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Ganó Colombia; por Piedad Bonnett

Gano Colombia por Piedad Bonnet

Persistencia, serenidad, capacidad de cálculo y visión es lo que necesita un buen juego, y todas estas han sido las virtudes del equipo negociador de La Habana, que se apuntó un triunfo con el acuerdo sobre el fin del conflicto.

Al presidente Santos, cabeza de este equipo, pueden reprochársele muchas cosas, pero su valiente apuesta por la paz le merece ya un reconocimiento histórico. Ganó Colombia y todos debemos estarles agradecidos. Como todo gran triunfo, éste ha sido recibido con alegría justificada por una mayoría. Pero hay que decir, a riesgo de aguar la fiesta, que conviene moderar las expectativas, porque lo que sigue será difícil: los peligros de mantener la paz son de distinta índole. Basta ver cómo no ha terminado aún de firmarse el fin de la guerra cuando ya algunos medios, de forma solapada, están atizando la hoguera del descontento, y cómo los insidiosos de siempre han salido a decir, como Pastrana, que el acuerdo “prescinde de impartir justicia y avala el narcotráfico”.

Colombia-firma-la-paz-Claves-para-entender-el-proceso-de-negociación-entre-las-Farc-y-el-gobierno-colombiano-por-Gaby-Arenas-de-320Cuenta García Márquez, quien supo descifrar el alma de este país, que después de la matanza de las bananeras los trabajadores preguntaron cuándo se firmarían los pactos hechos con la Compañía y con el gobierno, y que Mr. Brown contestó: “será cuando escampe”. Y a continuación leemos: “llovió cuatro años, once meses y dos días”. Venimos de una larga tradición de promesas traicionadas, y por eso ahora lo más importante es dar cumplimiento a lo pactado. En primer lugar, garantizando la seguridad de los exguerrilleros, para que no se repita algo parecido al exterminio sistemático de la Unión Patriótica. Y en segundo término, garantizando justicia y reparación. Nada fácil, si se tiene en cuenta cuán afilados son los colmillos de los que hasta hoy persisten en la vía violenta, y como el Estado no ha podido frenar los asesinatos de sindicalistas, ambientalistas y líderes de tierras.

La firma del acuerdo no es, como dicen algunos, un pacto entre dos fuerzas minoritarias a costa de los intereses de todos los colombianos o un simple pacto de no agresión, pero hay que reconocer que las verdaderas condiciones para la paz no existen todavía. Nos abocamos a un proceso a mediano y largo plazo, que exigirá a los colombianos tolerancia y paciencia pero también mucha decisión política. Muchos hechos dolorosos seguiremos viendo, porque la corrupción corroe todas las instancias, porque buena parte de la clase política es clientelista y mediocre, porque siguen los contubernios con los paramilitares, porque los gobiernos viven apagando incendios pero no han creado una solidez democrática que incentive y respete la participación social, porque las políticas económicas siguen perpetuando las desigualdades. Es por eso que la ciudadanía tiene mucho qué hacer ahora. Primero, refrendando la paz en las urnas, derrotando a los que quieren no justicia sino venganza y después, eligiendo bien a la hora de elegir a los que nos representan. Porque necesitamos líderes moderados, con vocación social y transformadora, firmes pero no autoritarios, capaces de garantizar que otra guerra no se alce de las cenizas de la que hoy se acaba.

La-paz-son-los-cambios-por-William-Ospina-320X60

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