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Un análisis sobre el inicio del proceso de diálogo en Venezuela; por Juan Manuel Raffalli

Exclusivo Gris

Fotografía de AVN

Fotografía de AVN

La noche del domingo 30 de octubre marca un hito relevante en el conflicto político y social que vive Venezuela. Después de varias reuniones preparatorias, se ha instalado formalmente una Mesa de Diálogo con Facilitación Internacional. Sin embargo, el arranque ha sido tortuoso y arroja riesgos sobre sí mismo, aunque también esperanzas para la paz del país.

Seguidamente, basados en nuestra experiencia en el proceso muy similar a éste llevado a efecto entre el 2002-2003, evaluamos esta primera sesión y sus efectos.

1. Naturaleza de la reunión

La sesión celebrada en el Museo Alejandro Otero de La Rinconada es la primera en la que estas partes se ven las caras en una misma mesa. También ha sido la primera que se ha transmitido públicamente, al menos en parte, y la primera en la cual el Facilitador interviene con ese carácter asumido explícitamente por ambas partes.

Lo anterior deja muy claro que la reunión del pasado 30 de octubre ha sido la sesión de instalación de la Mesa de Diálogo. Y precisamente por eso, lo importante ha sido el hecho mismo de la reunión, incluso por encima de lo que en el fondo se haya discutido o expuesto discursivamente.

Sin embargo, por ser un punto de partida, las definiciones previas que se hayan alcanzado y su puesta en escena sí serán determinantes del resto del proceso y sus efectos reales. Si los objetivos no quedan muy bien definidos desde el inicio y la Mesa no es asumida como legítima, el éxito del proceso se puede ver muy comprometido.

2. Puesta en escena

Reza el dicho popular que la primera impresión se da una sola vez. Como bien señaló el representante de El Vaticano, cuando se arranca con buen pie se parte desde la mitad del trayecto. Pues bien, a no dudarlo, la puesta en escena de la sesión inicial fue sencillamente infeliz, al punto que se ha convertido en el primer obstáculo real que ahora tiene que librar el proceso.

Si ya era complejo convencer a los más radicales de la conveniencia de un diálogo a estas alturas del conflicto, con este arranque visual y simbólico ahora será mucho más difícil.

Entendemos que la presencia de Nicolás Maduro era importante para la facilitación, a los fines de darle plena legitimidad e incluso legalidad oficial. Sin embargo, existían muchas otras formas de lograr ese objetivo distintas a colocar a Maduro en el sitio físico donde lo colocaron: nada menos que presidiendo la reunión y dándole la palabra como protagonista.

Y la misma sensación visual produjo ver a un representante de la Iglesia sentado del lado de la representación del Gobierno.

Debemos recordar que en el proceso que se llevó a cabo en 2002, Hugo Chávez se reunió muchas veces con el presidente César Gaviria quien era el Jefe de la Facilitación, pero jamás se sentó directamente con las partes pues aquello podía contaminar el proceso.

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Es necesario señalar que lo anterior no quiere decir que sea el Gobierno quien está tutelando el proceso de diálogo, pero ésa es la impresión que quedó en el ambiente. Y en estos procesos basados en la confianza las percepciones son cruciales, más aún si se trata de las primeras imágenes.

De resto, el breve discurso de Maduro fue una esperada declaración de falsa magnanimidad mientras que la del Facilitador principal enviado por El Vaticano fue un llamado a la esperanza para que, con tolerancia, triunfe la paz sobre la violencia.

Nada más podía esperarse.

3. La Facilitación

Ciertamente ha sido un logro de la oposición que la Facilitación cambiara sustancialmente. Al menos públicamente, José Luis Rodríguez Zapatero pareciera haber tomado menos protagonismo, aunque no se pueda saber qué sucede tras bastidores. Pero que quien asumiera la batuta desde el primer día fuera el enviado de El Vaticano, Emir Paúl Tscherrig, y que también asumiera una posición relevante el presidente Martín Torrijos son factores que denotan un cambio a favor de las peticiones opositoras.

El representante de El Vaticano dio la impresión de ser un hombre experimentado y con autoritas. Es decir: un hombre con temple y galones para poner las cosas en su sitio, pero eso se verá a medida que transcurran los días y empiecen las vivezas criollas. En especial las dilatorias.

4. Las Representaciones

En todo proceso de negociación, la representación de cada parte determina su legitimidad y las posibilidades reales de éxito.

Por parte del Gobierno, los negociadores fueron los mismos y Nicolás Maduro dio claras señas de estar directamente involucrado. Entonces, vale decir, la representación oficial es plena y legitima.

Pero por el lado de la MUD la cosa es muy distinta. Sin demeritar la talla del alcalde Carlos Ocariz y el gobernador Henri Falcón, sencillamente ni son todos los que están, ni están todos los que son.

Es en este punto donde se debe hacer el Test de la legitimidad en la representación. Es sencillo, pues consiste en hacerse una sola pregunta: ¿los representantes actuales de la oposición están en condiciones de imponer cualquier decisión acordada en la Mesa de Diálogo? Y la respuesta evidente es negativa.

Es imperioso concluir que mientras que Voluntad Popular y otros actores como María Corina Machado no estén allí representados con vigor, esa representación no es plena.

Igualmente, y más allá de la representación, en la medida en que Henrique Capriles Radonski, Henry Ramos Allup y Leopoldo López no refrenden cualquier acuerdo, su potencialidad de ejecutoria efectiva es impensable.

5. Próximos Pasos

Entendemos que la sesión inicial se extendió hasta la madrugada y que lo que se discutió con seguridad fueron los temas de la agenda, la metodología y el cronograma. Veamos:

Todo lo anterior revela que no hay urgencia en los plazos ni en los contenidos. Si el propósito era dialogar con efectividad, son demoras. De hecho hablar de “proceso” evoca lentitud y burocracia.

Esta situación puede atentar contra la efectividad del mecanismo, pues una alta proporción de los opositores piensa que se trata de una nueva estrategia del Gobierno para ganar tiempo. Y es precisamente por ello que el éxito del diálogo dependerá de acciones reales, oportunas  y concretas en materia electoral, dado que la impresión generalizada es que todos los temas pasan por una salida electoral en poco tiempo.

La vigencia del acuerdo 2003 y algunas acotaciones

Si se me permitiera hacer una sola sugerencia a la facilitación y a las partes, diría que partan del acuerdo alcanzado en 2003 y no desde cero.

Dado que el propio Nicolás Maduro se refirió a la experiencia del año 2002 que concomimos muy de cerca, se nos hace inevitable señalar que un posible Acuerdo Derivado de la Mesa de Diálogo instalada el 30 de octubre tendría un texto muy similar al alcanzado en 2002, cuando el propio Hugo Chávez admitió que la salida a la crisis era electoral y con un árbitro aceptado por ambas partes, privilegiando el Referéndum Revocatorio previsto en el Artículo 72 de la Constitución, siempre que se cumplan los requisitos constitucionales (que ya están prácticamente cumplidos), a despecho de las actuales rectoras del CNE, quienes por cierto han sido parte del problema y no de la solución.

A la hora de hablar de beneficios y consecuencias, la puesta en escena y las primeras imágenes del inicio del proceso lo han puesto en riesgo. Y con eso han afectado la factibilidad de éxito para la Facilitación y para todos los venezolanos. Algo que decimos con sincera preocupación. Y así las cosas, el Gobierno corre el riesgo de que un diálogo mal visto insufle el radicalismo y exacerbe más los ánimos, colocando a las Fuerzas Armadas en la situación de administrar la violencia, principalmente de los colectivos armados.

En este punto hay que preguntarse si esta primera impresión sobre el diálogo no habrá echado más leña al fuego.

Por su parte, para la oposición el riesgo evidente es la división interna y el potencial de desestimulo a la protesta masiva y determinada en la calle. Todo dependerá de los mensajes de su liderazgo durante los próximos días.

Recordemos que el descontento popular y la soberanía del pueblo son el capital vital que tiene la oposición en el diálogo.

El beneficio inmediato para ambas partes es que en el medio del conflicto se abre una instancia para canalizar victorias, derrotas y salidas “tablas”. Si se hace bien es una gran oportunidad para la paz.

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Juan Manuel Raffalli fue Asesor Jurídico del Proceso de Negociación y Acuerdos con Mediación de la OEA en 2002.

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