siempre porosa. Poner murallas en los dos océanos, por ejemplo, sería imposible. Ahora habrá botes, pateras, canoas, lanchas, balsas, en lugar de espaldas mojadas. Surcar el mar es más fácil que atravesar el desierto. Lo que no llega por tierra, llega por el agua o por el aire.

O quién quita que, al cabo de los años, el Muro Trump sirva para contener a millones de norteamericanos que quieran escapar hacia el sur, en busca de países más civilizados, no gobernados por un Calígula del siglo XXI. Sería como una novela de Cormac Mccarthy o de Philip Roth, con hordas de desesperados que huyen hacia el sur.

La falta de inteligencia, la brutalidad más completa consiste en hacer daño a los demás y hacerse daño a sí mismos al tiempo, con las mismas palabras o en el mismo acto. Trump le hace daño a México, al mundo entero y a Estados Unidos. Sus palabras y sus actos producen asombro, después miedo y luego rabia. Generar rabia y desprecio es dañino para los demás, pero también para él.

Y hay otro efecto grave: lo típico de los líderes populistas es que generan todo el tiempo noticias sobre sí mismos. Siempre que he ido a países despóticos, en ellos no se habla de otra cosa que de sus tiranos: en Venezuela el único tema, durante años, fue el presidente Chávez; en Cuba Fidel obsesionaba; en Rusia Putin. Ahora Trump en Estados Unidos y buena parte del mundo es el único tema. Esta monotonía del tirano-espectáculo es muy mal síntoma. En los países más democráticos que conozco la gente ni siquiera está muy segura del nombre del presidente de turno. La mayoría de los suizos, por ejemplo, no lo sabe. El daño que Trump le hará al mundo entero será pequeño con el daño que le está haciendo y le hará a un país que fue grande y que le queda grande.

Héctor Abad Faciolince 

Comentarios (5)

Román Romano
31 de enero, 2017

El 12 de junio de 1987 el presidente Ronald Riagan llamaba la atención al presidente ruso Mijaíl Gorvachov para que tumbara el muro de la vergüenza, como lo llamara Winston Churchill. Casi 30 años más tarde un presidente de USA ordenaría la construcción de otro muro para la vergüenza ahora de todos sus conciudadanos y para él mismo.

Douglas Sucre
31 de enero, 2017

Estoy de acuerdo con la preocupación del autor. Pero no estoy de acuerdo en ensalzar, o citar como ejemplo, el hecho de que en un país donde supestamente funciona la democracia, la mayoría de la gente no sepa quién es su presidente. ¿Entonces, esa democracia no será una deformación maquillada?¿cómo es eso que los electores no saben a quiénes eligieron?¿son manipulados?¿son sustituidos?¿o la democracia no es tal?

Manuel Enrique Rizo Ceballos
31 de enero, 2017

Este muro se convertirá igual que el muro de Berlín entre las dos alemanias, pero este sera entre dos paises democraticos uno con problemas humanos y otro con problemas raciales.

Omar Leal
1 de febrero, 2017

Tal parece que en vez de preocuparse por un muro, habría que preocuparse por las razones por las cuales ese muro preocupa. Si le preocupa a ud. mas el muro que hace su vecino en vez de preocuparse por un verdadero techo y abrigo para su familia, entonces algo anda mal. Dónde esta su propia fuerza, dónde su razón de vida, es en Ud. o en su vecino? En vez de mirar al otro resolver sus problemas a su manera, dónde está la propia liberación de la dependencia?

maria Garcia
2 de febrero, 2017

Me gusto el punto del Sr. Omar Leal. Yo creo que le están dando demasiada alharaca al muro cuando en realidad hay un problema real, a Estados unidos le entran muchos ilegales por la frontera y Mexico se hace de la vista gorda porque le conviene que sus ciudadanos se vayan al país vecino, en vez de acabar con las mafias de droga y trafico humano que azota su frontera. No es que piense que el muro este bien, ni me gustan las formas de Trump, pero creo que cada país tiene derecho de cuidar y velar por lo que consideren va en beneficio de sus ciudadanos. Aqui en venezuela tuvimos una imigracion maravillosa cuando vinieron todos los europeos formados y aportaron muchas ideas y construyeron país. No así la que vino después formando los cerros y el cordón de miseria.

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