Artes

Desde afuera: una Venezuela esparcida; por Gustavo Valle

Por Gustavo Valle | 1 de noviembre, 2013

Afiche_Desde_AfueraCinco personajes. Cinco historias de la más reciente emigración venezolana. Cinco vidas que decidieron hacer campamento en otra parte. Cinco casos arrancados de los miles de casos que muchos de nosotros conocemos, que nos ha dolido conocer. Una bailarina en Tokio, un músico en Londres, un fotógrafo en Croacia, una pareja rumbo a los Estados Unidos, y una joven familia en Perth, Australia. Dejaron el país por distintos motivos: la inseguridad, la falta de perspectivas laborales, los procesos de búsqueda personal o la humana aventura. Pero tienen en común el dolor por el país que dejaron atrás y la convicción, a veces inestable o ilusoria, de que la vida y el futuro están en otra parte.

Desde afuera es “un proyecto a distancia sobre venezolanos en el exterior” dirigido por Pedro Camacho y Johann Pérez Viera, en el que sus personajes se dieron a la tarea de filmar durante más de un año y medio sus propias vidas en cada uno de sus países adoptivos. Skype, teléfonos celulares y cámaras digitales fueron las herramientas utilizadas para registrar la cotidianidad, la intimidad, el drama y las dificultades de la experiencia extranjera. La película recorre ilusiones, proyectos, anhelos, y también los cuantiosos desafíos a los que estos personajes se ven enfrentados, haciendo hincapié en las frustraciones, las pérdidas, los fracasos que cada uno debe transitar para conseguir sus objetivos.

No estamos, sin embargo, ante relatos de superación. No hay aquí una lección de cómo se deben hacer las cosas, nada más lejos a un manual de “cómo emigrar sin morir en el intento”. Estos cinco personajes no son ni modelos a seguir, ni héroes trágicos, ni pálidas víctimas. No hay una toma de partido acerca de la decisión que han tomado. La película no los juzga ni los alienta: los muestra en su sencillez y complejidad; da testimonio de sus vidas, o más bien ellos ofrecen a la cámara el testimonio de sus pequeñas (y a veces melancólicas) hazañas. El film intenta reflejar la dimensión de sus propios albedríos, pretende comprenderlos más que juzgarlos, mientras los acompañamos a una nueva audición, una entrevista de trabajo, una separación, la llegada de un nuevo hijo o una cita en CADIVI. Y sobre todo los acompañamos en su soledad de extranjeros.

Hay una dimensión conmovedora en cada uno de ellos. Una dimensión conmovedora de baja intensidad, soterrada. No hablo de la dificultad de convivir en otro país ni de la nostalgia como fuerza negativa o paralizante. Hablo de personas jóvenes cuyas ilusiones (vanas o legítimas, pero ilusiones al fin) no están asociadas al lugar en que nacieron. Una idea trágica en sí misma y profundamente desestructurante: el futuro no está en el lugar de origen sino más allá. El futuro es un espejismo en medio del desierto, situado en otra geografía, siempre lejos. El lugar de origen se conjuga en pasado. El lugar de origen se convierte en memoria. Se huye del presente hacia un futuro muchas veces inconcebible. País y futuro, al menos en la mirada de estos cinco personajes, no se articulan. País y futuro: una ecuación rota.

La película pone, pues, el dedo en la llaga. Desde afuera habla, en su doble fondo, del adentro, y de cómo un país se ha convertido en una auténtica máquina expulsiva. La bailarina que sabe que en Venezuela jamás podrá vivir de su arte, el músico que no ve un horizonte viable para desarrollar su carrera, o la familia que huye de la inseguridad y la permanente incertidumbre. Hay un gesto voluntario, completamente voluntario en sus decisiones, pero esa voluntad, en la mayoría de ellos, es sin duda el corolario de una larga experiencia de obstáculos sin luz al final del túnel.

Por supuesto la cinta despertará nuevamente la ira de los patrioteros de marras, esos que se rasgan las vestiduras por un fantasma nacional tantas veces manipulado desde el poder hasta la hipertrofia. Algunos, incluso, querrán ver aquí el sucedáneo de Caracas, ciudad de despedidas, aquel limitado ejercicio de comprensión de nuestro reciente fenómeno migratorio. Pero quien vea con atención Desde afuera se dará cuenta de la enorme diferencia que los separa, no solo por componer una deliberada propuesta formal, sino por la narración que está en juego, y el acompañamiento vital que se practica con cada personaje. Se podrá señalar una cierta homogenización generacional y quizás una cierta homogenización cultural o de clase (aunque la realidad ya comienza a desmentirlo) Incluso se podría señalar que la película convoca vidas cuyos contenidos dramáticos no son aparentemente destacables, pero nada de esto desmerece los resultados. Todo lo contrario, el corte generacional y la supuesta irrelevancia de las historias (no son relatos extraordinarios sino el espejo de algo que nos puede pasar a muchos) pretenden un acercamiento a una experiencia común, a una identificación más o menos colectiva, o por lo menos numéricamente significativa. Desde afuera tiene además la virtud de no hacer mención a la opción política de sus personajes, de no narrar las experiencias en función de sus simpatías o antipatías. Esto, en vez de evadir algo inocultable, funciona como auténtico mar de fondo, y coloca a la película dentro de una esfera inevitablemente política, más no partidista.

Emigración. Exilio. Diáspora. Ya no sabemos cómo llamarlo. El fenómeno se ha ido instalando en nuestra realidad y en nuestro imaginario a una velocidad asombrosa. Es cierto que se inscribe dentro de un contexto más amplio en el que los desplazamientos, las mudanzas y los nomadismos son moneda corriente en todas partes. Pero el caso venezolano, además de ser reciente, tiene sus particularidades. De un tiempo para acá se han escrito libros, artículos, se han convocado charlas. Intentamos sobre la marcha ver con un poco de claridad algo que a todos nos ha sorprendido. Debatimos, coincidimos, deliberamos, impugnamos. En definitiva, a cada experiencia migratoria le corresponde una denominación distinta. Y experiencias hay muchas y de muchos colores. Todos estamos aprendiendo a convivir con la distancia, y hoy más que nunca se necesitan puentes que repongan algo que la realidad se empeña en romper. Desde afuera y desde adentro: dos enfoques de una misma verdad, dos caras de un país sometido a un indetenible quiebre interno. Hay quienes estando afuera simulan nunca haber partido (y se equivocan); hay quienes estando adentro viven en un amargo exilio interior (y quizás no tengan más remedio). Al irse, a algunos les va bien, a otros les va mal. Unos reensamblan sus vidas, otros las desperdician. Están los que se van becados, con la chequera de papá o del Estado y se hacen llamar exiliados, en un gesto de artificioso dramatismo. Están los que, tras ser perseguidos, colocados en una lista negra, ninguneados, o tras perder sus trabajos o algún miembro de su familia en manos de la delincuencia, se marchan y queman las naves en un angustiante destierro. Están los que no soportan la distancia y vuelven, a pesar de todo, porque en definitiva un país es una configuración de afectos, y lo más difícil de abandonar son los afectos. Y están los que permanecen, los que no quieren ni pueden irse, esos a los que les resulta inconcebible irse, los que resisten, los que no admiten otra vida sino en su lugar de origen, los que no pierden (o no quieren perder) las esperanzas, los que perseveran y toleran y sufren y trabajan sin descanso. Todos ellos, todos juntos, son el país nuevo. Un país que habrá que comenzar a pensarlo sin el frenesí de las emociones. Un país extendido, multiplicado y concebido desde su desarticulación, desde su atomización y distorsión, desde nociones que van más allá de lo territorial y lo geográfico.

Desde afuera es una excelente oportunidad para pensar esto que nos está ocurriendo e incluso sobrepasando. Yo invito a que vean este admirable y honesto documental sin prejuicios, sin parcialidades y sin suspicacias. La emigración en Venezuela es una de las consecuencias más dolorosas a las que el país se enfrenta desde hace algunos años. Antes era la dichosa “fuga de cerebros”, pero hoy en día estamos hablando de una población numéricamente mucho más significativa, y de características muy amplias, en lo social, en lo económico y en lo cultural. Hablo de un auténtico pedazo del país que se está desprendiendo, como esos icebergs que se separan del cuerpo de un glaciar después de un rompimiento.

La creación de una Venezuela flotante. Derramada. Esparcida.

***

El documental puede verse aquí: http://desdeafueradocumental.com/

Gustavo Valle Autor de los libros "Materia de otro mundo" (2003), "Ciudad imaginaria" (2006), "La paradoja de Itaca" (2005), "Bajo tierra" (2009) y "El país del escritor" (2013). Ganó la III Bienal de Novela Adriano González León y el Premio de la Crítica.

Comentarios (19)

Alida Coll
1 de noviembre, 2013

No he visto el documental, pero lo sufro en carne propia pues tengo un hijo fuera de Venezuela desde hace 12 años, es un dolor que no lo supera internet, las casi llamadas diarias, con la lucha espiritual a diario de que “mejor esta por allá”, de saber que no está desconectado que casi siempre sabe más de Venezuela que yo misma. A este dolor, le suma el dolor de ver un país cayéndose a pedazos por una soberbia de este desgobierno, por 15 años de lucha de la oposición que somos mayoría no nos enorgullecemos por ello que nos insulta y eso nos baja la moral, no hemos dejado de luchar, con su altos y bajos, con aciertos y descontrol. El comunismo no ha podio a pesar de casi 16 años con una inoculación de odio desmedido al país y a su gente, de resentimiento. Venezolanos que viven afuera la mayoría sufre, pero es lógico que no se vengan, Dios los bendiga y no hagan caso de la gente que los ofenda. Son valioso para su familia y eso ya es una gloria.

Alida Coll
1 de noviembre, 2013

Ay no lo pude abrir, solo vi el “corto” y quede prendada! Extitos

Román Romano
1 de noviembre, 2013

Yo viví esa aventura por allá a mediado de los ’70, me fui como becario de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho. La única y gran diferencia fue que yo sabía que al fin de todo un día regresaría a la patria Regresaría a trabajar por ella, hacer una familia o simplemente al lado de mis padres pero regresaría, como en efecto sucedió. Pero estos chicos solo tienen esperanzas, no de regresar pues eso no está planteado, es solo lograr su meta y hacer una nueva vida y simplemente triunfar pero siempre estará más allá del horizonte ese pedacito de tierra que siempre llevaremos pegada a la suela de nuestros zapatos.

Elisa
2 de noviembre, 2013

Desde que empece a leer este artículo no he parado de llorar, no sé si vea el video, lloro recordando la caracas maravilllosa de mis andanzas, de mis dias de Cinemateca Nacional, de Rajatablas, del Bar el Torero, de la Frasca de Toledo, del Cordon Blue, de mi amada UCV vivida sin miedo y con respeto y tolerancia hacia todo lo que hace vida en ella… estamos rotos,tristes, y enfermos y pienso en mis hijos, tengo unos morochos de 5 años, y me tortura cada cierto tiempo, cada vez más estrecho el tiempo entre los pensamientos, y pienso nos vamos,nos quedamos, qué hacemos, que le ofrecemos a los chamos acá.. y sigo llorando y solo consigo abrazarme a la certeza de saber que mis hijos son mi patria, y que los estamos criando con amor, y respeto a ellos y a los demás, que desde que nacieron les hemos enseñado que hay que luchar por un país mejor, que su papá ha sido profesor universitario y ha construido país toda su vida y lo sigue haciendo, y que su mamá trabaja en Petare convecida de que es posible seguir construyendo en este país adolorido y enfermo. Y la idea de irnos, quedarnos, irnos, quedarnos ronda como un fantasma nuestra existencia y que nadie debe sentirse con el derecho de juzgar las decisiones vitales de los que se han ido, de los que estamos, de los que nos sabemos que hacer. por ahora seguire llorando melancolica y me servire una copita de ron de naranja acompañada por par de cubitos de hielo… y seguire trabajando por la elecciones del 8 de Diciembre, y seguire mirando a Camila y Rodrigo, mis hijos con la certeza de que ellos son mi Patria.

Alida Coll
2 de noviembre, 2013

Elisa Dios te bendiga, y bendiga a tu bella familia. Si seguiremos luchando, a votar el 8 de Diciembre. Como una vez le oí decir a Pompeyo Márquez “ventana que me dejen abierta entro” No te sientas mal por pensar e irte eso es válido es humano, chévere que te quedes pero también chévere doloroso que te vayas. Hay un camino y la oposición tiene planes para el retorno de esos miles de venezolanos que así desee regresar pero no será de inmediato, por ello estoy tan orgullosa de estas nuevas generación que tiene tanto empuje, imaginación , formación moral y de luces. Dios los bendiga a todos, Yo ya soy de 60 años y quisiera acabar mi días con una sonrisa de que si se pudo

Alida Coll
2 de noviembre, 2013

Hola Román esa experiencia de vida en el extranjero no la logre por diversos factores, pero al igual que tu era ir y volver. Ahora con mis hijos ya grandes y mi nieta me entra la duda, quisiera que se vayan pues me da un pánico la inseguridad y el clima cada vez más duro y la imposibilidad de los medios de decir las cosas. Me entere por mi hijo en España lo del periodista de 2001, luego al final del día en El Universal, pero como Elisa tengo esperanza. Bendigo todos los días a miles de venezolanos, incluyendo a mi hijo, de haberse marchado , quiero que vuelvan si no lo niego pero si su vida es fuera igual los bendigo, no soy nadie para juzgar su ida.

Carla
2 de noviembre, 2013

Lo vimos anoche, gracias a tu comentario, Gustavo: http://desdeafueradocumental.com/documental/ En nuestro caso, vivimos fuera de Venezuela desde hace solo dos meses y este documental es un espejo hiperrealista fragmentado que con cada trozo te corta un poquito y le echa sal a las heridas que están frescas. Imprescindible para vernos desde afuera y comprendernos un poquito mejor.

Alejandro
2 de noviembre, 2013

Tengo más de 6 años viviendo fuera de Venezuela. Mis motivos estrictamente profesionales,de ganas de tener experiencia internacional. Soy músico formado dentro del Sistema de Orquesta de Venezuela. Vi el corto, y tiene ciertos aspectos que me gustaron. Por ejemplo, uno de los personajes hace una autocrítica muy válida sobre nuestras debilidades como sociedad: me refiero a la viveza criolla, a ese gesto de pasar por encima de las reglas, de dárselas de vivo… Bien, hoy en día, allá en nuestro país,esa viveza criolla lamentablemente se ha convertido en la forma oscura y negativa del venezolano. Valores como solidaridad, obediencia o sentido común se han perdido irremediablemente. EL personaje mismo afirma eso, cuando dice que en Venezuela si eres más o menos bueno o decente, rayas en lo ridículo. Y por eso nos llevamos esas bofetadas en otras culturas donde sí se respetan las leyes y los valores. El personaje da una metáfora muy acertada cuando dice, que estamos tan cerca de nuestro espejo que no vemos nuestro rostro.. Esto para mí es traducible en varias categorias: ” Venezuela hago lo que quiero”, En Venezuela no es asi”, en Venezuela la gente es feliz” etc.. En Venezuela todo es un desorden y por eso hay que aprovechar!… En conclusión: qué hay realmente detrás de ese cliche con el que nos identificamos como país?. Nuestra viveza criolla ya no es la misma, esa ingenuidad de tiempos atrás hoy ya nos degrada a niveles muy bajos. Por lo demás, felicitaciones por el documental o corto.

maribel
2 de noviembre, 2013

Yo tampoco paro de llorar. Está allí, cotidiana, a veces escondida, la enorme tristeza de la familia distante. Una sombra que opaca constantemente los momentos gratos que con inmenso esfuerzo construimos los que nos hemos quedado, porque quisimos o porque no pudimos irnos, eso ahora no importa. Abrumadora tristeza no solo por la distancia, sino porque los motivos de ella, aun persisten y parecen enquistarse cada vez mas profundo en el modo de ser de los venezolanos. Lloro porque la separación no tenía mucho de libre elección, ni para los valientes aventureros que salieron al exterior ni para los que nos quedamos. Aquí estoy, triste y asustada, pero también, de pie, resistiendo a la destrucción de nuestro país. El 8D mostraremos nuestra fortaleza.

maribel
2 de noviembre, 2013

Gustavo Valle. Hermoso artículo. Gracias.

Veronica
3 de noviembre, 2013

Hermoso, Gustavo. Siempre nos llevas de la mano suavemente a explorar caminos rocosos. Por supuesto que voy a ver el documental. Felicitaciones a los realizadores.

Veronica

migda elizabeth
3 de noviembre, 2013

En mi caso cuando salgo de Venezuela me siento féliz cuando regreso. Como Venezuela no hay, digan lo que digan esta es una tierra de gracias. Sólo nosotros somos responsable por el rescate de todo lo bello que tenemos como personas y como tierra. Me sentí muy triste al ver a estos compatriotas lejos buscando una oportunidad que bien podrían tenerla aquí. Debemos exigir a los gobernantes que hagan el trabajo para el cual fueron elegidos. Ys basta de tanta incompetencia. Te amo Venezuela!

Messinía
4 de noviembre, 2013

Lo único que me gustó de este trabajo audiovisual fue la frase: “Venezuela se parece mucho más al mundo que Inglaterra”. Por lo demás, no aporta nada extraordinario al tema de la emigración, demasiados tópicos y situaciones comunes

Magiben
4 de noviembre, 2013

Cómo no llorar?… no paro desde hace un par de semanas que tuve que desprenderme de mi amor… porque estamos en lo mismo,,,,nos vamos? nos quedamos? que tragedia la que estamos pasando los venezolanos… miro a mi hija y pienso al igual que Elisa, y me pregunto por qué quitarle el derecho a estar en su patria, en su país, por qué mudarla de nuestro ateneo, de sabana grande, de la cinemateca, de las mercedes, de la autopista de prados del este, del sambil, de su colegio… pero también por qué dejarla sin esperanzas de ser una niña libre que camine tranquila en una calle sin el temor a que los motorizados nos roben las esperanzas, las ilusiones, los esfuerzo de la quincena, por qué dejarla en un país donde la tolerancia es imposible, donde ya te da terror opinar, donde no hay ni como escoger lo que nos queremos comer…qué dilema, el próximo 08 de enero como a muchos se nos define el futuro, tendremos la cita en la embajada y seguramente partiremos con las maletas, maletas que mas que ropa sólo guardarán esperanzas… Y SIGO LLORANDO….

Román Romano
4 de noviembre, 2013

Messina.- Si el problema lo ves con los ojos de hoy o como lo verían ojos extraños a Venezuela, te doy toda la razón de este mundo. Sin embargo, si los ves como algo que solo hace 15 años atrás era algo raro de encontrarse en el exterior con un venezolano que no se hubiera ido por solo estudiar, eso si era extraño de verdad. Te lo digo, pues fue mi experiencia que en cinco años me encontré a uno solo y para colmo, era hijo de un emigrante que se había ido por razones familiares. Era muy común encontrarse con todo tipo de latinos americanos pero venezolanos era una extrañeza. Ahora no, son más de medio millón que podemos encontrar en las calles del mundo y ya la nueva generación los ve como normal. Pero estoy seguro que si las cosas en mi país, para bien o para mal, no hubieran cambiado, en el exterior tampoco hubiera cambiado la situación de esos poquísimos que se aventuraban a dejar a la patria. Porque mi país es el mejor del mundo.

@manuhel
5 de noviembre, 2013

Yo emigré en Enero 2012. Voy para dos años y sumando.

Después de este tiempo afuera (viviendo en el medio oriente) algo he aprendido de este proceso:

*Es muchísimo más fácil emigrar para quienes lo hacen junto a su familia. Es decir, pareja e hijos. En mi caso, aunque mi esposa está aquí conmigo el hecho de no tener hijos todavía dificulta más la adaptación, situación que no sucede con quienes si vinieron en combo (así le decimos aquí a quienes vinieron ya como familia hecha).

*Es muchísimo más fácil emigrar cuando vienes con trabajo fijo y ganando aceptablemente bien. Aquí, casi todos los que venimos al medio oriente no pasamos trabajo. Incluso, los venezolanos tenemos la particularidad de que viajamos mucho. No pelamos un puente o días feriados para salir a conocer otros paises que tenemos a tiro.

*El venezolano afuera cambia su comportamiento. Nos adaptamos muy bien a las reglas y culturas foraneas y solemos ser mas sociables y solidarios con nuestros paisanos. Aquí se buscan maneras de compensar ese calor familiar y la vía más expédita es reuniéndonos más frecuente entre paisanos.

*Aquí, a pesar de lo que muchos suelen pensar, casi no hablamos de política ni vivimos contaminados de cadenas proselítistas y temas concernientes a la politiquería venezolana. Cada quien está en lo suyo, en su trabajo, en su familia y cuando llamamos a Venezuela lo que buscamos es saber de nuestros familiares más que de otro temas en parte ajenos.

*En mi caso y el de muchos que estamos en la “lista negra o indeseable” de PDVSA no nos queda de otra que planificar nuestro futuro por estos lados. Ya por experiencia hemos aprendido a depender de nosotros mismos más que de circunstancias externas. Eso nos somete a adaptarnos aquí a como de lugar porque no tenemos plan B en Venezuela mientras siga esta situación.

*Normalmente el venezolano que emigra es profesional y casi todos tenemos parecidas expectátivas de vida y planes, entonces eso facilita la convivencia y el compañerismo. Aquí en estos paises donde hay mucha mano de obra extranjera uno puede darse cuenta como los Indios y Filipinos por poner el ejemplo más pálpable, si se disgregan entre si dependiendo de su clase social.

*Extrañamos mucho Venezuela y somos en esencia un conjunto de costumbres venezolanas. Eso permite reconocernos facilmente cuando coincidimos en algún lugar y es lo que nos mantiene el halo de esperanza de que pronto esto va a tomar otra vez el rumbo deseado.

*Respecto a los malos hábitos, es lo primero que vamos desechando una vez nos alineamos a esta nueva sociedad y es lo único que nos averguenza de nuestra nacionalidad. Las cosas que se merecen trabajando y respetando el espacio ajeno tienen mejor sabor y sentido de sostenibilidad si queremos vivir como sociedad.

omar rojas
9 de noviembre, 2013

Espero que esta sistuación que vivimos los venezolanos , tanto los que estan fuera como los que nos quedamsos,sirva para que nos revisemos(sociológica,moral,cultural y civicamente)porque sino estaremos por secula seculorum en esta situación :allá ,donde esten,es más chevere;alli no se votan papeles en la calle,cuando aquí todo es un desastre,lo he oido decir hasta el colmo de todo el que se va o sale .Porqué no lo haces aquí y allá si¿?REVISEMONOS¡¡¡¡¡

Aladar Temeshy
17 de noviembre, 2013

Recordado Gustavo, por supuesto tu articulo es exelente y me recordó cuando nos vimos la última vez -2011- en la presentación de mi libro el Las Mercedes.Hablamos de afuera y de adentro. Ambos estuvimos afuera ya por tiempo.Tenías dos definiciones: Con los años por encima no estás bien ni aquí ni allá. Las justificaciones personales entran en un gran vacio. Tenías razón, un abrazo,Aladar

Gonzalo Gonzalez (El Arepon)
9 de noviembre, 2014

Muy buen articulo. Que bueno enterarme del documental via Prodavinci.

Comparto la dificil decision de regresar y mi analisis en el siguiente articulo – #Me regresaria demasiado

http://elarepon.com/2014/10/05/meregresariademasiado/

“No es la primera vez que ciudadanos de un país buscan nuevas experiencias y mejores oportunidades en el extranjero. La particularidad en Venezuela es que el sentimiento de urgencia para salir de la patria es una epidemia nacional. La gravedad, no verlo como una vivencia temporal sino como una salida permanente e ‘irreversible’.”

http://www.elarepon.com

Envíenos su comentario

Política de comentarios

Usted es el único responsable del comentario que realice en esta página. No se permitirán comentarios que contengan ofensas, insultos, ataques a terceros, lenguaje inapropiado o con contenido discriminatorio. Tampoco se permitirán comentarios que no estén relacionados con el tema del artículo. La intención de Prodavinci es promover el diálogo constructivo.