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¿Por qué voto por Santos?; por Patricia Lara Salive

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Votaré por Santos por más derecha que les parezca a los de izquierda, o por más de izquierda que les parezca a los de derecha, porque ha tenido el valor y la claridad para apostarle su capital político a esa paz que él, como ministro de Defensa y como presidente, empujó al máximo desde el punto de vista militar, y que luego condujo al terreno político, al emprender una negociación compleja y larga que le está abriendo las puertas a una nueva Colombia donde quepamos todos.

Y sería imperdonable, queridos lectores, e inconcebible desde el punto de vista estratégico, amigos Enrique Peñalosa, Clara López, Jorge Robledo, Camilo Romero, Antonio Sanguino, Jorge Iván Ospina, Claudia López, Antonio Navarro y Ángela Robledo, entre otros, que justo cuando Colombia está a punto de conseguir esa paz que terminará por fin esta guerra de 50 años, aborte ese sueño que ha llenado de esperanza a media Colombia, y que no ha sido comprendido por la otra media, porque ha faltado una explicación adecuada que desvirtúe la propaganda negra hecha por los enemigos del proceso.

Miremos, en síntesis, lo que se ha conseguido en los diálogos con las Farc:

1. En lo agrario, se acordó crear un banco de tierras, registrarlas e incorporarlas al catastro para que todas paguen impuestos; formalizar los títulos de los terrenos de los campesinos, y realizar programas ambiciosos de infraestructura y de desarrollo rural, de manera que ellos tengan salud, educación y disfruten de niveles de vida similares a los de los citadinos.

2. En lo político, las Farc se comprometieron a renunciar a la toma del poder por las armas, a respetar la Constitución y, junto con el Gobierno, a propiciar una apertura democrática que permita la participación en política de quienes hasta ahora no han tenido espacios para hacerlo, para lo cual se crearían circunscripciones de paz donde la fuerza pública les garantizaría la vida a los líderes que emergerían de ese nuevo país. En ese punto, los generales Mora y Naranjo han jugado un papel clave.

3. Y en cuanto al narcotráfico, las Farc se comprometieron a erradicar manualmente los cultivos ilícitos en sus zonas de influencia, que son las de mayor expansión de los mismos; a romper sus vínculos con el tráfico de drogas; a ayudar en el desminado del territorio, y a informar dónde se ubican las minas antipersonas en este país minado en tantas partes.

Aún falta acordar lo relacionado con víctimas y el fin del conflicto. Pero si el proceso sigue adelante, todo será más fácil porque en 19 meses “se ha encontrado un lenguaje común y se ha construido confianza para trabajar”, como comentaba una asesora de los negociadores. Y ello ha ocurrido entre dos bandos que han librado por décadas una guerra a muerte.

¿Les parecen pocos los logros obtenidos, señores de la derecha? ¿Y ustedes, amigos del centro, creen que podemos permanecer indiferentes ante la posibilidad de que nazca esa nueva Colombia? ¿Y los compañeros de la izquierda consideran que tienen derecho a convertirse en cómplices del aborto de este proceso de paz, al optar por la vía cómoda de lavarse las manos y llamar a la abstención o a votar en blanco?

¡No, señores! ¡No echemos la paz por la borda! ¡No permitamos que se rompa el proceso al dejar que llegue un presidente con propuestas inaceptables para los insurgentes! ¡No empujemos a Colombia al desangre! ¡Acabemos de abrir el camino de la reconciliación entre hermanos! ¡Confiemos!

¡Y votemos por Santos! (por más “aburrido, cachaco, antipático, politiquero, traidor, neoliberal, o feo” que parezca).

¡Salvemos la paz!