Artes

Sobre la literatura juvenil

Por Prodavinci | 26 de diciembre, 2011

Artículo escrito por Daniel Arjona, publicado en El Cultural. Un extracto a continuación:

El otrora callejero Ray Loriga (Madrid, 1967), coetáneo de José Ángel Mañas bajo el paraguas de la Generación X de la que siempre renegó, ha sorprendido al atreverse a mojar su pluma en el hiper-competitivo mar de la fantasía juvenil, superpoblado de vampiros, magos y fantasmas, que parece ser de los pocos géneros en los que hoy se pescan buenos bancos de lectores. Y es que si bien el conjunto de la Literatura Infantil y Juvenil sufre en España descensos generales de un 10% similares a los del resto, según el Anuario 2011 de SM, gracias al terror y la fantasía cuenta con esos títulos de éxito avasallador por los que suspira hoy cualquier editorial. Como los de la saga Crepúsculo, que sobrepasa los tres millones de ejemplares vendidos en nuestro país.

El bebedor de lágrimas (Alfaguara, 2011) de Loriga se acopla al canon a la perfección al presentar una historia protagonizada por jóvenes fantasmas que se ofrece, además, como el primer eslabón de una trilogía. Dice su autor que “se trata de una novela romántico-criminal-fantasmagórica, o algo así. Un juego de enredos escrito con cuidado y respeto a cada uno de esos géneros, pero sin dejar de divertirme. No tenía una razón específica, sencillamente me pareció buena idea, y lo pasé muy bien haciéndolo. Espero que los lectores también. La literatura de aventuras será siempre necesaria y recomendable. No sé lo que le he podido aportar al género juvenil, tan tipificado como se encuentra hoy, tal vez algo de crueldad y sentido del humor”.

Búsqueda del equilibrio

Cuando con sólo 21 años Laura Gallego (Valencia, 1977) ganaba el premio Barco de Vapor por Finis Mundi (1999), no era fácil adivinar lo que vendría después. Su trilogía Memorias de Idhun ha vendido más de 750.000 ejemplares haciendo de ella una estrella seguida por legiones de hiperactivos lectores que la persiguen en la Red. Cuando firma libros su integridad peligra ante las colas infinitas de chavales a los que no dedica más que un ejemplar por barba.

Gallego, que lleva 25.000 ejemplares vendidos de Donde los árboles cantan (SM, 2011) sabe que la saturación amenaza la LIJ pero es realista: “Lo más importante ahora es encontrar un equilibrio entre las novedades aparecidas al calor de una determinada ‘moda’ o tendencia y los nuevos caminos que puedan surgir. Aún sigue coleando la tendencia vampírica a raíz del éxito de Crepúsculo, pero los que seguimos al día la literatura juvenil sabemos que lo que buscan y publican las editoriales ahora son novelas de ciencia ficción, futuristas o distópicas, que recojan el éxito de Los juegos del hambre. Y hay que buscar un equilibrio, porque, aunque a algunos les escandalice que se publiquen tantos libros aparentemente similares, las ventas que generan son importantes para capear el temporal de la crisis y poder, así, invertir en otras obras que puedan parecer menos comerciales”.

El rigor y el talento

¿Pero qué pasa con la calidad? ¿Cuán exigentes son los jóvenes lectores a la hora de elegir entre buenas historias o engullir más de lo mismo? Laura Gallego asegura que “la literatura fantástica no es incompatible con la calidad, y mucho menos con la imaginación. La fantasía es el universo de los mundos posibles. Pocos géneros que exijan tanto esfuerzo imaginativo como la literatura fantástica, que, además tiene también sus grandes clásicos. Pensar que se trata de un género menor, de escasa calidad o falto de imaginación es un prejuicio habitual en la gente que ha leído muy poco o nada de literatura fantástica”.

Ray Loriga no deja de recalca que “la literatura costumbrista no implica un marchamo de calidad, ni tampoco nombrar a algo como fantástico asegura que haya mucha fantasía en la escritura. La literatura se debe una y otra vez, y en cada uno de sus registros ,al rigor y el talento de quien la escribe. Así las cosas, la imaginación y la calidad son puntuales y propias de quien tiene la suerte de conseguirlas. Todos los escritores soñamos con ser uno de esos afortunados y trabajamos para serlo”.

Por su parte, Maite Carranza argumenta que “en toda moda existe un momento de saturación máximo. Ahora ocurre con la fantasía juvenil. Se trata de saber diferenciar la buena literatura de los plagios en serie, de las malas copias, de las fórmulas vacías. El tiempo dirá y los lectores responderán con buen criterio. Últimamente, tal vez debido a un cierto cansancio, algunos escritores hemos apostado por el realismo social y hemos tenido una buena acogida. Eso demuestra que los jóvenes están abiertos a nuevas ideas a pesar de las modas imperantes”.

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