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¿Dónde reside la inteligencia?

Artículo escrito por Josep Fita, publicado en La Vanguardia. A continuación un extracto:

¿Dónde reside la inteligencia? Esta es, sin duda, la pregunta del millón. A lo largo de la historia de la humanidad infinidad de investigadores han tratado de dar respuesta a esta incógnita sin, lamentablemente, demasiado éxito. Tampoco se ha encontrado una respuesta satisfactoria a lo que origina que una persona sea más inteligente que otra. Algunos científicos pensaban que el tamaño de ciertas áreas del cerebro (incluso el de dicho órgano) era la solución a la ecuación; otros, sin embargo, creían que la clave radicaba en el número de neuronas. Y así hasta el infinito.

A día de hoy, parece que está claro que ni una cosa ni la otra, en esencia, explicarían el origen de la inteligencia del ser humano. Durante mucho tiempo se intentó categorizar: ‘tener más neuronas es mejor’, ‘tener más conexiones es mejor’… Pero, posteriormente, se ha demostrado, por ejemplo, que el cerebro de Einstein, al menos lo poco que se sabe de él, no tenía más neuronas que los demás.

“De hecho, algunos trabajos mostraron que tenía menos neuronas que células gliales [éstas se ubican alrededor de las neuronas proporcionándoles soporte estructural y metabólico] en algunas regiones de la corteza cerebral comparado con personas normales. En términos cuantitativos, es muy difícil establecer una causa-consecuencia en número de neuronas, conexiones…”, explica a LaVanguardia.com Mara Dierssen, neurobióloga del Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG).

Para empezar, ya plantea serias dificultades encontrar una definición de inteligencia que se ajuste al término en toda su amplitud. Si tomamos la definición del diccionario, la inteligencia vendría a ser la capacidad de entender, asimilar, y elaborar la información y utilizarla para resolver problemas. “En realidad, es como no decir nada”, señala Dierssen, “porque esa definición está compuesta de muchas funciones subyacentes: la memoria, la capacidad de abstracción, la capacidad de síntesis, etc.”.

El concepto, incluso, tiene una vertiente cultural innegable, lo que vendría a complicar más la cuestión en lo referente a definir el fenómeno con exactitud. “Para una persona que viva en un lugar remoto del planeta, quizás su inteligencia consista en saber cazar bien; pero esto, para un occidental, es algo bastante irrelevante”, recuerda Gustavo Deco, director del Centro Cognición y Cerebro de la Universitat Pompeu Fabra.

Lo que parece encontrar cierto consenso entre los científicos es que ahora, más que de inteligencia, se debe hablar de inteligencias múltiples. “Esta teoría viene a decir que cada proceso puede ser diferente, puede estar sujeto a una variabilidad individual que seguramente depende de una variabilidad genómica”, recuerda Dierssen. Eso significa que hay personas que, por ejemplo, pueden ser más hábiles para escribir, pero puede haber otras con más aptitudes para la música, o para la pintura, o para la arquitectura…

Para ejecutar dichas tareas, además, entrarían en funcionamiento no una, sino varias áreas cerebrales casi al unísono. “No creo que la inteligencia resida en una parte concreta de nuestro cerebro, sino que es una función que requiere de una abstracción bastante general”, esgrime Dierssen. “Para tareas creativas, reclutamos un número muy elevado de áreas. Para nosotros, por ejemplo, que trabajamos con modelos de alteraciones cognitivas, las regiones estrella de nuestros estudios son el hipocampo y la corteza cerebral. Eso no quiere decir que, cuando uno está realizando una tarea compleja, no requiera de la participación de muchas más regiones”, añade.

“Cuando hablamos de tareas concretas (atención visual, memoria, toma de decisiones) sabemos, a través de infinidad de trabajos realizados, que éstas van asociadas a la actividad de ciertas áreas del cerebro, de una red neuronal”, recuerda el director del Centro Cognición y Cerebro de la UPF. “Y esto pasa tanto en animales como en humanos. Dependiendo de la tarea, se activan redes totalmente diferentes a lo largo de todo el cerebro. Si son tareas de memoria se activa, generalmente, la parte frontal; si son tareas más visuales sería la parte posterior visual; si son de toma de decisiones suelen ser áreas más frontoparietales”, agrega.

Pero, ¿qué determina que una persona sea más inteligente que otra?

La ciencia, a día de hoy, no tiene una respuesta clara al respecto. Lo que sí tiene son pistas. “En nuestros estudios, no sabemos qué hace a un ratón mejor. Sabemos que, a lo mejor, hay unas vías intracelulares, redes moleculares, que cuando se activan producen una mejor consolidación de la información”, relata Mara Dierssen. “Y de hecho se han creado ratones más inteligentes capaces de resolver mejor laberintos”, añade la neurobióloga del CRG.

Gustavo Deco, por su parte, ve en las conexiones neuronales la posible explicación. “Si hablamos de funciones específicas cognitivas (por qué una persona tiene mejor atención visual que otra; por qué una persona tiene mejor memoria a corto plazo que otra; por qué una persona hace mejor una tarea de toma de decisiones que otra…) en general se pueden correlacionar con la actividad cerebral”, esgrime. “Y en general, se puede correlacionar la actividad cerebral con la estructura subyacente. Es decir, ya sea por cuestiones genéticas o de entrenamiento, una persona ha podido desarrollar más una red, y las conexiones de dentro de dicha red, que otro individuo”, señala.

Lo que parece evidente es que, cada vez más, los avances en el campo de la neurobiología permiten a los científicos estar cada día más cerca de obtener una respuesta definitiva a la pregunta: ¿dónde reside la inteligencia? Sabemos que parte es heredada, que parte viene dada por el entrenamiento del individuo y que, quizás, ciertas redes moleculares, como apuntaba Mara Dierssen, tengan también algo que decir. Lo que sí parece claro es que la cuenta atrás para la detección definitiva del origen de la inteligencia humana ya ha empezado.http://facebook.com/LaVanguardia

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