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10 preguntas a Pedro Plaza Salvati sobre ‘El hombre azul’

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Pedro Plaza Salvati retratado por Andrés Kerese

1. ¿Cómo nació la idea de esta novela?
En el 2009 estaba buscando una tregua mental de la situación que se vivía en el país. Apliqué a una maestría de escritura en la Universidad de Nueva York y me aceptaron con una beca. Por supuesto que no desaproveché la oportunidad. La experiencia resultó una suerte boot camp de dos años enfocado a la práctica del oficio de escritor, y requería concluir una novela o libro de cuentos, en el caso de que uno se especializara en narrativa. Yo tenía un cuento que ya se tornaba muy extenso, expansivo, híbrido; se desbordaba. Terminé la maestría a mediados de 2012 con la tesis/novela El hombre azul y desde entonces comenzó un largo peregrinaje para lograr su publicación.

2. ¿Cómo llegaste a publicar esta novela en medio de la crisis editorial que enfrenta Venezuela?
La presenté a algunos concursos y no fue considerada. También fue rechazada por una editorial local y por otra española que estimó que el texto era muy ajeno para el lector de ese país. En abril de 2014 recibí la respuesta positiva de Alfaguara de que El hombre azul había sido aprobado para su publicación por parte del Comité. La mala noticia fue que al surgir la venta de los sellos de Ediciones Generales de Editorial Santillana (que incluye a Alfaguara) al grupo Random House justo en ese momento, optaron por no asumir nuevos compromisos y solo honrar los que ya habían sido adquiridos con otros autores. Tuve mala suerte. Un libro es como un hijo; un hijo que de pronto caía en el anonimato perpetuo. Hasta que, por pura casualidad, en un evento literario en noviembre de 2014 en Nueva York, conversé con el escritor Adalber Salas, vinculado al sello bid & co. editor. Me pidió el manuscrito que remitió, luego de leerlo, al editor, Bernardo Infante y que contó además con el aval del crítico literario Carlos Sandoval.  Con la debacle que ha vivido el país y la crisis editorial me siento afortunado de que, al fin, salga publicado el libro.

3. ¿Se podría enmarcar El hombre azul dentro de la creciente movida de obras que aspiran contar, a través de cuentos y novelas y hasta poesía, lo que ha sido vivir en Venezuela bajo la era del chavismo, tal vez pensando en futuras generaciones?
No necesariamente. O, mejor dicho: digamos que de manera parcial y no intencional. Cuando empiezo a escribir un texto, en mi caso, no sé en realidad en qué va a derivar. Escribo para descubrir lo que quiero contar y nunca, jamás, para pretender sermonear al lector. Marco Perdomo es el personaje principal de la novela. Tanto Marco como Gaby Wang, su esposa, se ven imposibilitados de trabajar en las profesiones que habían estudiado. Marco, graduado en Estudios Internacionales, se negaba a ingresar a la Cancillería y poner en práctica el Patria, socialismo o muerte. Gaby, que había estudiado Ingeniería mecánica, apenas pudo montar una tienda de bisutería. Entonces deciden vender todo lo que tienen y, junto a una herencia compran una casita en Florida para encontrarse con la realidad de la dictadura de las leyes y de las fallas de un sistema que se supone que funciona pero en el que ocurren, a menudo, errores de consecuencias nefastas, y que colocan a Marco al borde del abismo mental y financiero.

4. Muchos de los eventos toman lugar en la llamada Doralzuela y abordas también, aparte del desarraigo y la diáspora, el tema del encuentro de las culturas cubanas y venezolanas, sobre todo en los capítulos: Un oleoducto entre Maracaibo y La Habana y en Room Service. ¿Es tu libro también un intento de retratar esa Miami odiada y amada por tantos?
Miami está presente como la cúspide de lo que simboliza la trampa americana, por llamarlo de alguna manera: de cómo unos pillos pueden arruinar la vida de otros legalmente y de cómo esa ciudad de concreto, pantanos y distancias interminables, puede hundir la vida de las personas; tanto material como espiritualmente. La ciudad está retratada desde el punto de vista particular del personaje central y como consecuencia de todo lo que le acontece.

5. ¿Hay entonces una suerte de cruce de mundos que se desmoronan, digo: el del país de origen de Marco y el del país donde decide migrar?
En efecto, hay un cruce de mundos con todos los defectos de cada uno: la pérdida del sueño venezolano si se quiere y la del sueño americano: las ilusiones personales rotas, el derrumbe de las opciones. Ante este desmoronamiento que refieres el personaje va perdiendo la razón y el lector lo percibe en su conducta, por las cosas que dice, las decisiones que toma, las obsesiones; se vuelve desencajado, extravagante y alucinado.

6. ¿Podría decirse entonces que hay una conexión en El hombre azul con el desencanto que encontramos en tu libro Decepción de altura, en el sentido de la no aceptación o conflicto con el mundo de lo venezolano?
En Decepción de altura se incurre solo de manera muy tangencial y sutil en lo político. En realidad son historias en una Venezuela surrealista y desquiciada. Un psiquiatra amigo me dijo que el libro le recordaba la película Relatos salvajes. El hombre azul, a diferencia, toca directamente la era chavista y de cómo ha trastornado la vida de las personas. Ello, como te comenté, solo de manera parcial porque gran parte de los hechos ocurren en suelo estadounidense donde, como reza el título de uno de los capítulos: El sueño americano ocurre solo cuando duermes.

7. ¿Marco Perdomo sufre de Decepción de altura?
Muy acertada tu conexión. En la lectura de ese libro publicado por Equinoccio nos enteramos que Decepción de altura (ya como enfermedad) la define un tal doctor Antonio Vanderlinden en su obra Desórdenes citadinos, y dice que “se caracteriza por niveles elevados de estrés, ansiedad y una falsa subyugación por lo extranjero, que siempre parece superior a la reali­dad local. Puede conducir al síndrome del laberinto sin salida, a la creación de mundos paralelos y, en algunos casos, al suicidio desde las alturas”. Marco Perdomo en El hombre azul sufre de Decepción de altura ya que busca un mundo alterno en lo extranjero, creyendo falsamente que era una forma de vida superior.

8. ¿Cómo definirías la estructura narrativa de la novela?
El libro está dividido en dos partes. La primera consta de 18 capítulos y la segunda de 17 capítulos. La estructura no es cronológica. La primera parte relata los acontecimientos significativos que ocurren en Caracas y en Miami. La segunda transcurre más que todo en suelo yankee, y tiene algunos capítulos reflexivos en donde Marco hasta le escribe una Carta de conveniencia a Dios que coloca en un buzón en el Servicio Postal. Se utiliza el recurso del flash-back que da luces sobre el origen de los comportamientos de Marco Perdomo y de una particularidad: su maña de llevar ritmos con las manos, algo que se convierte en un elemento convergente, unificador, y que tiene un desenlace clave. Un detalle a resaltar es que hay palabras y frases en inglés que intencionalmente no coloqué en itálicas y que aspiro a que funcionen con naturalidad en el ritmo narrativo. Los diálogos de los personajes, salvo el penúltimo capítulo, están insertados dentro de los párrafos, lo que me presentó el reto de identificar las voces con claridad para bienestar del lector.

9. Hay unos capítulos que parecen crónicas, me refiero a La muerte embargada, Cenizas inmobiliarias y La guerra en casa.
Es correcto. Inserté, como rebanadas dentro de un emparedado, tres capítulos estrictamente de no ficción, periodísticos si se quiere, para generar credibilidad por lo que atraviesa Marco en comparación con los padecimientos de personas reales en situaciones reales con la experiencia del foreclosure. Todo está inspirado en la realidad.

10. ¿Tienes algún nuevo proyecto aparte de El hombre azul?
El 22 de noviembre de este año presentaré en Costa Rica otra novela que transcurre, más que todo, en ese país. Se llama El lugar de las nubes y he tenido la suerte de que fue aceptada para su publicación por Uruk Editores, una de las editoriales más importantes de Centroamérica. Es la historia de un personaje aficionado al estudio de la historia y que tiene una agencia de viajes, que se divorcia y decide pasar unos días Costa Rica, con la intención de tratar de sanar las heridas producto de la separación. Ese viaje tiene un doble propósito porque va también a cumplir una deuda pendiente con el pasado, una deuda familiar de larga data sobre algo que aconteció en 1936 en San José. En el trasfondo de esta novela está el tema de los cuestionamientos a Dios, la evolución de las especies, la similitud de los hombres con los monos y lo materno, así como una mirada a la identidad costarricense contemporánea desde los ojos del que la descubre con sus contradicciones y medias verdades. La novela se presentará en San José en compañía del autor costarricense, Carlos Cortés, finalista del Rómulo Gallegos. De manera que me siento muy afortunado de poder presentar ambos libros este año: El hombre azul y El lugar de las nubes. Es el resultado de años de esfuerzo que convergen, por azar, con una diferencia de solo pocos días en países distintos. Ah, claro, casi se me olvida: tengo listo un libro que es un conjunto de crónicas extensas con distintos registros narrativos. Obsesionado con Nueva York, también trabajo en una novela de largo aliento (largo aliento para mí, claro está: todo es relativo).