Tiene 102 años de edad pero esto, en su caso, es secundario: la longevidad no es uno de sus méritos centrales (aunque resulte maravilloso que haya alcanzado esa edad, porque además sigue lucidísimo). Se llama Nicanor Parra y es un poeta chileno, uno de los más importantes de la lengua castellana. Pero por qué limitarse a nuestro idioma. Parra es un poeta fundamental para cualquiera que lo lea (y, entre paréntesis, su familia misma ha estado, desde siempre, llena de lumbreras: su hermana, Violeta, poeta y cantante popular; sus hermanos Eduardo y Lautaro, cantantes; sus sobrinos, Isabel y Ángel, cantautores; su hija Colombina y sus sobrinos-nietos, Javiera y Ángel, músicos también; él, ni más ni menos que el guitarrista original de Los Tres). En fin: el tema aquí es que Nicanor Parra es la gran cosa y vale la pena leer esos textos inteligentes, irónicos, crudos y sabiamente prosaicos que él denominó “Antipoesía”.
Vino a Guadalajara, si la memoria no me falla, para recibir el entonces todavía llamado Premio Juan Rulfo de 1991, en la FIL. Así supe de él. Pero entonces tenía quince años y poco dinero para libros importados (los de Parra que llegaron a la feria eran todos del sello español Visor, excelentes, sí, pero carísimos). Recordemos que no eran días en que uno abriera la red y pudiera bajarse cien textos de un auto sin despeinarse. Nada de eso. Fue gracias a una antología publicada por el Fondo de Cultura Económica en 1993 (Poemas para combatir la calvicie) que pude, al fin, entrar de lleno a la lectura de su obra.
Todos aquellos que relacionan la poesía con textos herméticos e incomprensibles o, peor, quienes la toman por un modo de decir cursiladas que suenan a canciones de estudiantina, se verán desmentidos por la lectura de cualquiera de los títulos del chileno: Poemas y antipoemas, Obra gruesa, Artefactos, Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, Hojas de Parra, Chistes par(r)a desorientar a la policía (poesía)…
Por si fuera poco, Nicanor Parra puede ser un puente inmejorable (y menos estorbado por el exceso de laureles que los olímpicos Mistral y Neruda) para tomar contacto con la extraordinaria tradición de poesía chilena. A partir de él puede uno derivar hacia autores como Gonzalo Rojas, Enrique Lihn, Óscar Hahn, Violeta Parra, Jorge Teillier, Raúl Zurita, Diego Maquieira, Bruno Vidal, Gladys González, Alejandro Zambra, Leonardo Sanhueza, etcétera…
Parra recibió el Premio Cervantes, reputado como el más importante de nuestro idioma, en 2011, ya con unos respetables 97 años a cuestas. No acudió a España para recibirlo pero sí envió un discurso memorable y pleno de humor. Ahora, en su país, se promueve su candidatura para el premio Nobel de literatura. Francamente, poco importa si esto llega a cristalizarse o no. Parra, su inteligencia, su palabra siempre insolente y siempre atinada, seguirá allí, Nobel o no, incluso cuando el poeta se harte, por fin, de este planeta y se rinda a ese calendario del que tanto se ha reído.