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¡Usted no sabe quién es él!; por Santiago Gamboa

¡Usted no sabe quién es él!; por Santiago Gamboa

Santiago Uribe. Fotografía tomada de El Espectador

La reacción del Centro Democrático ante la detención de Santiago Uribe parece un caso más del célebre “usted no sabe quién soy yo”, sólo que a nivel político y en tercera persona del singular: “¡Usted no sabe quién es él!”.

Eso le gritan al presidente y a la justicia. No por creer que no lo sepan, sino para señalar que es alguien a quien ellos consideran intocable. ¡El hermano de Uribe! ¿Cómo se atreven? ¡Persecución política! (Por cierto, ¿era político?). Los senadores salieron a manifestarse a la calle (una foto los muestra bastante solitarios, a pesar de que según ellos “Bogotá tembló”), y pretendieron entrar a la Casa de Nariño, pero la guardia les cerró el paso. Entonces la senadora Paloma Valencia le gritó a los policías la siguiente perla: “Ustedes nos están prohibiendo la libertad de expresión”. ¡Lo vi en los noticieros y no daba crédito! Nieta de jefe de Estado, la senadora cree que la “libertad de expresión” debería permitirle entrar a la casa del presidente de la República a insultarlo… ¿Habrá intentado ejercer ese derecho en Washington, Londres o París? Ni hablar del pobre Óscar Iván diciendo que Colombia es una dictadura y Santos un sátrapa. Y oyendo a Pachito o a José Obdulio uno creería que estamos viviendo en una Kampuchea tropical. Caramba, distinguidos miembros del CD, cálmense un poco. Recuerden que hay algo que se llama “principio de realidad” que no es bueno perder. Al menos podrían echar un vistazo a Wikipedia, pues conviene saber lo que quieren decir las palabras antes de usarlas. Todo es tan disparatado que pasa a ser chistoso, una versión partidista de la Pelota de Letras.

Salidos de los chiros; por Piedad Bonnett 320Porque, en parte, su escándalo tiene relación con el limitado nivel político e intelectual de la mayoría de los senadores del CD, lo cual explica su reacción. Es obvio que sin Uribe casi ninguno sería senador, eso lo sabe todo el mundo. Uribe les regaló las curules poniéndolos en su lista (si hubiera puesto a su caballo también estaría en el Senado, como el de Calígula) y por eso ahora le pagan con gritos y consignas dramáticas, para que Uribe, desde su espiritual retiro, los vea y aprecie su fidelidad. Esos lances están sobre todo dirigidos a él y esperan al final del día un golpecito en el hombro.

Pero negar los pesadísimos indicios que recaen sobre Santiago Uribe es tapar el sol con un dedo, y supongo que si esto no pasó antes será gracias al “usted no sabe quién soy yo” que todo lo arregla. Por eso es clave que la justicia desvele la verdad, sea cual sea, y no deje lugar a dudas, respetando los derechos y las garantías del acusado, todo eso que no pudo tener ninguna de las víctimas, ni las de los 12 Apóstoles ni, en general, de la violencia colombiana. Así es la triste historia del país y del mundo. Asimismo, la justicia podrá demostrar que hacer la paz es también acabar con un sistema de privilegios para una estirpe de intocables que, por sus apellidos o conexiones o fortuna, se considera por encima de la ley. Porque entre todo lo que el CD ha dicho, vale la pena subrayar las palabras de Paloma Valencia, quien dijo en tono amenazante: “Por mucho menos empezó la violencia en Colombia”, lo que sugiere que no están dispuestos a prescindir tan fácilmente de sus dispensas, fueros y canonjías.