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El bully bueno; por Willy McKey

Esta serie de tres textos, cedidos amablemente por Krina Ber, Salvador Fleján y Willy McKey, fue publicada por la revista Todo en Domingo, encartada en el diario El Nacional, en la que los autores venezolanos recuerdan un episodio de la infancia o la adolescencia cuando se reintegraban a clases después de las vacaciones. La recopilación fue realizada por Luis Yslas con ilustraciones de Eddymir Briceño.

Por Willy McKey | 18 de septiembre, 2014

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Ultimo día de vuelta a clases en el liceo. Octubre de 1996. Ser de los más grandes, eso que los otros pasaban cuatro años esperando, no me era ajeno. Yo era un bully, un sometedor. Un bully bueno, eso sí.

Durante la secundaria desarrollé cierto talento para el apocamiento del otro por acoquinamiento psicológico. La bondad radicaba en que mis víctimas preferidas eran los otros bullies: los malos.

Pero en las vacaciones previas a aquel último primer día de clases, mi condición secreta de lector se manifestó en un astigmatismo galopante. El oftalmólogo decretó como obligatorio el uso de lentes. Salí del consultorio con la fórmula que codificaba mi ceguera y me supe blanco fácil. Llevar lentes era una tragedia.

Ser un bully –bueno o malo– depende de una sola cosa: parecerlo. Esas vacaciones también leí una enorme cantidad de cómics. Kalimán, Condorito y Boogie, el aceitoso, junto a The Spirit, Sin City y The Watchmen. En todos había una constante: los tontos suelen llevar lentes.

Con lentes en mi último primer día de clases. ¿Qué diría mi grupete, listo para ejercer la supremacía? Tras el portón del Instituto Cecilio Acosta me esperaban el irónico de sangre fría (¿Comedian?), el guapo de la partida (¿Ozymandias?), la eterna madrina del liceo (Silk, sin duda), el bajito malandro (¿nuestro Rorschach?) y el otrora repitiente “hijo de fulano” (el arma secreta, Dr. Manhattan). Al fin en la cima de la cadena alimenticia. Ellos no leían cómics, pero éramos unos The Watchmen que bailaban Proyecto Uno y comían tequeñones con malta.

Aquel lunes, ante mi vergüenza de dioptrías, ninguno se rió. Se habían enterado de quién nos daría Física. También hay profesores bullies, patéticos personajes que creen que cada aplazado es una medallita que los honra. Mi imposibilidad para concentrarme en una sola cosa –ahora lo llaman TDAH– me permitió escuchar a la villana augurando su nuevo récord de aplazados. Ahora o nunca. Debía anular el efecto de los lentes con alguna acción.

Me le acerqué a la tipa bajo un sol de mediodía. La vi a los ojos. Nos careamos en un silencio de último capítulo. Fue justo allí, mientras le decía: “Ya veremos quién raspa a quién…”, que el consejo noventoso de mi padre en aquella óptica de Catia surgió efecto: los cristales fotocromáticos de mi montura –recomendación de mi viejo– dejaron de ser transparentes y ñoños, convirtiéndome en el único tipo con lentes oscuros de todo el patio. Nite Owl, el Búho Nocturno de The Watchmen, también estudiaba en Propatria.

Sonó el timbre. Ahí (justo ahí) empezó una raspamentazón en Física por la cual todavía se recuerda a la XV Promoción del ICA.

Ni en The Watchmen ni en el liceo ganan siempre los buenos.

***

LEA TAMBIÉN:
La hora perdida; por Krina Ber
El mentiroso de Bagdad; por Salvador Fleján

Willy McKey  Parte del equipo editorial de Prodavinci. Poeta, escritor, docente y editor de no-ficción y nuevo periodismo. Especialista en semiología política y conceptualización creativa. Puedes leer más textos de Willy McKey en Prodavinci aquí y seguirlo en twitter en @willymckey Haga click acá para visitar su web personal.

Comentarios (2)

Moa
20 de septiembre, 2014

El Bully Bueno, yo estudie con uno así en la ciudad industrial de Venezuela hoy con la misma suerte que Detroit. Era en los tiempos en que los disquetes de pc eran enormes. Una vez me pidió bailar en un acto del colegio: Ahí se acabo todo, al decirle que no ya no tuve quien me defendiera y cayo sobre mi el peso de apodos y actos rudos que hasta hoy siguen puyando mi espalda. Pero fue un bonito texto Willy la verdad que si.

Ricardo Pérez
22 de septiembre, 2014

No hay bully bueno, Sr. McKey. Si piensa de esa manera, quizás lo siga siendo.

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