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Venezuela, alimentos y dependencia de las importaciones, por Angie Contreras

¿Cuánto depende Venezuela de las importaciones de alimentos? De acuerdo con el estudio Evaluación sobre el sistema agroalimentario venezolano, realizado por el profesor Alejando Gutiérrez, coordinador del Centro de Estudios Agroalimentarios de la Universidad de Los Andes (ULA) y el Dr. Jorge Ordóñez, Venezuela presenta una dependencia crítica de las importaciones, pues ya para el 2007, el 43,7% de las calorías disponibles en el país procedían del extranjero, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Nutrición (INN).Para ese mismo año, las importaciones de cereales alcanzaba 41,1% del total disponible en el país; en azúcares y miel el porcentaje era de 30,4; en leguminosas la cifra alcanzaba 79,1%; nueces y semillas oleaginosas la dependencia llegaba al 95,7%; carnes y huevos 67,3%; leche y derivados 49,4%; y grasas 65%.

En el 2008 las importaciones de alimentos sumaron 7,57 millardos de dólares, el nivel más alto de nuestra historia, según estimaciones del profesor del IESA Carlos Machado Allison, utilizando los datos del Instituto Nacional de Estadística. En 2009 y 2010 las importaciones de alimentos registraron un descenso consecuencia de la recesión y de la respectiva caída del consumo.  De acuerdo con cifras de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) en 2009 se autorizaron 3.406,9 millones de dólares para las importaciones ordinarias de alimentos; mientras que en 2010 la partida aprobada para el mismo fin fue de 4.120 millones de dólares.

A través de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) se aprobaron 4.299 millones de dólares para importaciones generales, de las cuales se estima que la mitad fueron autorizadas para la importación de alimentos por esta vía. Cadivi no publica las cifras de las importaciones de alimentos a través de ALADI, lo que impide que se conozca con exactitud las divisas aprobadas para las compras de alimentos en el exterior a través de esta vía.

Las perspectivas de producción agropecuaria para este año no son las más favorables, pues aparte de los problemas ocasionados por el control de precios, las expropiaciones y la incertidumbre jurídica, las intensas lluvias han causado estragos en las principales zonas productivas del país, con lo cual se deberá recurrir una vez más a las importaciones de alimentos para compensar el déficit de la producción nacional.

El control de precios y las medidas de rescates aplicadas sobre tierras productivas han dejado como resultado el declive de la producción agrícola y pecuaria en los últimos años, convirtiendo incluso a Venezuela en importador de rubros en los que hasta hace muy poco era autosuficiente: arroz, caña de azúcar, café, pollo de engorde y maíz blanco.

La importación de alimentos no se considera una solución sostenible para los problemas de seguridad alimentaria de un país, pues las importaciones deben concentrarse en las materias primas y productos que no pueden ser producidos a bajo costo y producir en el país el máximo de alimentos posibles de acuerdo a la realidad agropecuaria y económico Además, la política de importaciones es costosa, pues aparte de demandar divisas, el mercado internacional de alimentos no es el más favorable para una política alimentaria que se apuntala en las importaciones, pues los precios de las principales materias primas agrícolas se han incrementado a niveles record durante este año. Una política alimentaria basada en las importaciones “transmite” de manera directa a los consumidores venezolanos la inflación internacional,  lo que encarecerá aún más los alimentos en Venezuela y creará tensiones con la inadecuada aplicación de controles de precios.

De acuerdo con un estudio realizado por el Centro de Análisis Estratégico para la agricultura, (Caespa), los precios internacionales de los alimentos, principalmente en los cereales, se han incrementado 79% respecto a 2008, cuando se registró la última crisis de volatilidad en el mercado de conmmodities; y en los últimos 12 meses (hasta mayo de este año) el aumento había sido de 65,1%.

El control de precios y las medidas de rescates aplicadas sobre tierras productivas han dejado como resultado el declive de la producción agrícola y pecuaria en los últimos años, convirtiendo incluso a Venezuela en importador de rubros en los que hasta hace muy poco era autosuficiente: arroz, caña de azúcar, café, pollo de engorde y maíz blanco.

¿Cuánto debería importar Venezuela?

Machado Allison señala en el artículo Importación de alimentos en Venezuela: ¿Qué sería razonable? que entre 1981 y 1990 la importación de alimentos y bebidas fue de 75,4  dólares por persona al año; mientras que en la década siguiente, entre 1991 y 2000, la cifra disminuyó a 65,9 dólares per cápita; y en la que acaba de concluir (2001-2010) se duplicó la cifra alcanzando un promedio de 134,6 dólares por habitante.

El profesor apunta que entre 2001 y 2005, cuando la política de intervención del Gobierno sobre las tierras, la importación y la distribución de alimentos fue moderada, se registró una importación promedio de 80,5 dólares per cápita, 20 dólares más que en la década previa. No obstante, cuando esas medidas fueron radicalizadas, en los últimos cinco años, el promedio se dispara y llega a 188,8 dólares por persona al año. El valor máximo  de importaciones de alimentos per cápita se registró en el 2008,  cuando se le dio instrucciones a Petróleos de Venezuela (Pdvsa) de importar alimentos en forma masiva para atender la demanda de la población y evitar escasez. Ese año las importaciones de alimentos per cápita alcanzó los 276 dólares

Tras analizar estos resultados, Machado-Allison considera que Venezuela podría tener “buenos niveles de seguridad alimentaria” manteniendo una importación promedio de 80 dólares por persona al año, en trigo, leche en polvo, aceites, torta de soya, maíz forrajero, bebidas; y un desembolso estimado de 2,8 millardos de dólares al año.

No obstante, Machado-Allison apunta que lo ideal para lograr la seguridad y soberanía agroalimentaria es rescatar la autosustentabilidad en la producción de rubros prioritarios.