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¿Qué factores hacen que una huelga de hambre sea efectiva?

En un artículo para Slate, Brian Palmer reflexiona sobre la efectividad de la huelgas de hambre, enumerando los elementos que pueden convertirlas en una estrategia exitosa o no, con ejemplos históricos que soportan sus argumentos. Y aunque Palmer confiesa la dificultad de precisar cuáles son los factores que determinan el fracaso o el éxito de una huelga de hambre, sí logra conjurar dos patrones que dan algunas luces.

Lo primero que señala es que una huelga de hambre debe plantearse una meta realizable dentro del marco de la protesta. Si la huelga evita todo tipo de nutrición, unos 60 días pueden ser suficientes para medir la eficiencia o no de la campaña. Un caso exitoso fue el de William Lecuyer, un prisionero de la cárcel de New Jersey que se negó a dar una muestra de orina y fue colocado en una celda de aislamiento. Lecuyer, argumentando que la culpa era del guardia que debía tomarle la muestra, pasó más de un año consumiendo sólo líquidos, hasta que le otorgaron una nueva audiencia y fue sacado del confinamiento. Para el momento había perdido más de la mitad de su peso corporal.

La medición del éxito, sin embargo, puede ser un tanto mixta. En 1981, un grupo de nacionalistas irlandeses, entre ellos el miembro del IRA Bobby Sands, estaban encarcelados en Belfast, Irlanda del Norte, cuando decidieron protestar dejando de comer por su derecho a ser tratados como presos políticos. La campaña tuvo una cobertura masiva en la prensa. Los presos generaron tal revuelo mediático que Sands llegó a ser electo al Parlamento y, al finalizar la huelga, la mayoría de sus peticiones fueron otorgadas. Lamentablemente, para ese momento ya diez huelguistas, incluyendo a Sands, habían muerto.

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Un agente de policía conversa con simpatizantes del IRA que llevan pancartas en apoyo a la huelga de hambre de Bobby Sands durante la marcha del Día del Trabajador en Clerkenwell Green, Londres.

 

La segunda regla observada por Palmer es que la huelga de hambre debe usarse como último recurso para que sea tomada en serio. Para explicarse usa como ejemplo la protesta del Teniente Dan Choi y el Capitán James Pietrangelo en 2010. Los militares norteamericanos se embarcaron en una huelga de hambre con el objetivo de erradicar la política “Don’t Ask, Don’t Tell”, que censuraba la orientación sexual de los soldados homosexuales a cambio de permitir su entrada al ejército. Tras una semana de ayuno, Choi y Pietrangelo abandonaron la huelga, argumentando su falta de preparación previa y asegurando que retomarían la campaña lo más pronto posible. Palmer apunta que cometieron el error de lanzar una huelga de hambre de manera frívola, sin tomar en cuenta otras vías iniciales de concretar su objetivo.

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El Teniente Dan Choi y el Capitán James Pietrangelo, en 2010, al momento de suspender su huelga de hambre después de una semana de ayuno.

 

Es justamente por su carácter alarmista y de última solución que las huelgas de hambre suelen ocurrir en prisiones. Al no tener otros medios de manifestación, el ayuno suele ser una medida extrema que llama la atención mediática y social y es una opción disponible a cualquier preso del mundo. Todo esto, finaliza Palmer, no necesariamente aplica cuando se trata de un protestante famoso. Después de todo, cuando Gandhi decidió realizar una huelga de hambre y poner su vida en peligro, el mundo entero prestó atención desde el principio. Es decir: la atención y sensibilización del entorno también es un factor importante para que una huelga de hambre sea exitosa. Para leer el texto de Brian Palmer en Slate haga click acá.

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