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Óscar Collazos: el hombre que escribió un tratado sobre el Rencor // una entrevista de Albinson Linares

Por Albinson Linares | 18 de mayo, 2015

Óscar Collazos escribió un tratado sobre el Rencor; por Albinson Linares 640

El escritor se acomoda los lentes, mientras fija la mirada en el vacío. Su acento llega de una tierra cálida que narra los cuentos en clave de salsa, delicadas mulatas cimbreantes y amargo ron de caña.

Mientras piensa, en el semblante se le dibujan los rastros del mar Caribe y se advierten los signos de las historias violentas que pasan en ciudades como Barranquilla y Cartagena. El hombre que se reclina pensativo es Óscar Collazos, el escritor colombiano que visita Venezuela para participar hoy, a las 5:30 pm, en el foro La Violencia en la Literatura, que se celebrará en el Salón del Libro 2007.

También viene a presentar Rencor, su novela más reciente, editada por el sello Seix Barral. En esta obra, el autor se sumerge en la vida de las pobres barriadas cartageneras a través de la voz de una niña llamada Keyla.

Hilvanando un trepidante monólogo, en el que la niña cuenta su historia ante las cámaras de un supuesto documental, Collazos plasma con maestría la abyecta miseria de los barrios colombianos. “En un momento quise que se oliera la mierda, que se vieran las ratas, que se oyeran los caños donde botan la basura. Allí donde los niños con manchas en la piel juegan y hacen sus necesidades”, explica el escritor.

El oído del Caribe

¿Cómo fue la investigación para este libro?
Me llevó un año por lo menos. Tuve que afinar el oído para hablar con la gracia y libertad que tienen las niñas caribeñas. Con esa manera desprevenida que tienen para hablar de la sexualidad, incluso, con cierto sentido del humor pese a las experiencias violentas. El novelista es oído porque el lenguaje nace del acierto con el que escuche y vierta el lenguaje de sus personajes.

¿Por qué eligió el monólogo como método narrativo?
Sinceramente, no lo sé. En el fondo está la carpintería de la escritura, es la sensibilidad de un escritor lo que le permite cambiar de género, es decir, ser mujer sin que se note que eres hombre, por ejemplo. Supongo que para una escritora es similar ese proceso cuando crea un personaje masculino.

Pese a todo lo adverso, ¿el amor redime a Keyla dentro de la obra?
Claro que el amor la redime y es curioso. Lo encuentra en Fercho, que es un personaje dedicado al crimen, pero que la respeta. Él no se acuesta con ella, sólo tiene aventuras eróticas, pues en su imaginario masculino hacer el amor es la consagración del sentimiento. Es la comunión que él aplazó hasta su muerte violenta, porque Fercho es, paradójicamente, un caballero que la redime. Es increíble, pero dentro de todo ella cree que el amor puede poner orden en su vida y darle sentido a una existencia llena de desgracias, rodeada de una pobreza abyecta e impresionante. Así como la naturaleza de la riqueza es el esplendor, el lujo y la ostentación, en la pobreza la constante es la carencia. Carencia extrema de todo: comida, salud, educación y tranquilidad. Sentí que tenía que meter el dedo en la llaga y lo hice.

La Lolita tropical

 Se respira un aire de esperanza en la obra. ¿No se acaban los valores en las situaciones límite?
No, no se acaban. Pese a las adversidades, no se acaban los recursos ni la piedad, la esperanza, el amor o la amistad. El fracaso sería que desapareciera el sentido de solidaridad. Creo que en esas circunstancias extremas los sentimientos prosperan y crecen. En la novela, eso se nota en situaciones como la solidaridad de Keyla con su madre, que se está muriendo, o el amor que siente por Fercho y sus hermanos.

¿Cómo plasmar la existencia en esos lugares donde las muertes violentas son una constante?
En la novela hablo de niños. Keyla no tiene 16 años y Fercho apenas llega a 19. Son los mismos niños de Ciudad de Dios, que se inician en el crimen desde jóvenes y tienen vidas muy cortas. Son los niños de La virgen de los sicarios o Rosario Tijeras. Una de las grandes tragedias de nuestros países, donde se viven condiciones extremas de miseria, es que la vida no alcanza a cumplirse. El curso natural no llega, nadie se muere en la cama porque los ciclos de la vida no se cumplen. Ahí está la más inmensa de las frustraciones y las injusticias. Por ello cuando los países industrializados se preocupan por el Tercer Mundo, inmediatamente sale a relucir el universo de los niños, porque ése es el futuro asesinado.

¿Es Keyla una lectura de la Lolita que escribió Nabokov?
Puede ser, hay algo de eso, pero no fue deliberado. Algunos lectores y amigos me han dicho que hay una especie de refinada perversidad en la manera como trato la seducción. También está presente el inmenso atractivo que tiene Keyla, una mulata espectacular y la conciencia que tiene de eso. Ella sabe que es su único capital, sabe usar su cuerpo como instrumento y aspira a ser modelo. Tuve que sortear un enorme riesgo que era engolosinarme, detenerme demasiado tiempo en el atractivo y que significa para el lector ese erotismo. Tuve que dosificarlo y detenerme porque no era una novela sobre el atractivo de Keyla.

La literatura violenta

¿Es el rencor del personaje una metáfora de la sociedad colombiana?
Los críticos han advertido una especie de metáfora, pero eso fue algo inconsciente. Algunos me han preguntado que si con esa actitud quise hablar del proceso de justicia y paz que se lleva a cabo en Colombia con los paramilitares, pues donde no hay reparación no puede haber justicia. Creo que si no hay verdad, tampoco puede haber justicia. Repito, no fue algo consciente. Keyla no perdona porque nadie le ha dicho la verdad, nadie ha sido justo con ella. Esa es la razón por la cual dice que para perdonar tendría que volver a nacer.

¿No es una visión un poco pesimista?
Ella da la explicación de su propia vida. Ella misma se pone el apellido cuando dice: Yo me llamo Keyla Rencor y no perdono. No perdona porque no puede olvidar. Ahí es donde muchos han querido ver una salida muy pesimista de mi parte, pero sólo es la salida que responde a la lógica del personaje. Yo no le podía inventar optimismo a Keyla, el optimismo lo inventan las telenovelas. Se pueden escribir novelas literarias optimistas, pero para eso se necesitaría una vida que mereciera el optimismo y la vida de Keyla no merece esa visión irreal.

¿Cuán presente está la violencia en el discurso narrativo colombiano?
Creo que hay una poética oscura y sórdida detrás de obras como Rosario Tijeras, que es fascinante. Es la fascinación del mal incrustado en la insatisfacción amorosa y la gran soledad de Rosario. Hay una poética oscura y sórdida en el protagonista de La virgen de los sicarios o en Satanás, de Mario Mendoza, que es el asesino múltiple y culto con toda una patología del mal. En Rencor lo que sí hay es una poética de la sordidez. De eso fui consciente en el proceso de escritura porque para construir una verdadera poética de la sordidez, tenía que profundizar hasta sus condiciones más extremas. Debía mostrar la repugnancia y el asco que genera vivir

 El continente zurdo

“Hay que someter las caracterizaciones políticas a los cambios históricos, sobre todo de los últimos años, porque no se puede obviar el fracaso de la izquierda en la Unión Soviética, la caída del socialismo real. También hay que pasarlo por el tamiz de nuestra experiencia: la derecha en América Latina tuvo su expresión en las más cruentas dictaduras”.

“Creo que están metiendo en la misma familia, como hermanos, a gente que no pasa de ser primos segundos. No hay un modelo latinoamericano, lo que hay son manifestaciones que anuncian una posible ruptura en las relaciones de América Latina con Estados Unidos”.

“Hay una búsqueda de soluciones distinta a los modelos tradicionales, pero no se crea ningún modelo. Yo no creo que Chávez haya consolidado un modelo porque sigue demasiadas doctrinas. Eso del socialismo del siglo XXI es su sueño, pero está pensando con el deseo. Los analistas ya lo dicen ¿qué tiene que ver Kirchner con Chávez? o ¿Bachelet con Lula?”.

“Lo revelador en este momento político es la voluntad de construir dentro de esos desórdenes los modelos de un nuevo orden. Creo que Chávez hace demasiados esfuerzos para tratar de presentarse como el líder de esa corriente y eso no lo beneficia para nada. Tampoco sirve para hacer una lectura de lo que está sucediendo en la realidad venezolana, quizá lo más interesante para la izquierda latinoamericana es ver cómo se logra la consolidación de un modelo que tome el espíritu del populismo pero no sus técnicas”.

“Lo ideal es que se organicen las sociedades hacia unas formas de justicia y redistribución de la riqueza, que no tengan que pasar por el autoritarismo y la concentración de poderes en una sola persona. América Latina es una sociedad muy sensible a los militares, Bolívar mismo era un militar pero no sé qué hubiera pasado si el Bolívar de la Constitución boliviana triunfa en la América Latina del siglo XIX”.

“Hoy por hoy, la máxima inquietud de América Latina es fomentar el desarrollo de un modelo o soluciones específicas a necesidades que siempre varían de un país a otro. La sociedad venezolana no es la misma que la colombiana ni la boliviana es igual a la chilena. Hay unos grados de desarrollo, civilidad y unas complejidades culturales que cambian de un país a otro”.

02 de Marzo de 2007.

Albinson Linares 

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