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Caracas de Este a Oeste. 4. El 23 de Enero no lloró a Chávez, por Marcel Ventura

Por Marcel Ventura | 6 de marzo, 2014

Caracas de Este a Oeste. 4 El 23 de Enero no lloró a Chávez, por Marcel Ventura 640A

El Metro siempre ha sido termómetro de los días marcados por el chavismo. Fue exhalación dramática durante el último discurso de Hugo Chávez en la Av. Bolívar y fue júbilo y desahogo cuando ganó sus últimas elecciones, con miles de camisas rojas gritando hasta siempre en vagones con un solo destino.

Chávez hasta el dosmilsiempre.

Chávez hasta el dosmilsiempre.

Ese 7 de octubre de 2012 llenaron los alrededores del Palacio de Miraflores como lo habían hecho tantas veces, celebrando frente al “balcón del pueblo” que el 13 de abril de 2002 tembló con varios miles pidiendo la vuelta de su presidente. Aquel día confuso de la épica oficialista la mayoría vino a pie. Caminaron dos kilómetros, tal vez un poco más, y cruzaron la Av. Sucre que separa la ciudad conocida de la ciudad ajena. Fueron vecinos del 23 de Enero que ya en 1992 memorizaban “Chávez” y “por ahora” y “Yare”; vecinos del mismo barrio coronado ahora por un 4F color terracota. Que los restos del presidente reposen ahí lo dice todo: esos son los bloques que lo alzaron.

Empeñados en contar autobuses, opositores han olvidado que si el Metro de Caracas no es rojo algo bullirá a medias sobre el asfalto de la ciudad. Es lo que ha pasado durante las últimas tres semanas de convocatorias oficialistas. Es lo que se repitió hoy, en la presunta ocasión ideal para dar una muestra de fuerza a medios internacionales y al propio electorado. Si allá afuera hay un golpe de Estado en curso y una guarimba fascista y una minoría amargada, qué mejor día que el 5 de marzo para que el pueblo celebrara que el país es suyo.

Comandante gigante.

Comandante siempre invicto.

Eternamente comandante supremo.

Los epítetos se acumulan en el Paseo Los Próceres y la gente aplaude la pasarela de misiones. Es como el desfile militar de todos los años. No están Cristina Kirchner, ni Rafael Correa ni Dilma Rousef; no faltan Raúl Castro, Evo Morales, Daniel Ortega. Se ha corrido el rumor de que antes de las dos de la tarde cerrarán el paso al Cuartel de la Montaña. A la una y media sólo dos personas con franelas rojas se bajan en El Silencio, pero no se ve ni una en Agua Salud, la salida de Metro más cercana a la calle que llega hasta el mausoleo. No hay música llanera, no hay salsa ni merengue. Por las ventanas de los primeros bloques se ven algunas pancartas –pocas pancartas– con versiones del rostro de Chávez y de Simón Bolívar e incluso un par de murales con la cara de Maduro, favorecido con una delgadez inventada. En Los Próceres, la logística pone a sonar la canción “Chávez corazón del pueblo” una y otra vez. En el 23 de Enero, la emisora YKVE Mundial repite un cd con Chávez cantando. “Caminando por Caracas”, tararea, pero no lo escuchan más de cien personas frente a los quioscos del campo de béisbol que está a los pies del bloque 7, muy cerca de la Capilla Santo Hugo Chávez. Es una casita blanca con techo de zinc y una pancarta sobre la pared más grande: junto a un Nazareno, aparece el difunto con boina roja y traje militar y se lee en letras rojas “¡Dios con nosotros! ¿Quién contra nosotros?”. La gente se persigna.

Caracas de Este a Oeste. 4 El 23 de Enero no lloró a Chávez, por Marcel Ventura 640B

Desde ese punto hay menos de 200 metros hasta el Cuartel de la Montaña y no es necesaria mucha Guardia Nacional para bloquear el paso. Hoy no es el día para que el pueblo visite a Hugo Chávez. Hoy sólo dejan pasar periodistas acreditados por una acera sobre el asfalto y funcionarios públicos en camionetas por la calle. El pueblo –lo que el oficialismo ha llamado “el pueblo”– debe conformarse con subir por una montañita pelada y quedarse frente a una pantalla. El 5 de marzo solo fue acto público en Los Próceres.

Tendría sentido. Si se espera tanta gente hoy, el espacio de la Calle Museo Militar, en el 23, no puede albergar a todo el mundo, así que lo razonable es convocar la manifestación masiva en Los Próceres. Pero incluso ahí, cuarenta minutos después de terminado el evento, los autobuses ya enfilaban el camino de regreso y en los alrededores del Círculo Militar solo había gente recogiendo el rastro de un homenaje.

Dos horas antes de que empiece el evento en el Cuartel de la Montaña, la Calle 23 de Enero serpentea en silencio, sin música, sin consignas.

En la Calle Los Jabillos se oye el ruido de los autobuses y las motos y no hay forma de que quien camine por ahí pueda imaginar que hoy se cumple un año de la muerte de un presidente que está enterrado y celebrado como santo a menos de un kilómetro de distancia. Una cosa es organizar un evento masivo en Los Próceres para evitar aglomeraciones. Otra cosa es que el mismo barrio que salió espontáneamente el 13 de abril de 2002 no salga hoy a llorar o a despedir al “líder eterno” en el “espacio sagrado de la revolución bolivariana”, como dice la voz gomosa al comienzo de la cadena de radio y televisión a las 4:20 de la tarde.

Es la hora oficial de la muerte de Hugo Chávez. Suenan cañonazos. Fuegos artificiales se desgañitan sobre el Ávila y frente a la pantalla de la Calle Museo Militar sólo un millar de personas, quizás menos, aplauden, celebran y lloran. Sobre los techos de los bloques 19, 5 y 6 algunos agitan la bandera de Venezuela con nombres de colectivos, esos a los que Nicolás Maduró llamará en pocas horas y con insólita claridad para apagar “candelita que se prenda” en el Este. Casi nadie está asomado por la ventana y aunque los gestos de dolor son conmovedores, sobre todo entre mujeres mayores, hay más gente en media cuadra de la Av. Sucre que en este pedazo de calle.

Qué grande se ve el 4F color terracota desde el Palacio de Miraflores. Qué pequeño se ve el Palacio de Miraflores desde aquí.

Los parasiempre duran poco. Hoy es miércoles de ceniza.

Polvo.

Caracas de Este a Oeste. 4 El 23 de Enero no lloró a Chávez, por Marcel Ventura 640C

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Marcel Ventura 

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