Actualidad

La salud mental del venezolano; por Freddy Javier Guevara

Por Freddy Javier Guevara | 21 de enero, 2015

La Salud Mental del Venezolano; por Freddy Javier Guevara 640

Si hay algo difícil de evaluar y diagnosticar es el equilibrio psíquico de un individuo o de un grupo de personas, a menos que la disfunción que produzca sea gruesa a los ojos del observador. La locura, como se sabe, suele enmascararse muy bien. No obstante, existe un criterio amplio y no tan simple de entender: el concepto de Salud Mental para la Organización Mundial de la Salud, según la cual “no es sólo la ausencia de trastornos mentales. Se define como un estado de bienestar en el que el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.”

Aunque la salud mental a menudo no es tomada muy en cuenta, qué delicado es cuando una persona pierde su estabilidad emocional, bien sea por un trastorno mental con criterios clínicos, bien por la presencia de síntomas que, sin tener la intensidad de una enfermedad psiquiátrica como tal, traen como consecuencia la pérdida del equilibrio psíquico, y se traduce en una dificultad para la adaptación momentánea o permanente a la realidad y al entorno.

Hay un fugaz retrato de la salud mental en Venezuela en un artículo publicado el 05 de octubre del 2014, por Lissette Cardona en El Nacional, con el siguiente encabezado “La Salud mental padece la amnesia gubernamental”. La periodista relata el estado miserable de deterioro asistencial y estructural en que se encuentra el Centro de Salud Mental del Este “El Peñón”.

En un pasado, éste lugar fue residencia de veraneo del general Marcos Pérez Jiménez; sin embargo, quizás de forma un tanto intuida y otro tanto improvisada, el espacio fue convertido en hospital psiquiátrico. Los jardines donde seguramente el dictador y su familia disfrutaban de la apacible naturaleza lejos de las amenazas del poder, los cuales deberían servir hoy para que los pacientes con trastornos mentales entren en contacto con la naturaleza para su recuperación, a semejanza de los hospitales psiquiátricos europeos o norteamericanos, hasta donde recuerdo eran matorrales abandonados.

Según la descripción de la periodista, el hospital se parece más a una mazmorra deteriorada con botes de tuberías de aguas blancas, que a una institución clínica. En sus dependencias se lavan carros y sus espacios son usados como estacionamiento nocturno de automóviles. Es posible que luego de estas denuncias en octubre del año pasado, ya hoy no sea así, pero como son las cosas aquí, las denuncias poco importan.

Algunos datos alarmantes de ese reportaje:

1. El término salud mental está ausente de la Memoria y Cuenta del año 2013, del Plan Nacional de Salud 2013-2019 y de la Ley de Presupuesto Nacional del año en curso (se supone 2014)

2. Según la Red de Sociedades Científicas Médicas de Venezuela de febrero de 2010, la vigilancia epidemiológica en enfermedades mentales en Venezuela se realizó y publicó hasta 1993.

3. La Ley de Protección y Atención Integral a las personas con Trastornos Mentales reposa en la AN desde el 2007.

4. El gasto del gobierno en el área equivale al 5 % del total del presupuesto de salud del país. A la salud mental debían corresponderle 2,07 millardos de bolívares del presupuesto del 2014. Existen 11 hospitales psiquiátricos y 78 centros de atención ambulatoria en psiquiatría: cada institución debe contar con 23,2 millones de bolívares para todo el año.

Son cifras desoladoras, pues no existe nadie más desvalido que un paciente con trastorno mental. Y este recuento de porcentajes convalida que para el Estado el paciente psiquiátrico no es importante. Entre el balbuceo de los sedantes y su silencio, el enfermo mental se ha convertido en el depósito de la conciencia de esta sociedad y de cualquier sociedad en el mundo que desprecie esta condición.

El trabajo periodístico cita el Informe sobre el sistema de Salud Mental OMS-IESM, 2013. El encabezado señala que los usuarios atendidos en establecimientos ambulatorios son diagnosticados con trastornos mentales y de conducta por: Uso de sustancias psicoactivas 7%, Esquizofrenia 7%, Trastornos del ánimo y neuróticos 2%, Trastornos de personalidad y conducta de adultos 9%, Otros Trastornos 75 %, (tienen que ver con daño orgánico cerebral), en este tópico se incluye el trastorno de la evolución psicológica.

El porcentaje de diagnóstico de Esquizofrenia en la población mundial es de 1%, y no varía, incluso en las poblaciones indígenas que viven en el paleolítico superior. Puede ser que haya un diagnóstico errado de la enfermedad, o que muchos esquizofrénicos visiten los ambulatorios con respecto al número total de personas que lo hacen, sin embargo se sabe que en sociedades en crisis los trastornos mentales eclosionan. Me inclino a pensar que quizás son ambas variables y que es posible que estemos más locos (sin ser este término peyorativo) de lo que parecemos.

De ese 75% que corresponde a otros trastornos, sería importante para la sociedad venezolana saber cuánto de ese porcentaje corresponde al trastorno de la evolución psicológica. Suponemos que en este ítem se incluye el desarrollo neurocognitivo. Según Ultimas Noticias economía 25/05/2014: entre el 2012  y el 2013 la pobreza pasó de 21,2% a 27,3 %, y para el economista José Guerra, la pobreza a finales del 2014 debió estar alrededor del 40%. Una cifra nada despreciable pues, como es bien sabido, la malnutrición en épocas tempranas de la vida se traduce en pobre desarrollo neurocognitivo y bajo rendimiento escolar. Al no haber oferta laboral, los muchachos que abandonan las escuelas se entregan a la delincuencia, y las niñas a embarazos precoces y prostitución, y son caldo de cultivo para el resentimiento (hoy en día institucionalizado y legitimado) del que no tiene oportunidad en la vida.

No tener compasión con la enfermedad mental ni conciencia de los síntomas que a lo largo pueden conducir a ella, habla muy mal de una sociedad, de un país y de su gobierno, pues eso se traduce en no tener en cuenta las propias emociones. Tales observaciones no son nuevas. Quizás sea una apreciación “loca” de mi parte, pero un país que no toma en cuenta la insania mental, y además la desprecia, termina siendo gobernado por ella.

Crisis y Estrés

Tras el telón del diagnóstico de los trastornos mentales y las estadísticas, en los consultorios de atención a la salud mental, públicos o privados, ha surgido otro drama que algunas veces tiene rostro de tragedia, con síntomas suficientes para colapsar la vida psíquica de cada individuo que vive en el país: la realidad de Venezuela. Dependiendo del nivel de consciencia o de fanatismo, esa realidad tiene diferentes máscaras, pero todas son amenazantes ya que su aspecto más visible es una economía destruida.

Como se sabe, toda amenaza induce miedo, que es una emoción normal en tanto se pueda contener y soportar; sin embargo, ante el miedo hay solo dos respuestas según estudios científicos y el saber popular: o huyes o enfrentas el reto con las consecuencias que ello pueda acarrear.

El miedo en las sociedades contemporáneas es parecido al miedo de nuestros ancestros: un presente amenazante, un futuro incierto y a veces un pasado que se quiere olvidar. Sin embargo, ya no se le teme a la cacería ni a los animales salvajes, sino a cosas menos “tangibles” como los porcentajes de una economía empobrecida, o una sociedad de espaldas a innovaciones tecnológicas de todo tipo que auguren un vivir mejor.

En sociedades en crisis, ni los espejismos tecnológicos ni las cifras económicas logran desplazar en alguna medida la fe en lo oracular que puede haber en la religión. Y qué decir de la astrología y de las artes adivinatorias. Por encima de las certezas científicas, el hombre y la vida seguirán siendo un misterio: ¿Y qué mejor para develarlo que la habilidad de presagiar? Venezuela es un ejemplo de esto; aquí han proliferados cultos ajenos a nuestra idiosincrasia. No es raro ver en las carreteras del país animales descabezados utilizados en sacrificios, con el objetivo mágico-religioso de hacer el bien o el mal. Todos los días aparecen tarotistas y profetas de todo tipo que se publican en las redes sociales con predicciones ominosas para uno u otro lado de esta sociedad dividida.

Ante nuestra incertidumbre sobre el porvenir, siempre surge entre nuestros amigos quien dice conocer a alguien con poderes espirituales particulares y que uno debería consultar: lee el tabaco, adivina sobre los restos de la borra del café recién bebido, pasa el péndulo o echa las cartas con el fin de saber qué nos depara el futuro individual o social del país. Algunas personas también se reúnen en grupos a meditar para iluminar los senderos de quienes nos guían. A veces tengo la impresión de que es como si una guerra bíblica entre el bien y el mal, como si un Armagedón invisible se gestara en estas tierras arrasadas por la barbarie.

Respeto todas estas manifestaciones pues representan la función religiosa del hombre, operando en una sociedad que ha quebrantado casi todas las estructuras coherentes de coexistencia social. Y ese es el papel de la función religiosa: sostener los hilos secretos de la psique y cohesionar la existencia humana cuando se presiente que todo lo que nos daba cierta seguridad se ha venido abajo. Aunque puede tomarse por regresión, esta función activa emociones ancestrales necesarias para la psique. Uno puede ser escéptico, pero hay vaticinios que terminan siendo ciertos. Ahí radica su misterio.

Fue el médico austro-canadiense Hans Selye quien por primera vez describió lo que él llamó estrés, que son las expresiones emocionales (miedo y ansiedad) y físicas, inducidas por la adaptación a las condiciones adversas. Cuando es insostenible la relación con el entorno que rodea a un individuo o a una comunidad y fracasa la capacidad de adaptación, entonces el individuo huye, pero si éste decide el enfrentamiento con las circunstancias y no adquiere los instrumentos psíquicos (resiliencia) para tolerar la tensión, puede que merme su capacidad de respuesta. Y al hacerse crónica la tensión, el individuo enferma. En el caso de una sociedad se produce un caos.

Venezuela no es un país en guerra, pero los índices de emigración son muy altos. Las causas de esta emigración son conocidas por cualquier venezolano: inseguridad personal, miedo a morir en cualquier atraco o secuestro exprés, asesinatos monstruosos, temor a no encontrar medicinas. Hospitales públicos en pésimo estado, emergencias de clínicas cerradas por falta de insumos. Escasez de alimentos, medicinas y repuestos de automóviles. Seguros de salud sin credibilidad, expropiación de empresas privadas. Negación al ascenso social a través del mérito y los estudios, privilegio de la pobreza como virtud enaltecida. Fanatismo y apartheid político con aquellos que no comulgan con la ideología del poder. Corrupción y falta de formas en la vida política y social del país. Desplome de los precios del petróleo, escasez de dólares, bloqueo aéreo, invasión permitida de otros países, religiones extrañas, y muchas cosas más que ya ni se pueden nombrar. Pero por encima de todo, una visión disociada y psicótica de la realidad en el colectivo venezolano: para quienes viven de las mieles del poder todo está bien. Para el ciudadano de a pie que tiene que sortear toda la serie de inconvenientes y tragedias, la cosa es diferente.

Es desagradable tener que repetir una y otra vez las causas de la emigración que toda Venezuela debería conocer; pero al no cambiar nada, significa que aún hay una consciencia parcial al respecto en parte de la población, y una disociación psicótica en aquellos que dirigen Venezuela posesos de poder. Este conjunto de causas de la emigración apunta a una sociedad de espaldas a la tolerancia y destructora de su propio gentilicio, fértil en estrés silente y enfermizo, el cual se ha prolongado por más de quince años.

No se puede juzgar a quienes por razones diversas deciden abandonar el país: es una respuesta esperable ante la adversidad. Los venezolanos que emigran tienen prohibida la nostalgia del terruño, los que se quedan tienen prohibida la frustración de haber sido ciudadanos alguna vez y haber perdido esa condición. Sin embargo no es una fórmula de adaptación que nos resulte cómoda a los que nos quedamos en el país, y es a partir de esa incomodidad desde donde debemos aprender a sobrevivir.

En un trabajo publicado en El País de España que se titula “El Talento se fuga de Venezuela” firmado por la Periodista Catalina Lobo-Guerrero el 03 de octubre del año pasado, se dice que hay más de un millón de venezolanos en el exterior y que la emigración se acentuó luego del referendo del 2005 que ganó el presidente Chávez. Y apunta: “Más del 90% de los emigrantes tienen grado universitario, el 40% maestrías y el 14% doctorados. Un estudio del Pew Research Center asegura que son los más educados entre los hispanos y también superan en promedio a los estadounidenses”.

La cifra de venezolanos que emigran y siguen emigrando, probablemente sea mucho más alta de la que en este trabajo se cita, sobre todo porque en los últimos meses ésta se ha multiplicado exponencialmente. Puede ser que actualmente sea selectiva la emigración, pero si el país se sigue conduciendo como hasta ahora, en un futuro muy próximo ya no lo será.

La sociedad pavloviana

Las reacciones a la asfixia de no encontrar una salida creíble y confiable para la vida, el sentirse atrapado, la idea paranoide pero real sobre la seguridad, el pensamiento anticipatorio de no encontrar medicaciones para la salud o los implementos básicos para el cuido personal, son las preocupaciones más frecuentes en todo el espectro social venezolano.

Hay algo que queda velado en estas circunstancias: estas cleptocracias autoritarias, inclinadas al totalitarismo a través de ideologías pasadas de moda, donde solo viven bien los que gobiernan o sus socios, actúan a través de la recompensa para ganar lealtades o el castigo para paralizar y ensordecer la psique del ciudadano. Basta un detalle para ponerte a vivir la peor pesadilla: no se consigue el medicamento necesario para curarte, o no tienes batería en el automóvil, o cierran una empresa por una multa caprichosa y te quedas sin trabajo. Este es el verdadero logro del sistema político que se ha establecido en Venezuela: poner la psique del venezolano en vilo, mermándola metódica y lentamente hasta un nivel instintivo y animal, entretenida solo en la búsqueda de las necesidades básicas.

El célebre fisiólogo ruso Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936) realizó trabajos de investigación sobre condicionamiento clásico en animales que le valieron el premio Nobel de medicina en 1904. Sus experimentos en perros sobre el reflejo condicionado, estimularon la imaginación de pensadores y especialistas de la conducta. Una de las muchas conclusiones que inspiraron sus hallazgos, es que el condicionamiento automático en animales y, más importante aún, en el ser humano, pasaba a ser una forma de aprendizaje mecánico porque actúa a nivel instintivo.

Este tipo de técnicas conductistas las supo poner en práctica la Rusia bolchevique para conseguir el manejo creciente de masas de gente pobre, no sé si con el conocimiento de los trabajos científicos de Pavlov. Sin embargo, si se especula un poco con la historia, se tiende a creer que sí, pues el científico y su reconocimiento internacional son anteriores a la revolución de octubre de 1917.

Amplifico los experimentos de Pavlov a nuestro caso de forma sencilla: se mantiene a las personas escudriñando alimentos, repuestos para automóviles, medicinas, dólares, papeles que rellenar para obtener algún favor de las entidades estatales, y cuando el afectado consigue aquello a lo que debería tener un acceso normal, le parece un triunfo, un premio al trabajo desempeñado, sobre todo si se trata de alimentos, tratamiento médico o dinero. Se crea un vínculo con la realidad del tipo arco reflejo: los instintos básicos saciados por el placer de obtenerlos, luego de mucha dificultad. Una realidad que se asimila a la de nuestros antepasados más lejanos.

El Estado o el gobierno personalista se manifiesta sistemático cuando las personas están próximas a la desesperación. Al final, provee lo necesario a la gente, apaciguando el instinto. Aparece el jefe de turno por algún medio de comunicación y dice que “ya está resuelto” el entuerto: “ya hay pollo a precios justos en todos los supermercados”. Ese es el estímulo no condicionado: el venezolano deja el pellejo en calles y colas buscando alimentos y medicinas, sin más energía que encontrar lo que se necesita para la sobrevivencia. Anulado emocionalmente, surge el rostro salvador del autócrata proveedor y se aprende en forma mecánica a asociar la solución de la dificultad con aquel. Esto intenta propiciar en el inconsciente del colectivo la participation mystique entre el ego del gobernante y la gente que le sigue, creando la expectativa de que su aparición solucionará la dificultad. Nuestro presidente anterior lo logró. Pero no siempre se tiene éxito.

Algo así sucedió con el llamado Dakazo y las elecciones presidenciales. Funcionó porque el venezolano ya estaba condicionado y entrenado en la escasez. La baja de ingreso por concepto del petróleo ha puesto esta práctica del gobierno en dificultad.

Sea la persona corta de consciencia o fanática (que son símiles), o con un nivel mayor de consciencia, queda extenuada por la búsqueda, y con los brazos vencidos para no reaccionar hasta que de nuevo se enciendan las alarmas de alguna emergencia vinculada a la supervivencia. Igual están presos de indignación, o de miedo, ante la circunstancia de que una ley autoritaria y caprichosa los amenace por protestar, o aun peor, que un personaje siniestro los tilde de fascistas o traidores a la patria con presidio por castigo. Así funcionan las técnicas conductuales en este preciso caso: premio si hay sumisión; sanción si apelas a tus derechos como ciudadano.

La historia ha demostrado que este guión no es de los mejores, porque sus efectos operan nivel instintivo. A aquellos gobiernos autoritarios empeñados en asimilar fanáticos carentes de juicio crítico, entregados a la sumisión de una “deidad terrenal”, se les olvida que el homo sapiens sapiens robó el fuego de la consciencia para bien o para mal, y que esas fuerzas instintivas, que una vez estuvieron apaciguadas y sordas, se transforman en un momento inesperado en mecanismo propulsor indetenible. Se demostró en la caída del muro de Berlín. También en Varsovia con Solidaridad, o en la caída del dictador Ceausescu en Rumania.

Ya lo dijo la OMS: “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.” Sabemos que la salud mental propuesta por la O.M.S es una utopía, que nadie tiene una salud mental indemne, que en una parte de nosotros hay algo que no es normal, y además, los retos que el ser humano enfrenta en la vida siempre causan incomodidad, desasosiego, y dependiendo como subjetivamente los tomemos, pueden “ser o no ser” tan beneficiosos y fructíferos como los deseamos.

Si lo que sucede en Venezuela, como han querido hacer ver quienes por ahora guían los destinos de este país es “salud mental y felicidad” será únicamente como medicina para curar la estupidez del “cheverismo” que nos ha mantenido ciegos durante tanto tiempo. Aunque esto no es nuevo en el ámbito político del mundo, se sabe que el objetivo de estos gobiernos estriba en empobrecer a los ciudadanos, estupidizar sus consciencias y someterlos a la sobrevivencia. Todos los regímenes comunistas lo han hecho.

Se necesita mucha gente con pocas condiciones materiales. Detrás de esa supuesta lucha por la pobreza lo que hay es una máquina de hacer pobres e incultos. Quizá lo único novedoso ahora es que las ideologías se han desteñido y en su lugar la pobreza asume la careta de ideología sustituyendo los espacios abandonados por la doctrina, haciéndose tan imprescindible como la riqueza. La pobreza no cumple con la condición de ideología, pues la pobreza es real.

Todos quieren luchar por los pobres, todos ven en los pobres los ojos de la humanidad, aparecen en las películas, en las noticias, en los foros, en la propaganda, siempre conmoviéndonos. Se necesita la pobreza para sostener el poder y para poder ser caritativos de vez en cuando, ¡y claro!, alguien debe ser el héroe de los pobres. El guía. Una gran cantidad de impostores quiere ese título.

¿Cuál es el rumbo? 

Es casi un rumor a voces entre la comunidad médica que el venezolano está enfermo, y que una de las características de las enfermedades crónicas que aparecen en la población es la agresividad de su comportamiento.

Una de las teorías recientes más interesantes está en la investigación de los telómeros, “la región del cromosoma que protege el extremo del cromosoma de daños. Personas sometidas a estrés crónico tienen telómeros más cortos, evidencia de avanzada edad celular. Se examinó el largo de los telómeros en personas centenarias y se encontró mayor longitud de estos, al igual que en personas con historias de buena salud. Y fueron predictores de mejor habilidad cognitiva”1. Si esto es cierto, pudiera ser un componente biológico más, de los múltiples que hay en el origen de esta apreciación, que sin tener registro científico forma parte del día a día en la consulta de los médicos venezolanos, y corrobora el estrés crónico que ha asolado durante más de dieciséis años  a nuestra población.

Así mismo han aparecido teorías que sugieren el valor de la resiliencia, que no es otra cosa que la capacidad de adaptación a momentos de enorme adversidad. A mi manera de ver, la verdadera ganancia de esta coyuntura para el venezolano (si esto se pudiera llamar resiliencia) reside en la mayor riqueza de emociones en todo el ámbito de su espectro y la capacidad adquirida por el ciudadano para contenerlas. Y si hay algo en que nos ha favorecido la estrechez del laberinto político y social que vivimos, es que nos ha hecho más creativos y ahí radica nuestra salida.

*

1 Depp CA, Martin A S, Jeste DV: Successful Aging: Implications for Psychiatry. FOCUS Winter 2013, Vol. XI, No.1: 3-14

Freddy Javier Guevara  es psiquiatra y psicoanalista junguiano, miembro de la Sociedad de Analistas Junguianos

Comentarios (23)

Estrella Pérez Matos
21 de enero, 2015

Doctor Guevara: La lectura de su artículo me llevó a verme como un perro babeante en la cola para conseguir jabón en el mercado (o pollo, o la medicina de un ser querido…), o perro rabioso respondiendo con ladridos soeces a las agresiones del entorno. Me niego rotundamente a eso, apelo a mi condición de ser humano, y me inspira y motiva a ser creativa en la búsqueda de un mejor futuro. Algo se movió en mi consciencia y le agradezco por ello. Amén de que el tópico que analiza es tan importante, como el hecho económico o el político. Cordial saludo

Ivan Garcia
21 de enero, 2015

Importante artículo que merece atención y su distribución en general. Agradecido desde la distancia al especialistas Freddy Javier Guevara que nos ofrece un panorama de la golpeada psiquis del venezolano. Almas convulsas en estos años. Ojalá continúe ampliando la investigación, es importante. Gracias.

Edgar Villasana
21 de enero, 2015

Usted dio en el clavo, Dr. Es un Excelente artículo que debería ser motivo de discusión tanto en hogares como universidades o cualquier escenario.

Janet
21 de enero, 2015

Excelente articulo! Ojala y todos los venezolanos tuviesen acceso a este articulo.

Gabriel Castro A.
22 de enero, 2015

Impresionante dominio y mezcla de indicadores de Políticas Públicas, de investigaciones y de conocimiento del alma humana puesto en palabras sencillas. Esperanzador para el venezolano y un verdadero homenaje al Dr. Carl G. Jung. Felicitaciones al Dr. Guevara.

ana de giusti
22 de enero, 2015

Demasiada gente “arrecha” en las colas! Parece que en cualquier momento van a estallar.

Carmen Arriechi
22 de enero, 2015

Muy importante su artículo Dr. Preocupante para todos los venezolanos. Sin duda, necesario difundirlo para que la gran mayorìa se entere. ¡Gracias!

neferlili
23 de enero, 2015

que buen artículo, impresiona detenerse por un momento y encontrar hasta donde llega el impacto de este mal llamado gobierno y como poco a poco merma nuestra salud, nuestra vida y nuestro amado país..aunque por intuición hasta los cortos de consciencia saben que todo esta mal aunque no lo acepten.

Martín Pérez
23 de enero, 2015

Nutren tus palabras Freddy, impecable y preciso como siempre. Un abrazo

Gabriela
23 de enero, 2015

Hola Javier, esta mañana me preguntaste si lo había leído, te dije que no lo había terminado de leer, ahora si! Cuan adecuado este artículo para los tiempos que corren, para todos y también en lo privado para mi…ya sabes que creo que la creatividad ha sido mi salvación y como bellamente defines quizá es la de todos. Enhorabuena por este artículo.

Teresa De Andrade
24 de enero, 2015

Excelente artículo muy bien expuesto el drama emocional que vivimos los venezolanos. Me gustaria que pudiera profundizar en el concepto de “resiliencia”, gracias.

Rosa Chacón
24 de enero, 2015

Muy aleccionador Javier, creo que el pueblo estuvo enfermo al elegir o creer en cantos de sirena, pero lo peor ha sido la generación de angustia, inestabilidad, incertidumbre y hasta muertes en una gran parte de la población la conducta sanitaria “del poder” La enfermedad mental no valorada, a pesar del impacto en costos familiares y sociales, y será que se han valorado otras condiciones patológicas crónicas o agudas?. Tampoco, porque el estamento ni considera casos como Chikungunya (motivo de censura y autocensura), mucho menos el cáncer o enfermedades reumáticas o el hipotiroidismo (que si no es tratado puede tener desenlace faltan)…en fin que a valorar y potenciar la creatividad y nuestros pequeños grupos de apoyo. Muy aleccionador Javier!

Maria Nigro
24 de enero, 2015

Excelente articulo Dr. Guevara. Ofrece un panorama muy preciso de nuestra realidad venezolana. Muchas Gracias

Mary González
24 de enero, 2015

Un excelente artículo, muy preocupante la situación de nuestro país. y en especial tel tema salud mentar. Yo, ahora desde otro lugar, en otra sociedad… me doy cuenta de que en Venezuela, todos los días se produce “o fabrican”, un acontecimiento que nos distrae… que hace que se nos olvide lo que pasó ayer… el sábado o domingo pasado…. el mes pasado… porque vives en un permanente estrés…. y que para colmo cada día se agudiza…. Desde afuera, me resulta muy doloroso explicar, lo inexplicable… el por qué hemos llegado a esta situación… toda una labor pedagógica…. nos asocian con abundancia… riqueza…. petróleo…. es normal que en sus mentes, no entiendan eso de que no hay medicinas… comida…. Mientras que para mi, lo “no normal” era ver y respirar tanta pasividad…. Felicitaciones nuevamente, un abrazo desde Tenerife.

Adolfo Acosta F
25 de enero, 2015

Felicitaciones Dr Guevara ! Tal cual. Y entonces ?

Jose Luis Rodriguez
25 de enero, 2015

Es realmente penoso como el Venezolano vive en una burbuja en la cual se siente y competitivo, siendo realmente que los estudiantes y gente en general no hablan ingles, motivo por el cual los pone en una desventaja en un mundo globalizado, donde los idiomas es fundamental, viví en Venezuela y vi con pena que la gran mayoria de la gente tiene un dominio muy pobre del ingles y de otros idiomas. Es por eso que los estudiantes optan por buscar en España las oportunidades de empleo.

Marbellywood
25 de enero, 2015

La Cordura es una patología tan, tan extendida que los enfermos que padecen ese trastorno creen estar sanos.

nora bone
25 de enero, 2015

(Qué comentario el de Jose Luis Rodriguez…! no entendí.) Excelente recopilación de datos en este artículo..y viene la pregunta que me hago hace años….Qué puede hacer la SV de Psiquiatría ante esta situación ? Qué puede hacer la Sociedad en general ante por ejemplo, los buhoneros que venden por 4 veces su valor los insumos médicos en frente del Hospital Clínico Universitario en Caracas mientras adentro la gente muere ? PD: La casa de terror que es el psiquiátrico de El Peñon sigue allí…yo espero que sin uso, porque es digna locación para una película de terror…como el infierno que nos ha tocado enfrentar a todos los venezolanos.

ANA CATALINA RODRIGUEZ FIGUEROA
30 de enero, 2015

Analizando su interesante artículo, experimento un poco de “terror” ante una situación cuyo primer paso es plantearse a los fines de encontrar alternativas que promuevan solventar tan difícil problemática a corto , mediano y largo plazo. Lo angustiante es “la negación” ante un problema grave,que se agudizará con el tiempo sino se toman medidas capaces de minimizar la problemática. Pero la dolorosa realidad es no. Tuve una paciente psquiatrica y me encontré que no podía remitirla a ninguna Instirución , sencillamente porque en mi localidad no existe. Es preocupante. Su planteamiento realista e interesante.

Maria
13 de febrero, 2015

Buen dia quisiera que me recomendaran un psiquiatra para regresion mental para persona con fanatismo religioso, esta como demente. gracias

Clara
17 de febrero, 2015

Este documento es extraordinario. Es un manifiesto muy ponderado y claro de la realidad venezolana. Lo enviaré a todos mis familiares y allegados para que concienticen la situación, paso necesario para dejar de ser indiferentes.

Juan Avila
3 de noviembre, 2016

Buen día Doctor! Está muy interesante su artículo, me gustaría poder contactarlo en la brevedad posible, este material me puede orientar para un trabajo de investigación sobre depresion en la población aparentemente sana. Espero nos podamos comunicar pronto. Saludos!

darkys roa
22 de marzo, 2017

Esta muy bien este reportaje de verdad es alarmeante lo que estamos viviendo todos los venezolanos en general ricos y pobres,no hay una buena explicacion por parte del gobierno solo lo que hace es criticar;devería de ver todas las necesidades que hay en cada centro hospitalrio,la falta de insumos,medicamentos de todas las patologías,en cualquier momento va a volvera suceder otro caracaso este va hacer peor que el 27 de febrero de 1989,da triteza por la cantidad de niños que estan naciendo en todo el país;y los entes hacen caso omiso a la alerta lo que estan es avivando el fuego y ya veran los resultados.

Envíenos su comentario

Política de comentarios

Usted es el único responsable del comentario que realice en esta página. No se permitirán comentarios que contengan ofensas, insultos, ataques a terceros, lenguaje inapropiado o con contenido discriminatorio. Tampoco se permitirán comentarios que no estén relacionados con el tema del artículo. La intención de Prodavinci es promover el diálogo constructivo.