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‘Es mejor quedarse quieto’: así fue la noche del funeral de Gustavo Cerati; por Laura Merino

Por Laura Merino | 5 de septiembre, 2014
En las inmediaciones de la Legislatura porteña llegaron a formarse 15 cuadras de cola para despedir a Gustavo Cerati. Fotografía: La Nación

En las inmediaciones de la Legislatura porteña llegaron a formarse 15 cuadras de cola para despedir a Cerati. Fotografía: La Nación.

“Todo se movió y es mejor quedarse quieto” reza uno de los versos de las cientos de canciones que hicieran reconocido a Gustavo Cerati. Tras la noticia de la muerte de uno de los músicos más importantes de Argentina, todo se había movido y así estaba la ciudad: quieta.

El genio musical, que permanecía en coma desde hacía cuatro años a causa de un accidente cerebro-vascular, finalmente nos había abandonado. Luego de que la noticia se confirmara, tras tener horas recorriendo las redes sociales, el día se ralentizó y Buenos Aires entró en un loop incesante de despedidas. La televisión migró de su programación variada de chimentos y noticias a un formato que asemejaba una cadena nacional de adioses.

El menú informativo, aunque diverso, rondaba en torno a lo mismo: la retransmisión de sus últimas entrevistas; las palabras de su amigo y ex compañero en Soda Stereo, Charly Alberti; el parte médico definitivo del director de la Clínica ALCLA, lugar donde permanecía recluido desde 2010; y la repetición de sus videos musicales y shows más importantes.

Alguno que otro canal prefirió hacer eco de los rumores sobre la posible mala praxis de la que pudo haber sido objeto Cerati durante la atención médica inicial que se le brindara en Venezuela, país donde cerró la gira Fuerza Natural el 15 de mayo de 2010.

En medio de este popurrí, resultante en una especie de mixtura entre homenaje y amarillismo, se anunció que los restos del cantautor de 55 años serían velados en el Salón de Honor de la Legislatura Porteña, a las 9:00 pm. El velatorio continuaría toda la noche hasta al mediodía de hoy.

Al poco tiempo del aviso algunos admiradores comenzaron a llegar y ya para las 7:30 de la tarde la cola de fanáticos daba la vuelta al edificio hasta convertirse en una fila infinita que se perdía de vista y superaba las 15 cuadras.

Se trataba de un río de caminantes en trance ataviados con expresión desencajada y andar parsimonioso. No podía ser de otra forma: al final de cuentas estaban reunidos en ese tiempo y espacio para dar un adiós que los tomó por sorpresa, porque si algo está claro es que cuando se va un grande cuatro años de preparación no son nada.

Tras horas de espera, a las 10 con 12 minutos se abrieron las puertas para dejar entrar a los fanáticos. Antes de ingresar al recinto se descubría en la multitud una pesadumbre generalizada interrumpida por raptos ocasionales de aplausos. La ansiedad se potenciaba en cada uno de los escalones que acercaba a los admiradores al salón donde se realizaba el velatorio. Allí estaba la imagen definitiva: una habitación blanca y circular, iluminada en cálida luz amarilla, abrazaba el ataúd cerrado.

En el salón contiguo, separados por un fino cristal, podían verse a familiares y amigos de Gustavo. Lilian Clark, la madre de Cerati, sobresalía de entre la multitud que la rodeaba. Su imagen resultaba un bálsamo para los que buscaban consuelo en ese salón. Serena, calma y con todas las repuestas en sus ojos, regalaba a todos la posibilidad de despedir a su hijo. Más aún, Lilian Clark daba una lección: permanecer en pie ante los embates de la sudestada.

Una vez que terminaba el recorrido circular —que permitía darle la vuelta al féretro— gran parte de los visitantes rompía en llanto, un llanto sutil que en la mayoría de los casos se intensificaba al salir de la Legislatura, como si al atravesar ese umbral la realidad los golpeara con toda su fuerza. Como si en ese instante de pronto todos comprendieran la promesa oculta en la letra de la canción: poder decir adiós es crecer.

Adiós, Gustavo. Gracias por tanto resplandor.

***

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Laura Merino 

Comentarios (1)

Jorge Núñez
5 de septiembre, 2014

Se fue a “Un millón de años luz”, pero dejó su “Música ligera” a quiénes seguimos su “Canción Animal” nos permitió ver un pionero del rock iberoamericano a través de su “Persiana Americana” mostrando a nuevas generaciones de bandas latinas el “Zoom” de como hacer música “En la Ciudad de la furia” su “Adios” me “Volvió mi cabeza como un revólver” pero nos dejaste tu “Fuerza Natural” Venezuela tuvo el privilegio de ver y disfrutar su último espectáculo. Gracias totales, Cerati

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