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Al límite // Leopoldo y Henrique vs. Maduro y sus Juegos del Hambre; por Luis García Mora

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Vi el viernes a Maduro ante todos los venezolanos en cadena de radio y televisión, muerto de risa, presumiendo con una enorme y apetitosa arepa rebosante de una carne mechada que no se consigue por ninguna parte, con ese cinismo cruel al que ya nos tiene acostumbrados.

Y fue como si contemplara al presidente Coriolanus Snow, el de los Hunger Games, pero más gordo y oblongo. Más a lo Sadam Hussein.

Una burla feroz y obscena.

Por otro lado, el jueves, la Directora para las Américas de Amnistía Internacional adelantaba las conclusiones de la delegación de alto nivel que la ONG ha enviado al país para verificar de forma independiente la situación sobre el terreno. “En Venezuela hay desesperación y hambre”. Y que esta crisis alimentaria y de salud “puede llevar al país a una pesadilla inimaginable”, alertando sobre “la imposibilidad de las personas a acceder a la salud y a los alimentos básicos”

Es decir, estamos en una suerte de Panem, o ese Distrito 10 distópico donde los hambrientos saquean un camión de pollo, de carne, de queso… y son reprimidos por los equipos antimotines de la GNB y de la PNB.

Mientras tanto, ahí en las pantallas de tevé, el Presidente orondo y completamente desconectado de la realidad dice, mortificado por su risa, que no se come la arepa porque “está lleno”, para luego acercarse al micrófono como si se tratara de un Donald Sutherland tropical y desbordado anunciar que empiecen los Septuagésimocuartos Juegos del Hambre. Que empiece la espiral del miedo de esa infamante y endémica patología social que es la herencia de esta tribu, con los depósitos de petróleo mas grandes del planeta, pero deshumanizada y manipulada por unos saqueadores sin piedad que no se rinden, no la sueltan y no están dispuestos a aflojarla hasta que no le vean el hueso.

El corresponsal de la BBC en La Habana, Will Grant, quien también estuvo basado en Caracas, ve similitudes entre la situación venezolana y el llamado “período especial” tras el colapso de la Unión Soviética, dolorosamente grabado con fuego en la memoria colectiva de Cuba como sinónimo de hambre, penuria y sufrimiento. Etapa en la que más de uno debió vender las reliquias familiares para comprar comida y convertir en parte del menú a los gatos callejeros. Todo luego de pasar sus días y noches (como está ocurriendo aquí) fuera de los expendios  y las farmacias, esperando la llegada azarosa de la harina, del pan, del aceite, de los pañales o del papel higiénico, con un paisaje de tropas armadas y turbas desesperadas agolpándose a las puertas de abastos y supermercados bajo la amenaza constante de saqueos pendiendo sobre sus cabezas.

Un tipo de situación en la que, como ya se advierte en varias ciudades del país, la gente puede terminar matándose.

¿Por qué?

Por la magnitud de las cifras. Por la magnitud de los desequilibrios. Por la magnitud de la crisis que un equipo de expertos y académicos venezolanos en el área científico social acaban de desmenuzar reunidos en Bogotá, antes de construir un acuerdo viable de gestión gubernamental, con especial énfasis en las políticas públicas. Porque eso hoy es necesario: diagnóstico y propuestas concretas y viables, dentro de un programa de gobierno de coyuntura, consensuado, capaz de sacar al país de la hecatombe ante las dos graves emergencias: alimentos y medicinas.

Y está la magnitud del conflicto político. Luego de la aplastante victoria de la oposición en las parlamentarias del 6-D se acabó el mito de la invencibilidad “revolucionaria” en cualquier elección, como se ufanaba Chávez, alardeando con el control total y la botija llena que supuestamente gobernaría hasta el 2040.

Ínfulas. Graves. Pedestres. Necias.

Ínfulas que arrinconaban al país adversario convirtiéndolo en blanco de su poder de fuego, pues no en vano dragoneaba con una Kalashnikov en las manos.

Pero eso se acabó el 6-D, quedando sobre el tablero, conquistado con el voto de 7.5 millones de venezolanos, espacios democráticos y espacios dictatoriales dominados por el gobierno, como bien ha apuntado aquí Fernando Mires.

Éste es un tablero distinto que se abrió con demasiada energía hacia una dinámica de cambio total, políticamente irreversible (sobre todo electoralmente) y donde es difícil mediar si quienes lo están intentando, como Zapatero y Samper con UNASUR y OEA (y hasta La Habana y Washington, en una operación de salvataje) dejan que el gobierno de Maduro juegue a salvar ese poder total “revolucionario” e irreversible, como si se tratara de Cuba y Fidel y no de una Venezuela indócil. Insumisa y rebelde. Que la camarilla no acepta. Y que sólo concibe como una lucha armada y militar, y no como un fenómeno democrático y civilizado.

No hay forma de que abandonen esa categoría de “irreversibilidad del proceso”, decretada desde el poder total por aquel Chávez y su séquito de marxistas brutalmente limitados, capaces de llegar en su voluntad de dominio hasta la violencia y el hambre.

Con la incultura urbana del malandro, del pran, que domina el espacio público como el jefe de una banda, mafioso, despótico, despiadado, como conducta ejemplar, capaz de agredir, como el jueves, a un tipo como Julio Borges. Un hombre de verbo cáustico, pero físicamente inofensivo, a quien emboscaron con odio y tubos incluidos de la forma más baja y cuya imagen mediática, al dar la vuelta al mundo, no los avergüenza sino que los enorgullece en su enfermedad.

¡Hasta cuándo tanto agavillamiento impune!

Para que nuestro Donald Sutherland al revés dijera que él se lo buscó por ser un derechista de… como si no estuviéramos en un país democrático y libre, sino dentro del patio de una prisión.

Leopoldo y Henrique se acercan

¿Saldremos de ésta? Si no nos unimos, no.

Y aquí el juego se complica. Pues en medio de un tablero en el que se mezcla la manipulación de Zapatero y Samper con la propia de aquí, por fuera de este juego hubo un cambio de luces entre dos líderes como Capriles y López.

Henrique retuiteó los tuits de Leopoldo López relatando su reunión con Zapatero y abrochándose al revocatorio.

Y ese retuit es leído como un estrechón de manos entre dos políticos llenos de diferencias, pero que en las chiquitas han logrado hacer política juntos, como en 2012.

Se trata de los dos líderes de mayor pegada popular en el país que, al coincidir en la misma política y en una crisis como ésta, obligan a rememorar ejemplos cruciales. Como cuando los dos líderes de la Generación del 28, Rómulo y Jóvito, depusieron sus rivalidades históricas para montarse sobre aquello que los unía ante la necesidad de enfrentar a la dictadura militar perezjimenista y, luego de 1958, las amenazas de golpe militar.

Y luego está el otro ejemplo, de todo lo contrario, el de la generación del 58, Eduardo Fernández y Osvaldo Álvarez Paz, casi 30 años ha, que si se hubieran unido en 1993 hubieran sido presidentes los dos. Y no lo fueron  por sus odios mellizales. Con lo que llegamos a hoy, cuando varios sectores juegan a las diferencias insalvables entre PJ y VP.

Y esto recuerda cuando, ante las famosas primarias de 2012, Armando Briquet, entonces activo en PJ, vio otro de esos cambios de luces entre Leopoldo y Henrique que lucía ganador (56 contra 13) y actuó logrando que ambos se pusieran de acuerdo. Deponiendo las armaduras, Leopoldo declinó en enero de 2012, dejando caer la bomba durante su última intervención, en los últimos minutos finales de un debate por televisión abierta: “el año 2012 será de cambios, juntos vamos a construir una unidad grande y buscando esa victoria del 7 de octubre, mañana de la mano de Henrique”.

Ahora, circunstancialmente, se están acercando a pesar de las resistencias que existen entre ambos. Priva la aritmética. Separados le abren el juego a AD, a UNT y a Henry Falcón. Si se entienden, potencian una unidad obligatoria.

Ellos son los dos líderes con mayor porcentaje nacional: juntos suman 80%.

Con el Grupo de los 4 encontrado. Con AD y UNT jugando por su lado a controlar la transición, apostando quizás a una presidencia acordada por consenso que termine o no el período de Maduro, sin pasar por el RR que lo saque y haya que convocar elecciones presidenciales en 30 días. Por eso tienen una oreja en el diálogo de Zapatero y Samper. Por eso PJ y VP defienden con uñas y dientes el plebiscito revocatorio. “Ha llegado la hora de los pactos bilaterales entre PJ y VP”, puntualiza Fernando Mires. Y eso es, como aceptan todos, el eje central del entorno. Que junto con sus consecuencias es lo que está estructurando el juego político venezolano: las elecciones, como ya lo dice Michael Penfold. Y que, de acabarlo el Gobierno, supondría una sacudida tal en medio de esta crisis de hambre, movilizaciones y represión, que alcanzaría una dimensión internacional.

Medirse.

El único legado del chavismo, como reconocía alguien, es la validación del voto en Venezuela por Chávez.

El país dejó de hacer política, de negociar (Chávez nunca le levantó el teléfono a la oposición durante su largo mandato) y, hoy, lo único que sabe es votar. Voto que ahora, perdido, Maduro y los suyos estrangulan.

¿Intentando qué? ¿Un Tsunami?

Zapatero, Samper y la bombona de oxígeno

Zapatero se ha encargado de regar por todos lados que cuenta con el apoyo de los gringos. Además, Kerry declaró el apoyo de EE.UU., con lo cual cobró fuerza la especie; y por Shannon, el de la foto en Haití con Delsy Rodríguez y Cabello, que ahora está en un puesto importante en el Departamento de Estado.

Dada la gravedad de la situación económica, que es el origen del diálogo para el Gobierno, que al mismo tiempo es la muerte del “proceso”. La gente no puede esperar un dialogo de meses ni de años. Hay desesperación en masa. Se evidencia por segundos.

Y esa misma crisis no devora al RR, pero desde la oposición los líderes van a tener que moverse rápido para dar explicaciones al pueblo, que ya luce abatido.

La validación será un buen termómetro.

Está llena de obstáculos urdidos desde el CNE. Veremos si la gente está dispuesta a pasarlos. El más complejo es que solo se validará en las capitales. Hay que viajar hasta ellas para poder confirmar las firmas. Y como el Gobierno necesita responsabilizar a la oposición de las medidas que debe tomar –y que no quiere tomar, mucho menos solo– monta la mesa.

Las otras vías (acordarse con la oposición a través de la aprobación de leyes en la Asamblea, pero careciendo de la mínima capacidad y de la más elemental experiencia parlamentaria, política y conceptual) están anuladas y buscan, con el apoyo de Zapatero y Samper, obligar a la oposición a sentarse.

Zapatero no es un mediador, es el promotor de un curioso acuerdo. No cree en el RR que, según él (y así lo ha dicho), no debería existir.

Como si no fuera constitucional.

No es fácil la situación.

La oposición va a tener que hacer todo lo posible dentro de las posibilidades que no son muchas.

Defender las posiciones alcanzadas de la mano del pueblo que sufre este “período especial” es vital.

El momento es duro, no hay duda.

Pero hay que jugársela.