Artes

Capitalismo literario; por Jorge Volpi

Por Jorge Volpi | 17 de noviembre, 2015

Capitalismo literario; por Jorge Volpi 640

¿De qué hablamos cuando hablamos de capitalismo? ¿Y, en particular, de este capitalismo neoliberal que nos cerca y del cual no conseguimos hallar una salida? Como sostiene César Rendueles en Capitalismo canalla. Una historia personal del capitalismo a través de la literatura (Seix Barral, 2015), a lo largo de la historia las élites políticas se han caracterizado por su falta de imaginación política, convencidos de que su ideología es la única posible, incapaces ya no de tolerar sino incluso de pensar otras alternativas. Ejemplo extremo: en el minucioso diario en donde anotaba cada una de sus preocupaciones cotidianas —en particular el número de piezas de caza que acumulaba—, en vísperas de la Revolución el rey Luis XVI se limitó a anotar una sola palabra: “nada”.

Algo semejante ocurre en nuestra época: nuestras élites se hallan tan convencidas de que la unión de la democracia liberal con la (casi) absoluta desregulación de los mercados son las únicas soluciones a todos nuestros problemas —o las “menos malas” en palabras de quienes conservan un mínimo de autocrítica— que les resulta imposible imaginar otras opciones. El capitalismo se convierte, así, en una especie de domo —semejante al concebido por Stephen King— que nos encierra por completo, imponiéndonos no sólo sus directrices políticas, económicas y sociales, sino también su narrativa y sus metáforas, capturadas una y otra vez por nuestros escritores y novelistas.

“Los discursos sociales hegemónicos”, escribe Rendueles, “son fantasías alucinógenas. Hemos entregado el control de nuestras vidas a fanáticos del libre mercado con una visión delirante de la realidad social, que nos dice que nada es posible salvo el mayor enriquecimiento de los más ricos: ni profundizar en la democracia, ni aumentar la igualdad, ni limitar la alienación laboral, ni preservar los bienes comunes”.

En efecto, cualquiera que se atreva a cuestionar que el capitalismo es la mejor forma de lidiar con la naturaleza humana —con nuestra tendencia atávica a comerciar y a buscar aprovecharnos de los otros— es acusado de radical o populista, como si en realidad existiese una sola forma de ser humano.

La historia de la modernidad es la historia de cómo subordinamos el conjunto de nuestra vida social a las relaciones comerciales, pero sólo muy recientemente el mercado —los mercados— se convirtieron en el emblema de nuestra civilización, a los cuales les entregamos todas nuestras energías y anhelos. En el primer capítulo de Capitalismo canalla, Rendueles muestra distintos ejemplos literarios —del Robinson Crusoe de Defoe a W de Georges Perec— de cómo el mercado pasó de ocupar una posición  crucial pero específica en las sociedades del pasado a terminar convertido en el epicentro de nuestro mundo contemporáneo.

El proceso necesario para convencernos de que la búsqueda egoísta de provecho material es la clave esencial de nuestro comportamiento tardó varios siglos en asentarse, pero una vez que la Revolución industrial le dio un impulso definitivo no ha habido manera de detenerlo. No es casual, pues, que los grandes novelistas del XIX se hayan obsesionado con describir estas nuevas relaciones de poder —que en el fondo son relaciones de subordinación comercial— en un espectro que va de Dickens, con su retrato de la clase trabajadora británica, a Steinbeck, con sus descripciones de la quiebra económica y moral provocada por el crash de 1929, que adquiere especial resonancia en nuestro tiempo.

En su recorrido literario por el ascenso del capitalismo como paradigma, Rendueles se detiene a continuación en la violencia que deriva de la implantación de este modelo de competencia permanente y revisa la obra paradigmática de Heinrich von Kleist, Mihael Kohlhaas, y sus reencarnaciones posteriores —Ragtime, de Doctorow y Rambo, de David Morrell—, sobre esos sistemas, tan parecidos al nuestro, en el que un hombre que no encuentra justicia en un sistema corrupto decide cobrársela, brutalmente, por su propia mano.

Los últimos capítulos del libro, dedicados a la crisis del modelo capitalista durante el siglo XX y a la pérdida de legitimidad social de las instituciones políticas y económicas hoy día, vuelve a valerse de ejemplos literarios —con un énfasis especial en la ciencia ficción— que develan las angustias y miedos que nos acosan. Aunque por momentos peque de caprichoso o superficial, Capitalismo canalla ofrece un desasosegante recorrido por esta novela capitalista en la que todos, queriéndolo o no, somos personajes.

Jorge Volpi 

Comentarios (2)

JCMaldonado
18 de noviembre, 2015

No he tenido la oportunidad de leer el libro de Rendueles, pero la crìtica de Volpi solo demuestra lo poco que sabe del capitalismo y lo que este realmene significa. La cultura anti-capitalista es muy similar a la anti-socialista, ambos creen que todo lo que sale mal es culpa de ese sistema que combaten, y ven en ese molino a su nèmesis. Una làstima que 26 años despuès de la caida del muro aun sigamos teniendo opiniones como estas que no buscan realmente el concepto cientìfico de lo que capitalismo es, para darse cuenta de que lo que menos tenemos son mercados libres y estados de derecho. Mientras esta ignorancia galopante siga siendo el tema de estos foros, no solucionaremos el problema real, porque siguen persiguiendo una quimera.

Estelio Mario Pedreanez
18 de noviembre, 2015

Acertado articulo, al exponer con claridad que la organizacion social siempre podra ser mas justa para combatir las tendencias egoistas de la Humanidad, sin olvidar que la esclavitud recien fue abolida a finales del pasado siglo XIX, es decir, aun no tenemos 2 siglos, de una historia de mas de 28 siglos, que superamos la mayor aberracion padecida por los hombres, la esclavitud, aunque persisten las llamadas ‘formas de esclavitud moderna’. Y la abolicion de la esclavitud le debe mas a la invencion de la maquina de vapor que a la accion de muchos llamados ‘libertadores’. Asi pues, es el camino del conocimiento y su aplicacion practica, lo que llamamos tecnologia, el que lleva al progreso humano, para garantizar la dignidad y las libertades humanas. Lo demas es simple propaganda. Tanto la del sanguinario tirano que se convierte en Rey y esclaviza en nombre de la igualdad, como la de los plutocratas que dicen defender ‘el libre mercado’ para oprimir y hambrear a indefensos ‘ciudadanos’.

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