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Esa sensación de estancamiento, por Nouriel Roubini

A pesar de la serie de eventos de baja probabilidad y alto impacto que han afectado a la economía mundial en 2011, los mercados financieros continuaron aumentando sin cesar hasta hace un mes atrás. El año comenzó con el alza de los precios de los alimentos, el petróleo y las materias primas, dando pie al espectro de la inflación. Luego estalló la masiva agitación en Oriente Próximo, elevando aún más el precio del petróleo. Luego ocurrió el terrible terremoto de Japón, que dañó gravemente su economía y las cadenas de suministro globales. Y después, Grecia, Irlanda y Portugal perdieron el acceso a los mercados de crédito, lo que les hizo recurrir a paquetes de rescate del Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea.

Pero ese no fue el final. Aunque Grecia fue rescatada hace un año, el Plan A ha fracasado claramente. Será necesario otro plan de rescate oficial o un rescate de los acreedores privados, opción que está generando un acalorado desacuerdo entre los políticos europeos.

Últimamente, la preocupación por los insostenibles déficits fiscales de Estados Unidos dio como resultado enconadas luchas políticas internas, casi provocando un cierre del gobierno. Una batalla similar se está fraguando ahora sobre el “techo de deuda” de Estados Unidos que, si no se resuelve, implica el riesgo de un impago “técnico” de la deuda pública de EE.UU.

Hasta hace poco, los mercados parecían descontar estos choques; aparte de unos pocos días, cuando el pánico sobre Japón o el Oriente Próximo provocó una corrección, continuaron su marcha ascendente. Sin embargo, desde finales de abril, se ha afianzado una corrección más persistente en los mercados bursátiles mundiales, impulsada por preocupaciones de que el crecimiento económico en los Estados Unidos y en todo el mundo pueda estar desacelerándose bruscamente.

Los datos de los EE.UU., el Reino Unido, la periferia de la eurozona, Japón e incluso las economías de los mercados emergentes están dando señales de que parte de la economía mundial -en especial las economías avanzadas- puede estar estancándose, si es que no entrando en una recesión de doble caída. También ha aumentado la aversión global al riesgo, así como la opción de seguir “extendiendo y fingiendo” o “demorando y rezando” sobre Grecia se está volviendo cada vez menos deseable, y es cada vez más probable el fantasma de una salida desordenada.

Los optimistas argumentan que la economía mundial simplemente ha dado con un “pequeño bache”. Las empresas y los consumidores reaccionaron a los golpes de este año desacelerando “temporalmente” el consumo, el gasto de capital y la creación de empleo. Siempre y cuando la crisis no empeore (y algunos de los problemas se vuelvan menos agudos), la confianza y el crecimiento se recuperarán en la segunda mitad del año, y los mercados de valores volverán al alza.

Sin embargo, hay buenas razones para creer que estamos experimentando una caída más persistente. En primer lugar, los problemas de la periferia de la eurozona son en algunos casos problemas de insolvencia real, no de falta de liquidez: altos déficits y deudas públicas y privadas en ascenso; sistemas financieros dañados que se deben limpiar y recapitalizar; pérdida masiva de competitividad; falta de crecimiento económico; y desempleo en aumento. Ya no es posible negar que las deudas públicas y/o privadas en Grecia, Irlanda, Portugal tendrán que ser reestructuradas.

En segundo lugar, los factores que ralentizan el crecimiento de EE.UU. son crónicos. Incluyen el desapalancamiento lento pero persistente del sector privado y público; el alza de los precios del petróleo; la débil creación de empleo; otra crisis en el mercado de la vivienda; graves problemas fiscales a nivel estatal y local; y una carga insostenible de deuda y déficit a nivel federal.

Tercero, el crecimiento económico se ha estancado en promedio en el Reino Unido durante los últimos dos trimestres, con una arremetida de austeridad fiscal en un momento en que la inflación está aumentando, lo que impide al Banco de Inglaterra flexibilizar la política monetaria. De hecho, la inflación puede incluso obligarlo a elevar las tasas de interés antes del otoño. Y Japón ya está volviendo a caer en recesión a causa del terremoto.

Todas estas economías ya estaban creciendo anémicamente y debajo de la tendencia, ya que el actual proceso de desapalancamiento requirió una desaceleración del gasto público y privado a fin de aumentar las tasas de ahorro y reducir las deudas. Y ahora, además de la cadena de desafortunados eventos que las economías avanzadas han enfrentado este año, los estímulos monetarios y fiscales se han eliminado en la mayoría de ellos, o pronto lo serán.

Si lo que está sucediendo ahora resulta ser algo peor que un bache temporal, se profundizará la corrección del mercado, debilitando el crecimiento a medida que los efectos negativos sobre la riqueza de la caída de los mercados de capital reduzcan el gasto privado. Y, a diferencia del periodo 2007-2010, en que cada shock negativo y desaceleración del mercado fue contrarrestado por más medidas de políticas por parte de los gobiernos, en esta ocasión las autoridades se están quedando sin municiones, y por lo tanto pueden ser incapaces de generar más reflación de los activos y poner en marcha la economía real.

Esta falta de municiones de políticas se refleja en la adopción por parte de la mayoría de las economías más avanzadas de alguna forma de austeridad, a fin de evitar un “choque de trenes” fiscal en el futuro. La deuda pública es ya elevada, y muchos fondos soberanos están al borde del colapso, por lo que la capacidad de los gobiernos de respaldar a sus bancos a través de más rescates financieros, garantías y estanqueidad de los activos cuestionables se ve severamente limitada. Es posible que no ocurra otra ronda de la llamada “flexibilización cuantitativa” por parte de las autoridades monetarias, ya que la inflación está aumentando -aunque lentamente- en la mayoría de las economías avanzadas.

Si los últimos datos económicos mundiales reflejan algo más serio que un hipo, y los mercados y las economías siguen desacelerándose, las autoridades también podrían encontrarse de manos vacías. Si eso ocurre, el riesgo de un estancamiento o, de plano, una recesión de doble caída aumentaría fuertemente en muchas economías avanzadas

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Nouriel Roubini es presidente de Roubini Global Economics (www.roubini.com), profesor en la Escuela Stern de Negocios de la Universidad de Nueva York y coautor de Crisis Economics (Economía de crisis, que recientemente se ha republicado en edición en rústica).

 

Copyright: Project Syndicate, 2011.
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Traducido del inglés por David Meléndez Tormen