Artes

Kelly Gordon: un retrato con dimensiones variables; por Mary Martínez Torrealba

Por Mary Martínez Torrealba | 23 de abril, 2016
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Kelly Gordon retratada por Roberto Mata

Kelly Gordon: un retrato

Hacer un retrato, como actividad sensible, implica una responsabilidad importante. Lo principal es acercarse con respeto, con la disposición de dejar que el personaje o la figura retratada sea verdadera protagonista, que sea su imagen la que hable, la que se haga presente. Así, como el lente de Roberto Mata lo demuestra, el retrato de Kelly Gordon le hace justicia a su presencia modesta y afable. Y esta conversación también apunta a ese camino.

Kelly Gordon, curadora norteamericana que visitó nuestro país apenas durante cuatros días, tiene en su haber una amplia trayectoria en los universos del arte y de la imagen en movimiento, Fue fundadora del departamento de Filmes y Medios del Museo Hirshhorn Smithsonian, en Washington DC. Y esta corta (pero enérgica) visita forma parte del programa Global Visions, organizado e impulsado por BackroomCCS y que se inició con la muestra Focus de Jonathan Monaghan, curada por esta destacada investigadora.

En un discurso espontáneo y desenfadado, Kelly Gordon nos pone a tono ante la expectativa y la energía con la que se ha topado en esta primera visita a Latinoamérica. Pero éste no es su primer encuentro con estas latitudes: ha trabajado de cerca con artistas y proyectos latinoamericanos durante su amplia trayectoria. Hoy en día es ella quien supervisa una iniciativa internacional de restauración y digitalización de piezas tempranas de video y multimedia en Brasil, la cual incluye entrevistas con los artistas en función de portafolios, además del registro sobre cómo se ha mostrado el material a nivel nacional e internacional más las nuevas propuestas de estos artistas.

El día anterior

El día anterior a esta reunión, Kelly Gordon había dictado un taller para artistas, curadores y estudiantes de arte titulado Best of Best, seguido por la charla abierta Best of Now, en la que destacó importantes piezas y artistas de video de la escena internacional actual. Tras la experiencia del taller y de la charla, con las preguntas pertinentes y la avidez de quienes intercambiaron sus ideas, dijo: “De aquí, de ustedes, me llevaré su energía”. Pero también reiteró su sorpresa ante la incredulidad del público al expresarles que Venezuela tiene resonancia internacional desde su arte moderno, algo que representa para ella una referencia de la cultura visual del país, de sus potencialidades actuales y la oportunidad de trabajar en conjunto a partir del programa Global Visions.

Los contenidos planteados en el taller y en la charla iban desde la preservación hasta la museografía del video, con un énfasis en pensar una museografía para video y en cómo se traduce una mejor lectura de la pieza. En este contexto imaginado, pensado desde una colección de museo, Kelly dijo:

“Algo que es importante saber, mientras el artista está vivo, es cuál es la latitud, cuál es el rango de libertad para exponer la pieza. Cuando se adquiere una obra investigo  para saber qué es ideal, qué es aceptable y qué es inaceptable. Y aquí el por qué: si tratas de hacer lo ideal, a veces habrá tantas prescripciones descritas que, dentro de veinte años, los curadores van a decir ‘¿Sabes? Me encantaría hacer esto, pero yo no quiero comprar esta pieza. No puedo construir un cuarto así o no puedo pintarlo de este color’ y entonces no puedes usar la pieza porque es muy difícil de mostrarla. Y si la pieza es para que viva, para que sea mostrada, el artista debe entenderlo… Yo he dicho que en mi tumba estará escrito: Dimensiones variables”

Más allá del epitafio

Las risas que despertaron esa idea de epitafio hablaban de las múltiples posibilidades del arte y, por supuesto, del video y el abanico de opciones a las cuales se puede acceder. Porque eso es lo que pasa con el video: es un medio versátil, que se abre siempre a distintas maneras del hacer y mostrar. Y al referirse a ese momento en que se hacen instalaciones o montajes de video, Kelly Gordon reitera:

“Cada día puede haber algo, razones completamente fuera de tu control. Por ejemplo: cuando estaba montando una de mis primeras exposiciones, una de Douglas Gordon, tenía una instalación de video inmensa. Y cuando llegué al museo para la inauguración, el equipo de seguridad me dice: ‘No tiene que apurarse’. Y yo le respondo: ‘No, estoy llegando apenas un poco tarde’. Y entonces me replicó: ‘No, ¡es que no hay electricidad!’

La risa ahora era más que de comprensión: en Venezuela, esa anécdota podía referirse a cualquier día de los curadores presentes. Completó la historia:

“Llamé al artista y le di la noticia. Le pareció divertidísima. Y cuando volvió la electricidad había que reprogramar todo de nuevo”

La dinámica del video es más propensa a esos imprevistos, con todos los factores que se necesitan y de los cuales depende la instalación de la pieza, algo que puede llegar a ser muy estresante. Y ella misma lo sentencia, volviendo a movernos a la risa:

“No puedes ser histérico. Yo creo que una de las cosas que me hizo crecer tanto y tan rápido fue que nadie quería trabajar con esto en el museo… y yo no sabía por qué hasta que me involucré. La experiencia con bandas punk, conciertos y ese tipo de trabajo cuando era joven fue el entrenamiento perfecto, porque te conviertes en un solucionador de problemas. Trabajé con una artista italiana que me dijo: ‘Lo preparé todo perfectamente en mi estudio y llevaré a mi equipo para que lo instalen allá’. Y yo le dije: ‘¡Uh! Incluso si se replicara la instalación como en el estudio, de alguna manera va a ser diferente. No sé por qué, pero no va a ser lo mismo’. Ella igual llevó su equipo, pero luego me dijo que tenía razón, que tampoco sabía por qué, pero que era cierto”

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Kelly Gordon retratada por Roberto Mata

La curaduría vs. las redes sociales

Para Kelly Gordon, la curaduría es apenas un puente que va desde el artista hacia el público, un paso para que ambos se conecten. Y, afirma con rotunda humildad, para que ese puente funcione hay que escuchar al artista:

“Creo que hay una gran frase de Baudelaire, aunque no recuerdo sobre cuál artista estaba hablando exactamente, pero quiero decir que es sobre Rodin, y dice algo así como: ‘Todo lo que escriba sobre tu obra en cien años nadie nunca lo sabrá, pero la obra permanecerá’. Y con eso Baudelaire también estaba diciendo que todo lo que él podía hacer o decir para ayudar a que una obra permaneciera y a que la gente la viera es parte de lo que hace un crítico. Desafortunadamente, a veces hay mucho poder en la visibilidad… pero hoy en día, gracias a la web, hay muchas formas de estar allí afuera. Y eso es bueno. Pero también significa que hay mucho más que revisar y descartar”

Todo ello supone la necesidad de un filtro. Y ante ese amplio espectro de visibilidad, el artista de video se encuentra ante un contexto que pudiera ser beneficioso por el contacto directo que hoy tenemos con la tecnología. Sin embargo, eso también puede traducirse en una desventaja, en función del lenguaje y del contenido que se maneja cotidianamente desde el video. Incluso Kelly Gordon hizo una interesante acotación sobre este escenario cotidiano con la imagen cuando le preguntaron sobre sus redes sociales: ante el habitual “¿Facebook o Instagram?” reacciona riéndose porque no las usa. Y ante la sorpresa de quien le pregunta, responde: “Veo videos todos los días: ya en mi tiempo libre lo que quiero es leer un libro”.

¿Qué es lo que tiene que tener un video?

Es imposible evitar preguntarle cuáles son los elementos que hacen a un video cautivador, persuasivo:

“Lo que he dicho anteriormente en muchas de mis charlas es que cuando comencé estudié arte medieval, historia del arte convencional… y nunca pensé que iba a terminar en el área más contemporánea del arte contemporáneo. Nunca lo pensé. Sin embargo, el día que dejé de ser pasante y empecé oficialmente a trabajar estaba haciendo un programa de filmes, piezas tempranas de avant-garde, y mi profesor de Inglés que también era crítico de arte me dijo: ‘¿Tú entiendes que lo más preciado que tenemos es el número de momentos que hemos vivido en la tierra? Así que si los inviertes pensando en una beca, debes escoger con mucho cuidado lo que quieres hacer’. Yo tenía 20 años y sólo pensé: ‘¿Podías hacerlo más pesado para mí?’ Y sucedió que una mujer me llamó y me dijo que quería ver un film de Chantal Akerman y me preguntó si podía verlo acostada y le dije que sí. Cuando le pregunté por qué, me contestó que estaba muriendo debido a la leucemia pero había leído sobre este film y era una de las cosas que quería hacer antes de morir. Eso se quedó conmigo: hay imágenes que se quedan con nosotros, que nos mueven, que nos sorprenden, que nos hacen pensar. Y, en ese sentido, las cosas que no están en nuestras vidas pero están en la pantalla pueden informarnos sobre cómo pensamos, cómo actuamos”

¿Y también sobre cómo nos conectamos, o sobre cómo recordamos? Porque eso también lo hacemos con imágenes en movimiento, ¿no?
Así es. Y lo que me sorprende y me mueve es que he visto tantas cosas, alrededor de todo el mundo, y sigo asombrándome. No soy de llorar, pero sientes asombro y conmoción, todavía más cuando sabes que es algo que pasa por un plástico, un cable y un flash y demás.

¿Te sorprende la tecnología?
No. La tecnología más bien desaparece. La tecnología es el pitillo, pero la bebida es lo que el artista muestra, lo que te afecta y lo que te nutre.

¿Algo como la magia?
¡Sí, así es! Soy muy inocente en cierto sentido: cuando entro al espacio, voy directo al contenido y luego es que me pregunto: “Oh, !Dios mío! ¿Cómo lo hicieron?” Además, hay algo que me parece divertido: existen muchísimos trabajos que se han vuelto épicos, pero cuando conoces al artista te dice que sólo tenía una sola toma para hacerlo. Hay que tener en cuenta que el artista pone todo en riesgo, todo su dinero, todo. Y el trabajo será o nunca podrá ser. Es ese espíritu artístico lo que me asombra también. Además, la sofisticación tecnológica que se organiza en torno a tener la mejor opción para que la pieza funcione es apenas una parte de lo que se valora. El artista es quien la concibe, pero necesita ayuda y una de las razones que le decía a Rody Douzouglou, quien dirige BackroomCCS, sobre por qué me gusta tanto el video es porque usualmente es un trabajo en equipo. No es tenis: es fútbol.

¿Te llevas algo de esta visita a Venezuela?
Las colaboraciones en el arte no siempre son fluidas, pero la energía y el entusiasmo que ha manifestado Rody Douzouglou es contagiosa. Y la forma en que se han atendido las actividades y las opciones ante el panorama es admirable. Me ha asombrado gratamente la receptividad de las personas. Todo el intercambio ha sido muy nutritivo. Y, sinceramente, no sabía qué esperar y estaba nerviosa… pero todo ha sido formidable.

Escucharla traza un amplio panorama de la intensa actividad de esta curadora. Su interés está en valorar la oportunidad de trabajar con personas que también crean, en ese tipo de colaboración. Su fascinación por la cultura visual es natural y revisar cómo la imagen se ha convertido en un lenguaje común para todos y cómo el video se ha alzado como una bandera de la forma en que hoy nos comunicamos es parte de lo que busca. Kelly Gordon, además, no ve en Internet una desventaja, sino más bien la fuerza que genera retos para los artistas sigan buscando nuevos caminos, nuevas formas de decir . Y ésa es, por supuesto, la manera en que el video arte puede tener un público más involucrado: que la energía creativa de los artistas que buscan lograr lo imposible se manifieste más profundamente.

En miras de un retrato, la risa y su energía amable son un trazo importante para hacer efigie. Los retratos, también, son de dimensiones variables.

Mary Martínez Torrealba 

Comentarios (1)

isaac Mosquera
27 de abril, 2016

Excelente articulo, bella curadora, reflexiva y expresiva, eleva el espiritu y recrea el pensamiento con fuerza para seguir luchando por lo que se quiere

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