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Retrato del artista arriesgado: Fernando del Paso; por Antonio Ortuño

Retrato del artista arriesgado Fernando del Paso; por Antonio Ortuño 640

Fernando del Paso. Fotografía de Esperanza Orea Romero. El Universal.

Nació en la Ciudad de México, en 1935, y desde 1992 vive en Guadalajara. Fernando del Paso es uno de los novelistas mayores de las letras en español. Desde sus inicios, con José Trigo (1966), dejó claro que lo central de su talento se encontraba en su capacidad de cuestionar las estructuras y la retórica tradicionales de la narrativa. Con Palinuro de México (1977) fue incluso más allá y emprendió la joyceana tarea de instaurar una épica de lo cotidiano, de abordar los horrores de su entorno (en este caso, la represión del movimiento estudiantil de 1968) con las armas del lenguaje.

Hay, en Del Paso, marcas profundas de lecturas clásicas (Palinuro es Joyce y Faulkner, sí, pero también Rabelais y Cervantes) y una voluntad de innovación formal permanente. A contrapelo de cierta consigna asumida por otros narradores principales de la segunda mitad del siglo, que buscaron establecer un discurso literario cercano al campo emotivo y referencial de sus lectores (verbigracia, los trabajos de Gabriel García Márquez o de cierto José Emilio Pacheco) Palinuro apuesta por el delirio, el descoyuntamiento de la realidad y el abigarramiento barroco y no duda en aventurar imágenes y procedimientos bebidos de las vanguardias poéticas.

Nunca existió en la pluma de Del Paso ansiedad por publicar. Su primera novela tardó siete años en completarse; la segunda apareció publicada más de un decenio después que su antecesora. Esa morosidad y perfeccionismo en la construcción verbal, en el trabajo palabra a palabra, línea a línea, párrafo a párrafo, tiene cabal registro en sus páginas, cuya relectura es aún deslumbrante para quien esto firma a varios decenios de su aparición.

Ya en los años noventa, Fernando del Paso publicó Linda 67 (1995), un divertimento policial que fue leído con cierta frialdad y condescendencia en su momento pero al que es posible acercarse, pasados los años, con placer y un espíritu lúdico más acorde al que la llevó a ser escrito.

Una nota biográfica de Del Paso resulta quizá decepcionante para quienes piensen que el atrevimiento literario debe ir de la mano con una rutina de excesos y un carácter de energúmeno. Abandonó estudios de Medicina para especializarse en Economía y Letras, en la UNAM. Trabajó en agencias publicitarias y obtuvo numerosas becas artísticas (la del Centro Mexicano de Escritores, así como las de las Fundaciones Guggenheim y Ford). Fue agregado cultural de la embajada mexicana en Francia y colaborador de la BBC y de Radio France Internationale. Ha practicado también la dramaturgia, la poesía, el ensayo, la pintura, la gastronomía.

Si la manera de vivir es otra manera de levantar una obra de arte, como quiso Nietzsche (cuya biografía da pistas de sus tremebundos conceptos de estética), cabe decir que el arte de Fernando del Paso ha construido con erudición, paciencia, humor. Con rigor y, a la vez, con riesgo.

El Premio Cervantes de Literatura 2015, que le ha sido concedido el 12 de noviembre de 2015, es una mera constatación de su talento colosal.