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Fragmento de un artículo publicado en BBC Mundo
Los virus son unas cien veces más pequeños que las células humanas. Vienen en muchas formas diferentes y están presentes donde haya células por infectar.
De hecho, los virus son la unidad biológica más común sobre la Tierra, superando a todos los otros tipos juntos.
Cuando un virus entra en nuestro cuerpo, trata de atacar una célula.
Si nuestro sistema inmunológico reconoce el virus como un intruso, será destruido antes de que pueda entrar a una célula. Si no, comienza el proceso de infección.
Una vez está en la célula, el virus puede secuestrar la propia maquinaria de replicación de la célula, que empieza a hacer muchas copias del virus. Estos virus salen de la célula, destruyéndola, e intentarán infectar muchas más células a menos que sean atacados por el sistema inmunológico.
La infección puede comenzar también a esparcirse a otras personas.
Esto puede ocurrir rápidamente y con consecuencias devastadoras.
La gripe española de 1918 fue una de las pandemias virales más agresivas en la historia reciente. Se cree que causó hasta 50 millones de muertes a nivel mundial.
Atajar el virus
El sistema inmunológico humano es increíblemente efectivo cuando se trata de encargarse de los invasores virales.
Algunos de los síntomas causados por los virus, como fiebre, vómito y cansancio, son el resultado de los mecanismos de defensa del cuerpo. En muchos casos de influenza y gripa, el sistema inmunológico destruye la infección.
La respuesta inmunológica genera algo llamado la inmunidad adquirida: el cuerpo “se acuerda” de los virus para poder destruirlos rápidamente si regresan, así como para hacernos resistentes a ellos en el futuro.
Un caso único de sarampión cuando somos niños, por ejemplo, nos da una resistencia para toda la vida.
Los científicos han usado este concepto para proteger a las personas contra los virus, con éxito notable. Al ‘engañar’ a nuestros sistemas inmunológicos para que reconozcan virus, sin que realmente estemos infectados, podemos desarrollar una resistencia efectiva a los virus de la vida real.
En el siglo XVII, un método de inmunización contra la viruela consistía en que las personas inhalaban o se untaban costras secas de viruela en la piel para crear una respuesta inmune que los protegía contra el virus.
Luego, en 1796, el médico británico Edward Jenner desarrolló la primera vacuna para la viruela que llevó a una erradicación completa de la enfermedad en 1980.
Este fue un hito en la historia de los avances médicos. Por primera vez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció la erradicación total global de una enfermedad que fue mortal.
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Puede leer el texto completo aquí.
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2 de junio, 2013
Tema muy interesante, y más en estos momentos que la influenza AH1N1 está esparcida en varias partes de Venezuela. En Mérida tenemos muchos casos, algunas personas que conozco y yo hemos tenido esa gripe, porque los síntomas han sido muy fuertes. Hay que cuidarse mucho, estar muy alertas, y tomar las medidas médicas que se recomiendan, no tomarse la situación a la ligera, ya que no contamos con un sistema de salud eficiente y hay mucha contaminación en el ambiente.