Artes

La Nochebuena de 1952 // Diario de Armando Rojas Guardia

Por Armando Rojas Guardia | 10 de diciembre, 2016

rojas-guardia2

5

El primer recuerdo consciente de mi vida es la Nochebuena de 1952. Mi familia y yo vivíamos en Praga, donde mi padre era diplomático. Entrecierro los ojos y me veo, minúsculo, de pie sobre la alfombra color champaña que se extiende a todo lo largo y ancho del salón de la casa. Estoy contemplando a papá, arrodillado porque en ese momento opera el mecanismo que hace funcionar un tren eléctrico (su regalo para mí esa Navidad). A su lado se levanta, enorme y esbelto, el árbol, engalanado de luces que parecen joyas (su fulgor es tan intenso que lacera los ojos de quienes lo miran). Y toda la escena pervive en mi memoria totalmente nimbada por un hálito sagrado, tan inconmensurable es la emoción feliz que se desprende de ella, como si a los dos años y medio de mi edad yo ya pudiera captar la numinosidad específica de la fiesta que celebramos, una fiesta religiosa y familiar cuya íntima alegría es visible en el rostro de mi padre. Todo lo que hay de sacra ternura en la Nochebuena se me hace palpable en esos instantes de una dicha que todavía no sé definir ni pronunciar, pero que palpita al fondo de mi cuerpo infantil como una clamorosa evidencia.

Dice Borges en La Cifra:

“No hay un instante que no pueda ser el cráter del infierno. No hay un instante que no pueda ser el agua del Paraíso”.

A los dos años, en aquella Nochebuena de mi primera niñez, yo experimenté el Paraíso. Eliot alude a la experiencia transtemporal de este: “Solo puedo decir: allí estuvimos, / no puedo decir dónde; ni tampoco cuánto tiempo”. Probablemente, por el solo hecho pivotal de que esa vivencia late en el arranque mismo de mi existencia, de que ella está engastada como una gema en el último cofre de mi memoria, yo no me he vuelto loco y me mantengo vivo.

♦♦♦

Suscríbete al canal de Prodavinci en Telegram haciendo click aquí

Armando Rojas Guardia Poeta, crítico y ensayista venezolano, tuvo un papel fundamental en la fundación del Grupo Tráfico, y ha publicado numerosos poemarios y colecciones de ensayos, entre ellos "Del mismo amor ardiendo" (1979), "Yo supe de la vieja herida" (1985), "Poemas de Quebrada de la Virgen" (1985), "Hacia la noche viva" (1989), "La nada vigilante" (1994) y "El esplendor y la espera" (2000).

Comentarios (3)

George Orwell
12 de diciembre, 2016

Magnífico! Breve y lleno! Gracias por haberlo escrito.

Sheyla Falcony
13 de diciembre, 2016

Definitivamente visitar el Blog del Profesor Armando, es como tomarse un exquisito vino tinto dulce. Querido Profe.. desde una de las trincheras de la bella Nueva Inglaterra, le enviamos un caluroso abrazo de Nochebuena 2016.!! ……………….

Un bello instante: es desplegar alas, haciendo tuyo todo el Universo

sheyla, 12-16

otto
19 de diciembre, 2016

la nochebuena seria mas bella si dejáramos de pensar y vivir en esa atolondrada manera de comérnosla con tanto cachivache feo y horrible que desdice de unos días para charlar entre amigos… gracias poeta por estas lineas memoriosas llenas de afecto…

Envíenos su comentario

Política de comentarios

Usted es el único responsable del comentario que realice en esta página. No se permitirán comentarios que contengan ofensas, insultos, ataques a terceros, lenguaje inapropiado o con contenido discriminatorio. Tampoco se permitirán comentarios que no estén relacionados con el tema del artículo. La intención de Prodavinci es promover el diálogo constructivo.