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La risa de Ricardo Piglia, por Ana Teresa Torres

Por Ana Teresa Torres | 10 de julio, 2013

El escritor argentino, ganador del Premio Rómulo Gallegos  2011 y jurado de la edición 2013, Ricardo Piglia, dice que (le) “da un poco de risa lo que han hecho algunos autores venezolanos al abstenerse de participar en el certamen por su posición política” (en entrevista con texto de Vanessa Davies, Correo del Orinoco, 10 de julio, 2013). Frase seguida, califica a los que tal actúan “como estalinistas, primero le preguntan a una persona lo que piensa y después se deciden a leerla”. (Personalmente no me abstuve en esta edición –no tenía novela para concursar–, pero sí lo hice públicamente, al igual que otros novelistas venezolanos, en ediciones anteriores, y lo volvería a hacer, desde luego, si las circunstancias fuesen las mismas).

En general a los antichavistas, o simplemente no chavistas, nos llaman fascistas, terroristas y lacayos del imperio, así que estalinistas quizá represente un mejoramiento en la categoría de lo indeseable; al menos, una novedad. Que a los opositores al régimen chavista nos insulten desde las mas variadas tribunas, incluyendo las intelectuales y académicas, es tan frecuente y común que casi nadie se da por aludido ni se molesta en replicar. Y yo tampoco lo haría si no fuese por dos razones particulares en este caso: una, el hecho de que en Venezuela Piglia es un novelista leído, admirado y maestro para las nuevas generaciones; y la otra, su particular sentido del humor, la posibilidad de reír cuando piensa en este país en el que la risa se ha puesto tan difícil. Aunque, no crea, don Ricardo, nosotros también sabemos reír, y a mí, por ejemplo, me hace gracia que usted piense que “esos señores (los que llama estalinistas) parecen señoras virtuosas. No sé a que temen”. ¿A qué tememos aquí en Venezuela? A un montón de cosas, a salir a la calle, a que nos graben en nuestras casas, a que nos roben los procesos electorales, a los negocios que hacen con nuestro dinero otros países “hermanos”, a que finalmente no haya medios de comunicación opositores, y hasta no tener electricidad ni agua. Si yo le contara, la cantidad de cosas que dan miedo en esta patria de Bolívar.

Me divierten también las preguntas: “¿Diría que el Gallegos es un premio confiable”?, o esta otra perla: “¿En algún momento se le preguntó a una autora o autor su militancia política”? Hubiésemos, quizás, esperado de la periodista algo más complejo que no fuesen estos subtextos que quieren obviamente decir: por favor, confirme que el premio no se ha echado a perder. Y es tan cómico el asunto que el entrevistado responde lo que de verdad parece un chiste estalinista:

“Le quiero decir dos cosas: el Celarg no tenía ningún miembro en el jurado; es decir, no había ninguna influencia de la institución que organiza el premio en relación al trabajo del jurado, y en ningún momento nos preguntaron nada. Segunda cuestión: nadie nos preguntó nada respecto a qué pensábamos hacer, y lo mismo ha sucedido con el llamado del premio. En ningún momento, señala, el Gobierno Bolivariano tuvo algún tipo de intervención en las deliberaciones. A nadie se la ha ocurrido decir que las novelas tengan que ser de tal manera, o que deben ser premiadas en el concurso”, remarcó”.

En realidad –y esto puede parecerle risible o virtuoso al señor Piglia–, a mí personalmente no me parece que el premio se haya echado a perder. Desde que el gobierno bolivariano lo convoca lo han ganado escritores importantes, unos mejores, otros peores, como es lo usual en cualquier concurso. Y otro tanto diría de los jurados. El problema no es el premio Rómulo Gallegos, ni el Celarg, ni los ministros de Cultura. El problema para los venezolanos antichavistas (más del 48% según cifras oficiales) o simplemente no chavistas, no es un premio literario por significativo y latinoamericano que sea. Y aquí entramos en otro territorio que también es risible. Dice Piglia que algunos escritores venezolanos han trasladado “los conflictos electorales a las complejidades del mundo cultural”. Bueno, los conflictos electorales a veces son muy complejos, pero de todos modos quien piense que esto es un “conflicto electoral” no debe saber mucho de Venezuela, creo yo. O sabe tanto que prefiere decir eso. Aquí lo que hay es un conflicto existencial, un conflicto histórico, entre un gobierno que quiere la hegemonía de la sociedad en todos sus niveles y ámbitos, y una mitad de esa sociedad que no se ha dejado hegemonizar. Y el conflicto nos ha costado tantas pérdidas que resumirlas sería un irrespeto.

Lo que modestamente algunos escritores hemos querido significar al no participar en el Gallegos (sin juzgar a los que sí participan porque eso es cosa de cada quien), no es que somos de derecha, o de izquierda (el chavismo, por cierto, no resume la izquierda, ni el antichavismo la derecha), o de centro, o de lo que sea. Lo que hemos querido decir con nuestra, repito, modesta ausencia no es que no leemos a los “autores de izquierda”, o que nos preocupe que ganen concursos. Lo que hemos querido decir, y seguiremos queriendo decir, es que no participamos en esta farsa que tanto daño le hace, y le hará, al pueblo de Venezuela. Y la farsa no es, desde luego, el premio en cuestión, que es una insignificancia comparada con las situaciones que aquí vivimos. No poner nuestro nombre al servicio de las “instituciones” del gobierno y su promoción internacional es ese pequeño granito de arena que no nos pueden quitar a quienes, de derecha o de izquierda, nunca nos hemos planteado el dilema –Piglia dixit– de leer o no a Borges.

Ana Teresa Torres es narradora y ensayista venezolana.

Comentarios (36)

Rafael Rodríguez Calcaño
10 de julio, 2013

Respetuosa, aunque firme e impecable respuesta que resume claramente el verdadero meollo del asunto, ése mismo que se le “escapa” al risible reidor.

Andrés Cardinale
10 de julio, 2013

Brava donna! Y Piglia, que se la pille. No todo escritor es un intelectual, ni todo intelectual un escritor. A veces, el silencio es más elocuente que la palabra. Y lo que no dice Ana Teresa Torres es mucho más expresivo que lo que está diciendo…

Diego Arroyo Gil
10 de julio, 2013

Suscribo cada letra.

Eloi Yagüe
10 de julio, 2013

Qué bueno, Ana Teresa, que le haya respondido a este escritor y en esos términos tan sobrios. Lo curioso no es que los ganadores del premio lo defiendan, lo curioso es los argumentos que utilizan. Si a ver vamos el estalinismo se refleja en esa necesidad de construir una hegemonía polìtica y mediática con base en el culto a la personalidad de un dirigente. Salud!

MILITZA VASQUEZ
10 de julio, 2013

Muy,muy limpia esta respuesta! Después de leer este escrito, seguro se le congelo la risa!

Lydia katan
11 de julio, 2013

Muy buena respuesta Ana Teresa tu eres muy buena escritora tengo todos tus libros a este señor se le congeló,la sonrisa…..viva las mujeres valientes y que saben defender una posición…

Ramón Peña
11 de julio, 2013

Para que el señor Piglia sepa lo que es pulcritud de juicio y sentido democrático en un concurso literario, recordémosle que en 1967,Mario Vargas Llosa, entonces prominente defensor de la revolución Castrista y presidente de la Casa de las Américas de la Habana, recibió el premio Rómulo Gallegos por La casa verde. El hecho de que meses antes los cubanos habían realizado desembarcos de guerrilleros contra el gobierno democrático por Falcón y Machurucuto, no tuvo influencia alguna en la decisión del jurado. El Inciba, creador del premio, lo presidía Simón Alberto Consalvi. Víviamos una robusta democracia

Francisco
11 de julio, 2013

¿Se asomará el jurado nombrado aquí a esta respuesta? ¿Se tomará esa molestia luego de mostrar estar tan seguro en sus afirmaciones y calificativos? ¿Se dignará en querer enterarse quién es la escritora que le ha respondido si lo que dijo no esperaba contestación ninguna?

Francisco Suniaga
11 de julio, 2013

Gracias a Ana Teresa Torrres por esta respuesta contundente y por demás satisfactoria a las declaraciones del señor Ricardo Piglia. Todo está dicho en esta nota suya, pero, luego de haber leído la entrevista en el diario gubernamental “Correo del Orinoco”, sintiéndome aludido, me permito añadir unas palabras. Soy uno de los autores que le da risa al señor Piglia, por cuanto decidí no enviar al concurso Rómulo Gallegos mi reciente novela, Esta gente. Lo mismo había hecho en su oportunidad (2009) con El Pasajero de Truman. Pero no ha sido por estalinista que he tomado esas decisiones. Nunca he militado en la izquierda de esa filiación, cosa que sí reconoce haber hecho el señor Piglia, quien sin embargo matizaba su militancia instando a sus camaradas que leyeran a Borges, a pesar de ser quien era. He tomado esa decisión porque soy opositor a un gobierno autoritario y militarista, violador de los derechos humanos (que alguien, por favor, le informe de la juez Afiuni) que, precisamente, no distingue el ámbito político de ningún otro, mucho menos del cultural. En 2005, cuando todavía se podía pensar que había campo para ello, envié al concurso mi novela La otra isla y no recibí retroalimentación alguna, salvo escuchar en una declaración un comentario descalificador (la llamó “novela pseudopolicial cuyo propósito era atacar al presidente Chávez”) de un miembro del jurado. Por si eso no fuese suficiente para tomar la decisión que al señor Piglia le da risa, hay otras actuaciones, que incluyen a otros autores y sus obras, que no dejan lugar para la duda. Los mismos autores que jamás son invitados a festival, feria o sarao literario alguno de los muchos organizados por los entes culturales públicos. Vale decir, la conducta de este gobierno con los autores que militan en la oposición ha sido flagrantemente discriminadora. Así, por la experiencia propia y la de otros escritores que han asumido públicamente su condición de opositores a este régimen (y hemos sido víctimas del estalinismo que lo alimenta ideológicamente), he estimado que no voy a prestar legitimidad alguna, por mínima que ella sea a concursos que como el Rómulo Gallegos pretenden usar para lavarse la cara. Entiendo, finalmente, que no estando sometido a estas mismas experiencias discriminatorias e ignorando detalles de nuestra historia reciente, el señor Piglia haya incurrido en el error de reírse de aquellos que si lo han estado y que han asumido una posición digna ante el abuso. Si ese es el caso, su ignorancia, y ojalá lo sea, pues habrá que ser indulgente. No quisiera siquiera pensar que un escritor que se ha admirado haya ido mucho más allá de la decencia con un gobierno extranjero (que además le entregó un cheque de cien mil dólares) y se haya sumado a la obsecuencia de sus seguidores tarifados en el exterior.

Ruben
11 de julio, 2013

Escriba lo que se escriba, y comentese lo que se comente Piglia es Piglia, aunque duela. Luego, disfruto salir a la calle y caminar por sitios renovados y recuperados (parques, bulevares etc.) Tal vez la paranoia está en la mente de los propios curadores de la conducta.(No se me censure, con respeto). En todo caso, tomando por cierto lo expuesto aquí por la profesora y los demás escritores que comentan: ¿Son los demás premios del país objetivos e imparciales? ¿No obedecen sus juicios y valores a ideas políticas también? Suniaga, creo que lo de tarifados es ofensivo, pero bueno, tal vez sea usted de otra isla, con cariño… Saludos y gracias!

Ana Rodriguez
11 de julio, 2013

Gracias por resumir de forma tan clara el sentimiento de muchos venezolanos. ¿Por que sera que cuando vienen algunos escritores extranjeros les da por reirse?¿Debe ser que el Ministro Izarra le enseño de que nos reimos los venezolanos?

Julio Bolivar-Jaurregui
11 de julio, 2013

La risa de Piglia es la risa complaciente de los que , como diría Virgilio Piñera, aquel excluido de la Habana; “tenían que demostrar todos los días palmariamaente que estaban con el proceso cubano”. Es la risa de tarifado de Cristina Kirchner.Gracias Ana Teresa, por tu opinión, siempre tan certera, siempre tan elegante.

David
11 de julio, 2013

Espero mi opinión personal no suene desagradable…

Me parece una muy mala respuesta para defender la omisión en el premio Rómulo Gallegos:

Primero, uno lee cosas como esta

¿A qué tememos aquí en Venezuela? A un montón de cosas, a salir a la calle, a que nos graben en nuestras casas, a que nos roben los procesos electorales, a los negocios que hacen con nuestro dinero otros países “hermanos”, a que finalmente no haya medios de comunicación opositores, y hasta no tener electricidad ni agua”…

y se imagina a Ana Teresa Torres viviendo en la Dolorita, o en José Felix Ribas. Uno se imagina a Ana Teresa Torres viendo Televen y Canal I, y saliendo sin bañarse, etc… Un monton de cosas que realmente no se acercan a sus verdaderas realidades.

Pareciera que viven la historia del Otro, pero nisiquiera del otro que conocen, sino del otro que dicen que vive sin Luz ni agua ni electricidad… Siguen con el cuento chino de que son opositores porque quieren un mejor nivel de vida para el Otro, pero esos otros resulta que estan con lo que ustedes se oponen…

Por ahi leí un comentario de alguien que le ped{ia a Piglia que viniera una semana a Caracas y después hablara… Estoy seguro que si Piglia pasa una semana en alguna de sus casas se irá bastante complacido. OJALA LO HICIERA…

Zoraya
11 de julio, 2013

Piglia es Piglia, nadie lo discute. Ningún concurso ni cosa humana alguna es objetiva. La escritora habla de otra cosa, del derecho de disentir, por ejemplo…No le pare. Disfrute usted Rubén de los parques y boulevares recuperados.

Andrés Cardinale
11 de julio, 2013

Pero eso sí, don Rubén, vaya guillaíto… por si acaso los malandros…

Samuel González-Seijas
11 de julio, 2013

“Estalinistas” y “señoras virtuosas” son insultos que van y vienen y complacen las lenguas de odio de “esta gente”. Lo curioso (y grave, creo) es que el maestro Piglia ignora qué es o que fue un estalinista. Además, como es ya costumbre en los funcionarios y comunicadores del gobierno actual, usa la fórmula de afirmar ante un público que consideran está conformado por estúpidos, sean iletrados o no. Para ellos valen lo mismo puesto que ninguno en el fondo les importan.

Decir, por ejemplo, “nadie nos preguntó nada respecto a qué pensábamos hacer, y lo mismo ha sucedido con el llamado del premio. En ningún momento el Gobierno Bolivariano tuvo algún tipo de intervención en las deliberaciones. A nadie se la ha ocurrido decir que las novelas tengan que ser de tal manera, o que deben ser premiadas en el concurso”, decir esto y creer que los que lo lean lo van a recibir así no más es, si no una burla, una flagrante muestra de ingenuidad que descalifica una posición de análisis político como la que él maneja. ¿Acaso los “estalinistas” de la oposición fueron llamados a ser jurado del concurso? ¿Cómo el gobierno bolivariano va a intervenir en la decisiones si fueron bien escogidos precisamente para no tener que intervenirlos? ¿Quién cree el maestro Piglia que es el lector venezolano?

Pero además, ¿cuál es el morbo que le produce a los “revolucionarios” la oposición o los opositores para tener que nombrarlos siempre en cada cosa que hacen? ¿No era mejor que el maestro Piglia se concentrara en alabar la revolución (con comillas, siempre), los beneficios, los grandes logros que han obtenido, sobre todo en materia cultural?

Ante todo lo dicho por el maestro Piglia y de ahora en adelante, tengo un lenitivo: leer a Juan José Saer.

Pedro
11 de julio, 2013

El miedo es libre y nadie que no sea dios o un ego inflado puede despachar el punto de vista personal, descalificándolo. Cada quien escribe, piensa, opina desde un lugar, el que le pertenece. Lo otro sería una impostura que a mí me ofendería, David.

Milagros Mata-Gil
11 de julio, 2013

Mesurada pero muy certera la interpretación de Ana Teresa Torres. Si Piglia no conoce la situación que vivimos, hace mal en opinar al respecto y peor aún calificar de “estalinismo” a los escritores que prefieren negarse a participar de concursos y eventos oficialistas. Un par de comentarios adversaron este artículo y me parece muy bien. Por razones obvias.

Ramón Colmenares
11 de julio, 2013

Puntal y puntual respuesta de mi admirada Ana Teresa Torres, uno no puede sino sentir orgullo de compartir este espacio con seres como ella (Sin por ello, dejar de admirar a Piglia)

Andrés Schafer
11 de julio, 2013

¿Los estalinistas preguntaban la filiación política del autor y luego lo leían? ¿Qué significa? ¿Que lo leían sólo si coincidían en política? No, los estalinistas hacían como con Mandelstam, cuyo poema a Stalin le valió el confinamiento y al final la muerte…luego de haberlo leído frente a un grupo de personas en su hogar: el poema era inédito, Mandelstam fue denunciado por un visitante. Los estalinistas buscan (todavía los hay y no quieren saber que lo son) enemigos por todas partes, en eso son muy parecidos a los bolivarianos chavistas con los que Piglia simpatiza. Por lo demás no se puede ser al mismo tiempo estalinista y señora respetable, es importante decidirse en sus metáforas. Y no andar cazándolas al garete: es muestra de imprecisión argumentativa, lo cual siempre es tedioso. No he leído a Piglia. No sé si estaba en su mejor forma y una entrevista no es lo mismo que un texto propio, pero su argumentación no invita precisamente a conocerlo por lo rico, brillante y estimulante de su prosa. Tampoco he leído a Torres. Pero creo que empezaré por ella.

Diana
11 de julio, 2013

Excelente su respuesta al señor Piglia, que no vive y por tanto no conoce nuestra realidad. Hablar desde otra realidad no se aproxima ni un tanto.

luis
11 de julio, 2013

No es de recibo las acusaciones al Sr. Piglia y si estamos de acuerdo en que el Chavismo no es la izquierda ni nada que se parezca, eso si, el antichavismo es la derecha mas recalcitrante y pro-imperialista de este siglo ….

IVAN GABALDON
11 de julio, 2013

Gracias a la autora por su digna, sentida y fundamentada réplica. Gracias a Andrés S. por tu preciso comentario ilustrando el rostro auténtico del estalinismo, así como por tu acotación sobre la incongruencia en las metáforas de Piglia. Coincido contigo: obra es una cosa, entrevista otra, pero al autor de marras, tras la entrevista, no provoca leerlo. Saludos.

Andrea
11 de julio, 2013

Es insólito que este escritor sea tan ignorante de nuestra situación. Yo me quedo con Leonardo Padura sin ninguna duda.

Oscar Ignacio
12 de julio, 2013

Me atrevería a decir que mientras tengamos vida no nos dejarnos domesticar. De allí lo recalcitrante de nuestras posiciones que pueden parecerle a Luis, expresiones de la derecha pro-imperialista.

danilo
12 de julio, 2013

Excelente sonrisa, la de ana, por supuesto en términos generales. Este señor se ve enredado en las circunstancias políticas en las que se desarrolla el concurso, y emite un criterio, desde la visión de “la verdad” en la que se encuentra.”La verdad” absoluta, nos lleva a ese tipo de posiciones…descalificar al otro, a los otros.

Creo que es un debate sobre democracia:no sólo de violación de derechos personales, de grupo o de un 48% de la población, sino, fundamnetalmente ¿cómo contribuir a un debate que construya la más amplia democracia en Venezuela y latinoamerica? Atraviesa por definir ¿qué democracia?: ¿la de los grupos de poder económico y político que mantenían al 60 o 70% en la pobreza en latinoamerica?, ¿las de partidos o movimientos políticos (chavismos, correismos, etc.)que en nombre de las transformaciones sociales atropellan derechos? En ambos hay totalitarismos y privilegios,Si.Hay que recordar la historia de abusos “democráticos” en América latina.

La diferencia radica en la interpretación de los hechos históricos y con qué herramientas lo hacemos:

Si lo que nos interesa es devolverle el poder a los empresarios para que gobiernen en santa paz y en democracia, no hay ningún debate que dar.

Si lo que nos interesa es cambiar las estructuras del sistema económico capitalista, y crear un sistema económico-social que permita el pleno dearrollo del ser humano en libertad y en condicones dignas de vida, entonces hay debate.Este debate implica cuestionar nuestras verdades absolutas, como aquella que el sistema capitalista es el nivel más elevado de democracia; o, que las transnacionales, sólo hacen negocios, o que los medios de comunicación sólo informan en libertad, etc.Cuestionar verdades absolutas.

Creo que el debate sobre la democracia gira alrededor de cómo cambiar las condiciones de vida de ese 40 0 60% de pobres de latinoamerica, de cómo construir un mundo no contaminado por las transnacionales, sobre cómo quitar el poder absoluto a los gobiernos de derecha o de izquierda, cómo ser países o región no sujeta a posiciones de ningún tipo de imperialismo. Sobre el respeto a cada ser humano y su derecho a una vida digna.

Construir una nueva conciencia y eticas humanas en la que no se justifique ningún tipo de violación a los derechos humanos.

Bueno, habría que discernir si ¿mi derecho a ser publicado-en latinoamérica- es igual de importante que el derecho de una madre a alimentar a su hijo, bajo el riesgo de que muera por falta de alimentos? eso es lo que se juega en la sociedad y en el sistema capitalista, una ética. El sistema nos imbuyó de individualismo, que no es lo mismo que individualidad. Un individualismo consumista orientado a pensar sólo en mi bienestar y el de mi familia.La ética humana es imposible desde esa visión del mundo.

Si las propiedades privadas históricamente y el funcionamiento del sistema económico, crean el nivel de pobreza con el que hemos vivido desde nuestras independencias, y cada día, con los sistemas de poder, educativos, salariales, de posibilidades de trabajo, se juega y decide la vida de “esa masa”, ¿cuál es nuestro compromiso ético, humano?

Leonidas Torres
12 de julio, 2013

El señor Piglia nos muestra el perfil de un ser humano que poco le importa lo que suceda en el mundo, a menos que lo afecte directamente. Sus opiniones son un reflejo de su ignorancia sobre la tragedia en la que Venezuela está inmersa desde que Chávez dio el golpe el 04/02/1992, es decir hace más de veinte años. Con Chávez se llevó a cabo la sistemática destrucción de un país, de sus instituciones, de su tejido social y de su escasa infraestructura. El juicio de Núremberg pretendía dejar claro a los hombres y mujeres del mundo así como a las diferentes culturas que conviven sobre el planeta Tierra, que crímenes de esa naturaleza, genocidios, es decir intentos de exterminación de una raza o secta, debían ser denunciados y castigados con el máximo rigor posible, para que nunca se volvieran a repetir. En el caso de Venezuela el genocidio tiene sus particularidades. Genocidio –dice el DRAE- es la exterminación o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad. Es verdad, no hemos tenido cámaras de gas, pero sí hemos vivido la eliminación sistemática de oportunidades para todos los que adversamos la mal llamada revolución bolivariana. El mejor ejemplo de ese proceso es la lista Tascón o lista Maisanta, donde quedamos identificados todos los opositores, con la orden universal de no emplearnos en la administración pública ni contratar con sus entidades. La discriminación ha sido tan fuerte que creó una nueva clase de ciudadanos, con menos derechos que otros. Es decir una especie de metecos o plebeyos, situación que podía parecer normal en la vieja Grecia o en el Imperio Romano pero no en el inicio del siglo XXI. Por si fuera poco, esta aguda discriminación tiene como telón de fondo una gran crisis económica, que ocasionó el cierre de miles de empresas en el sector privado, que es el gran generador de puestos de trabajo. En otras palabras, al pobre plebeyo venezolano no lo dejan trabajar en el sector público y cada vez encuentra menos oportunidades en el sector privado. Esta infeliz circunstancia creó la primera gran diáspora de la historia de Venezuela, conformada por decenas de miles de profesionales jóvenes que emigraron buscando lo que su país les negaba. Cuando la historia sienta misericordia por este sufrido país y nos libere de la pesada presencia de Chávez (ya ocurrió) y del chavismo (pendiente), los venezolanos debemos tomar el ejemplo de Nuremberg y juzgar civilizadamente al Teniente Coronel y a todos aquellos cómplices que lo acompañaron en la destrucción de un país, en el sacrificio de una generación, en la pérdida de calidad de vida de 25 millones de personas y en la generación de una colosal hipoteca para los jóvenes venezolanos de hoy y de mañana. La pregunta adecuada para Piglia es ¿participaría en un concurso patrocinado por un régimen encabezado por Stalin, o Hitler, o Fidel Castro, o por las decenas de dictadores que tuvimos en América Latina en el siglo XX? Si el señor Piglia duda al incluir el nombre de Chávez en la anterior lista de dictadores, debería leer con atención lo señalado por Ana Teresa: “Aquí lo que hay es un conflicto existencial, un conflicto histórico, entre un gobierno que quiere la hegemonía de la sociedad en todos sus niveles y ámbitos, y una mitad de esa sociedad que no se ha dejado hegemonizar. Y el conflicto nos ha costado tantas pérdidas que resumirlas sería un irrespeto.” En otras palabras Sr. Piglia en Venezuela vivimos bajo una dictadura, con la que a usted ha confraternizado con su cara muy lavada.

David
12 de julio, 2013

Señor Leonidas: Más alla de lo melodramático de su mensaje, creo que decir;

“Cuando la historia sienta misericordia por este sufrido país y nos libere de la pesada presencia de Chávez (ya ocurrió) y del chavismo (pendiente”,

Es más o menos desear hacer lo mismo que un párrafo antes critica… Tenga un discurso por lo menos un poquito más coherente.

Post Data: Le recomiendo reevaluar eso de que el ministerio público esta lleno de “chavistas”, por lo menos los que frecuento son de bastante presencia opositora…

José de Uruguay
13 de julio, 2013

Los intelectuales que se han benefician de dictadores, premios, viajes, homenajes no son excepcionales, padecen del mismo oportunismo que un político , un profesional…cuyos valores humanos están supeditados a su conveniencia y ego. Son muy útiles para desprestigiar a gente “molesta” al régimen , y para favorecer a los “auto proclamados “. “Progresistas” defensores del pueblo (?). Para esos oportunistas escaladores no hay libreta racionamiento alimenticios , sólo tienen racionados la moral y la ética. José de Uruguay

Rolando Peña
13 de julio, 2013

Bravo Ana Teresa, excelente respuesta, justa, correcta, al punto, sin ninguna concesión,pienso que no hay mas nada que agregar, felicitaciones………..

Belkis
14 de julio, 2013

Este sujeto Piglia, de risa fácil, de ocupación “escritor e intelectual”, parece tener el intelecto muy estrecho, o expresa opiniones con ligereza y superficialidad, evidenciando absoluta ignorancia del tema objeto de opinión. A juzgar por lo manifestado en la referida entrevista, de Venezuela desconoce todo, especialmente el carácter del régimen que detenta el poder. Utilizando un “adjetivo argentino”, la respuesta de la Señora Torres, bárbara! Precisa, civilizada, respetuosa.

Teolindo Yanez F
15 de julio, 2013

Excelente comentario. Implacable en su repuesta, muy educadas observaciones y observaciones. La felicito sinceramente

juan vicente pérez d.
17 de julio, 2013

Suscribo totalmente esta respuesta, los estalinistas están en el gobierno con esa pretendida hegemonía mediática

Carmen Elena Caraballo
24 de julio, 2013

Estimada Ana Teresa, soy una asidua lectora de sus trabajos, me confieso admiradora de su prosa, de esa forma sencilla de escribir que nos llega. Esta vez quisiera, en la medida de sus posibilidades hacerle una entrevista, sobre Lya Imber de Coronil.. Como o donde puedo ubicarla?, gracias

Martha Durán
27 de agosto, 2013

Dice Piglia que algunos escritores venezolanos han trasladado “los conflictos electorales a las complejidades del mundo cultural”. Lo que seguramente no sabe Piglia (prefiero pensar que no lo sabe), es que los “conflictos electorales” o, mejor aún, los conflictos políticos son los que han invadido el mundo cultural. No había leído este texto de Ana Teresa Torres, apenas lo leí hoy. Y menciono esto porque justamente en los últimos días el “debate” cultural se trasladó a la Asamblea Nacional con la aprobación de una ley Orgánica de Cultura terriblemente concebida, excluyente y sesgada. ¿Seguirá pensando Piglia que son los autores los que llevan el tema electoral a la cultura? ¿Sabrá – un mes después de haber dicho lo que dijo – Piglia sobre esta Ley? Por otro lado, para comentar algo sobre lo dicho por David, que Ana Teresa Torres pase o no trabajo para vivir, que tenga o no dinero, no es una condición para poder ejercer su derecho a la crítica, todo lo contrario, que piense en los problemas del país, que exprese su indignación y que la haga protesta – aunque viva bien – dice mucho de su calidad humana. Un país que se quiebra está por encima de cualquier premio. Bravo Ana Teresa. Qué gratificante es poder andar con la frente en alto, con dignidad y sabiendo que – por lo menos – uno no es cómplice del descaro gubernamental.

Teresita Silva
1 de junio, 2015

David. Que coherente y valiente eres.Parafraseando a Ana Teresa Torres, pondré un granito de arena, no leyendo a escritoras que evidencian estar hasta los tuétanos comprometidas con todo lo que signifique, desprecio, odio absoluta irracionalidad, con una percepción bastante distorsionada del proceso revolucionario.

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