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Carta de Mario Vargas Llosa al dictador Jorge Rafael Videla

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En 1976 el escritor peruano Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura 2010, dirigió una carta a Jorge Rafael Videla, jefe de la dictadura militar argentina. En su condición de presidente de la asociación mundial de escritores, PEN Internacional, Vargas Llosa critica enfáticamente la quema de libros, censura a la prensa y cierre de editoriales, así como la persecución a escritores y periodistas, entre otros atropellos a los derechos humanos llevados a cabo por su gobierno; instando al entonces mandatario argentino a frenar dichos abusos. A continuación pueden leer la carta escrita siete meses después del Golpe de Estado:

Lima, 22 de octubre de 1976

Presidente de la República Argentina
Casa Rosada
Buenos Aires, Argentina

Señor Presidente:

El PEN Internacional, organización mundial de escritores que tengo el honor de presidir, ha recibido el informe titulado La persecución a artistas, intelectuales y periodistas en Argentina que me permito adjuntarle, así como un complemento documental —fotocopias de publicaciones periodísticas— en que se apoyan algunas de sus afirmaciones.

Aunque en el informe aparezcan, de cuando en cuando, expresiones que puedan atribuirse a la pasión política y algunas apreciaciones de carácter subjetivo, el grueso de su contenido, sin embargo, constituye una relación de hechos de una gravedad tal que no puede dejar de consternar a cualquier persona civilizada. La lista de acciones que atentan contra principios básicos de la cultura cubre un amplísimo registro: libros secuestrados de bibliotecas universitarias y particulares que han sido quemados públicamente, clausura temporal o definitiva de periódicos y revistas y establecimiento de una rígida censura, detención de escritores y artistas, sin especificar los cargos que pesan sobre ellos y sin transferirlos al Poder Judicial, hostigamiento y cierre de editoriales, allanamiento de instituciones dedicadas al arte y a la investigación sociológica.

Paralelamente a estas acciones oficiales hay las que llevan a cabo comandos armados de gentes vestidas de civil, que su gobierno hasta el momento no ha impedido ni castigado, y que han sembrado el horror en muchos hogares argentinos. El informe cita a intelectuales que han sido secuestrados en sus casas y luego asesinados, a otros que han sido torturados, a otros que han desaparecido sin que se tenga noticias de su paradero. Asimismo, decenas de escritores, artistas y periodistas han debido huir del país, porque habían recibido amenazas de muerte. Ni siquiera el exilio es un lugar seguro para algunos, pues se ha visto, en el caso reciente del poeta Juan Gelman, cómo sus hijos y su nuera eran secuestrados en Buenos Aires por una de estas bandas terroristas en represalia por sus opiniones políticas.

Quiero, en nombre del PEN Internacional, hacerle llegar nuestra más enérgica protesta por estos hechos, que constituyen crímenes imperdonables contra el espíritu, y que resultan particularmente insólitos en un país con el grado de civilización de Argentina. En nombre de la rica tradición de pensamiento y creatividad que ha hecho de su país un centro cultural de primer orden, lo exhorto a poner fin a la persecución de las ideas y los libros, a respetar el derecho de disentir, a salvaguardar la vida de los ciudadanos y a permitir que los escritores argentinos desempeñen libremente la función que les corresponde en la sociedad y contribuyan de este modo a su progreso.

Cumplo asimismo con hacerle saber que, por la gravedad de sus acusaciones, voy a recomendar al PEN la publicación de este informe y su difusión internacional. Ésta no es una medida inspirada en convicciones políticas partidistas de ninguna clase, sino, dentro del espiritu de la Carta del PEN, una estricta acción de solidaridad humana y de defensa de los más elementales principios morales que hacen posible la cultura.

Atentamente,

Mario Vargas Llosa
Presidente Internacional del PEN