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La Inquisición: ¿una cacería de brujas con intereses demográficos?

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Hoy en día tendemos a ver hacia los tiempos de La Inquisición como una época de oscuridad en la que se cometieron muchas atrocidades, como la expulsión de judíos y musulmanes, la supresión del protestantismo y la protección de los valores católicos a través de la censura y persecución. Sin embargo, quizá la fuerza ejercida como método de coerción para mantener el poder no haya sido mera fuerza bruta, sino una manera muy elaborada (y despiadada) de moldear el mundo.

En el caso de la persecución de brujas, según rescató la blogger argentina maia08 en su blog De todo como en botica, existe una interesante versión sobre la persecución a las brujas que fue publicada en el agencia de noticias Télam, alrededor del año 2008.

La época mejor documentada de cacería de brujas duró tres siglos, desde 1450 hasta 1750, aproximadamente. Pero aparentemente tal práctica no comenzó meramente como una aplicación de los preceptos cristianos, los cuales en realidad eran bastante vagos y contradictorios en cuanto a tratar elementos tan difusos como la brujería. La cacería, según esta versión, es una respuesta a la crisis demográfica europea ocasionada por la peste negra, que provocó una crisis al sistema feudal. Cuando esta enfermedad diezmó a tres cuartas partes de la población europea, había que repoblar el continente.

Pero, en aquel entonces, los médicos no se encargaban de los partos: en su lugar, las parteras eran quienes custodiaban la tradición de los cuidados de la maternidad. De esta forma, ellas no sólo conocían los detalles del cuidado de la mujer embarazada, sino que también conocían los métodos anticonceptivos y abortivos. Cuando la Iglesia se encaminó en contra de este gremio, la tasa de nacimientos se duplicó, pasando de 3,3 a 6,6 hijos vivos por familia.

En 1484, el papa Inocencio VIII, mediante la bula Summis desiderantes affectibus, reactiva el organismo de la Santa Inquisición. En ella ordena una investigación en las ciudades de Magancia, Colonia, Tréveris, Salzburgo y Bremen por herejías entre las cuales figuran casos en los que se “han matado niños en el vientre materno” y causan “penosas enfermedades, tanto internas como exteriores, que impiden a los hombres realizar el acto sexual y a las mujeres concebir”. Para este cometido envió a los frailes Henrich Kramer y Jacobus Sprenger, quienes escribieron el Malleus Maleficarum, un instructivo para identificar, dar caza, obtener confesión, sentenciar y destruir brujas. El libro fue un lo más parecido a un best-seller en su época y fue continuamente consultado durante casi dos siglos.

En 1532, Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano, creó un conjunto de leyes que es considerado el primer cuerpo de derecho penal alemán: Constitutio Criminalis Carolina. El código de Carlos V situaba a la brujería entre los delitos más graves junto con el robo, la homosexualidad, el delito de incendio y el homicidio. El sistema legal impulsado en este conjunto de leyes permitió juicios masivos por brujería entre 1580 y 1680, ordenando la tortura para obtener confesiones válidas.

Durante este tiempo, católicos, protestantes, anglicanos y puritanos por igual persiguieron cientos de miles de mujeres desde Polonia hasta las colonias en América, y se estima que ejecutaron más de sesenta mil mujeres bajo supuestos como “ofrendar niños recién nacidos al diablo”. Hoy en día, la anticoncepción y el aborto son temas que vuelven a estar en auge y al perecer la Iglesia Católica, aunque con menos poder que siglos atrás, mantiene la misma postura que en la víspera de la peste negra.