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Tres apuntes sobre el porno, por Patricio Pron

Un tiempo atrás alguien me habló de la página web Blackboards in Porn; sus autores estudian allí los textos escritos en las pizarras de las aulas en las que tiene lugar la acción en ciertos vídeos pornográficos. Asombrosamente, su atención (sesgada en relación a los hechos que tienen lugar en esos vídeos) se ve recompensada por fórmulas químicas erróneas, cronologías imposibles del Imperio Ruso y un elemental (aunque correcto) “1 + 1 = 2”, pero también por textos singularísimos que defienden el creacionismo y equiparan a Charles Darwin con un “crackpot” [chiflado] por sostener que del pez se pasa al mono, de allí al “glen” [valle (sic)] y de éste al ser humano. Resulta difícil saber si la intérprete sentada frente a la pizarra en la imagen que ilustra el artículo en cuestión también es creacionista, o no, pero es un hecho que resulta más edificante estudiarla a ella que al contenido de la pizarra. Otro de los textos que aparecen en Blackboards in Porn señala “trabaja duro y hazlo lo mejor que puedas”, lo que puede ser tanto una máxima propedéutica como una invitación al buen desempeño de los intérpretes del vídeo filmado en esa locación. Uno incluye una serie compleja y singularmente correcta de operaciones matemáticas realizadas por la doctora “Lagina” (sic), un nombre posiblemente impropio para una maestra de matemáticas (al igual que su indumentaria).

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No son pocas las páginas web que reúnen los diálogos irrisorios o simplemente estúpidos que aparecen en ciertos filmes y vídeos pornográficos. Ayer leía aquí una lista de las peores frases y diálogos del porno alemán, entre ellas: (Él) “Me quedo con la morena”, (Ella) “¡Hostia, veinte marcos!” y (Ella) “Lo siento, pero a veces hay que ver cosas así”, parte de un esfuerzo evidente por hundir aún más la reputación del entretenimiento para adultos, ya bastante perjudicado por diálogos como el siguiente, hallado por un usuario anónimo en Leg Sex Fantasy 2 (dir. Rod Fontana, 1998): (Él, echado en el suelo mientras Ella lo recorre con su pie desnudo) “Apuesto que has hecho esto antes”. (Ella) “Si, suelo ir mucho de compras”. También, por el siguiente, que constituye el punto culminante del nonsense en pornografía y ha sido extraído de Achtzehneinhalb 18 (dir. Walter Molitor, 2002): (Él, vestido y con una máscara) “¿Por qué está toda esta paja tirada aquí?” (Ella) “¿Y tú, por qué llevas una máscara?” (Él) “Bueno, entonces hazme una mamada”.

(Por lo demás, si alguien sabe por qué está toda esa paja tirada allí, ése es el extraordinario ensayista cubano Iván de la Nuez, que lo sabe casi todo).

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Algunos amigos y yo siempre hemos hecho bromas sobre el hecho de que mi apellido parece un anagrama de la palabra inglesa “porn”; Google (con un sentido del humor similar o posiblemente una mayor dislexia) suele ofrecer vídeos “con 100% menos de pron” (lo que seguramente los hace mucho mejores). El escritor peruano Salvador Luis incluyó recientemente uno de mis relatos en una antología titulada La condición pornográfica de la que participan también (entre otros) los escritores Pablo Gutiérrez, Andrea Jeftanovic, Giovanna Rivero y Roberto Valencia, quien dedicó todo un libro de cuentos al tema: Sonría a cámara (Lengua de Trapo. 2010). Nada de esto viene a cuento para mencionar que los desconocidos Sam Hain y Lee Roy Myers han dirigido una parodia para adultos del filme Tron: Legacy (dir. Joseph Kosinski, 2011) titulada precisamente Pron, cuya sinopsis es la que sigue:

En esta parodia sensual y visualmente impactante del clásico de culto Tron y su moderna y tecnológicamente sofisticada secuela, el mundo real choca con la Red y se convierte en ¡el sueño húmedo para el geek de la tecnología! Al ser despedido de su trabajo como diseñador de productos para el placer, Kevin Fling decide entrar en el sistema informático Enrection (sic) y consigue más de lo que quería. Absorbido por el sistema informático, Kevin inicia un excitante viaje a través de un mundo de programas hermosos y calientes, software con pechos grandes, rápidas y peligrosas “mamadoras de luz” (sic) y vaginas brillantes, para ajustar cuentas con el malvado y poderoso Programa de Control de la Masturbación.

Aunque este resumen puede provocar la sospecha de cierta precariedad por lo menos intelectual (a la que debería sumarse la de los intérpretes de la cinta, con nombres como Diamond Foxxx y Tommy Pistol), basta ver algunas imágenes extraídas del filme con fines promocionales para descubrir que esa precariedad también es material: Pron parece haber sido realizado con un exorbitante presupuesto de catorce euros con quince centavos. Quizás sea una manifestación de que la tantas veces mencionada crisis económica ha llegado ya al ámbito reducido de la transformación del deseo en espectáculo. Malos tiempos para el porno (también).