Artes

Michel Houellebecq: No hay escritores felices

Por Prodavinci | 24 de mayo, 2013

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Una entrevista de Xavi Ayen, a propósito de su libro Poesía.

Con aspecto algo desaliñado –una mancha de pintura blanca en su camisa amarilla–, tocándose el flequillo, encadenando un cigarrillo tras otro, Michel Houellebecq, uno de los más grandes escritores vivos de nuestro tiempo, habló –intercalando sus ya míticos silencios entre frase y frase–, sobre todo, de Poesía , el volumen en el que la editorial Anagrama recoge –en edición bilingüe castellano-francés– sus cuatro obras poéticas: el manifiesto Sobrevivir (1991), y los poemarios El sentido de la lucha (1996), La búsqueda de la felicidad (1997) y Renacimiento (1999).

En este libro el autor de Las partículas elementales y Plataforma se revela como una lúcida voz que canta la derrota de los seres humanos en un sistema extraño, identificado como ‘liberal’, que los hace sufrir. Es el poeta de los desvalidos del siglo XXI: los feos, los raros, los parados, los que no ligan… y aborda también el paso del tiempo, el mundo laboral, la belleza, el amor o la vida sexual.

Sobrevivir es un manifiesto, declaración de intenciones sobre la base de su poesía, pero también sirve para sus novelas. La base de todo es el sufrimiento.

Sí. Sufro. Hay una incompatibilidad entre sentirse bien en el mundo y escribir sobre él. Escribir requiere un alejamiento. No hay escritores felices. Sufrimiento es dolor pero también esa sensación de extrañeza, sentirse ajeno a todo. Todos los vivos sufrimos de muchas maneras.

Pero, ¿sufre tanto como antes?

Siempre tengo un sentimiento negativo hacia las cosas. El sufrimiento me comería crudo si no le pusiera una estructura, si articulo ese dolor en un poema estoy salvado. El poeta bascula entre la amargura y la angustia, y a veces experimenta un momento de remisión que le permite crear.

¿Dónde se encuentra usted ahora?

Soy ciclotímico. En un mismo día atravieso lo más alto y lo más bajo. Puedo pasar de un estado a su contrario en menos de una hora, así que esa pregunta no tiene sentido para mí.

Dice que el poeta es el niño que se caga encima cuando su madre se ha puesto guapa para una cita nocturna…

Llora con los pañales sucios y exaspera a esa madre, que al final se pone a gritar también y lo abandona. Las experiencias traumáticas ayudan al escritor, que suele tener la conciencia precoz de vivir en un entorno desagradable. Hombre, yo también intento, como todo el mundo, agarrarme a sucedáneos de felicidad pero sé que, en el fondo, la felicidad no es para mí.

Reivindica la culpabilidad y la timidez como fuerzas extraordinariamente fecundas, u otras como el resentimiento, sí. La culpabilidad la sentía sobre todo de joven, es algo que permite un gran conocimiento de uno mismo. Quieres a tu padre pero tienes ganas de que se muera y te sientes mal por ello.

¿Y la timidez?

Es una gran fuente de enriquecimiento interior, un desfase entre la voluntad y el acto que desencadena unos procesos mentales interesantes. Sin ese desfase, seríamos animales. La timidez es ideal para un poeta.

[…]

¿Podría vivir sin escribir?

Perfectamente. Escribo por vanidad y, si no me van a publicar, pues ¿para qué? Tengo una tendencia muy fuerte a la inactividad. En cambio, no podría vivir sin leer novelas.

***

Puede leer la entrevista completa aquí.

Prodavinci 

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