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“Arena negra” (Fragmento); por Juan Carlos Méndez Guédez

arena negra texto

A:

Sueño que camino por París y llevo un sombrero pequeño, oscuro, y todos me miran y me señalan. Lo extraño es que me gusta. Odio cuando la gente se detiene mucho rato a mirarme pero en este sueño me gusta. Y al fin me doy cuenta de que voy desnuda; solo el sombrero cubre una parte de mi cuerpo. Y me agrada tanto caminar así, en una París que avanza conmigo, que huele con ese crepitante aroma del océano.

B:

Me muevo en la cama.

La que me gusta es esa París del sueño, porque no es París sino el trozo de una novela que leí hace muchos años. Así camino dentro de ese libro olvidado, perdido en cualquiera de mis mudanzas. Me muevo entre el olor de las letras: una mezcla de tinta, humedad, polvo, salitre.

Luego despierto. Y es como si el libro se cerrase.

B:

Todas las trampas de una isla habitan en el mar, dice madre con voz ronca. Luego arroja un pequeño objeto que la playa termina devorando.

C:

Padre me mira. Avanzo por una de esas calles de París que me gusta leer. Voy en el sueño y padre parece mirarme. Entonces recuerdo que voy desnuda, solo con mi sombrero, pero también comprendo que mi padre no podrá verme. En el sueño está ciego. Lo dice cuando me coloco a su lado. “El sol me quemó los ojos al regresar”, suspira cansado. Y entonces recuerdo que cuando los barcos escapaban de España sin instrumentos de navegación, el único modo de orientarse para huir era navegar con el sol en la espalda.

El sol que te despide es el sol que te incendia los ojos al volver.

D:

Vuela el bastidor desde las manos de madre y se estrella contra las oscuras rocas de la playa.

E:

El camarero me sirve un café hirviente. Contemplo la máquina tragaperras. Luces. Luces. Luces.

Un lugar es cualquier lugar. No digo que un lugar sea todos los lugares. Sino que un lugar es cualquier lugar. Da lo mismo desplazarte, que estés en una ciudad o en otra. No hay manera de que los sitios eviten que al moverte te lleves a ti misma en ti.

Un lugar es cualquier lugar. Tan solo me resulta especial Madrid. Porque Madrid es la ciudad en la que debí suicidarme hace un par de meses. El lugar donde decides morir es especial, aunque solo represente el fracaso de tu propia muerte.

F:

Fumo un porro. Me quito el vestido y el sujetador. Después de un rato me adormezco viendo la tele y durante unos segundos contemplo un zapato de Guillermo flotando en el mar.

Despierto nerviosa pero luego siento una inmensa paz. Como si yo poseyese la levedad de ese zapato que se bambolea sobre las aguas.

G:

Una madre; un padre: el desvío.