- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

Prisioneros del Ejército Rojo, por Sergei Guriev y Aleh Tsyvinski

MOSCÚ – Algunos de las reliquias más interesantes de la Unión Soviética en Rusia son los feriados que se siguen celebrando, casi dos décadas después de la caída del comunismo. El 23 de febrero, los rusos celebran el “Día del Defensor de la Patria”, un equivalente grosero del Día del Padre pero con un toque militarista. En este día, las hijas, esposas y novias les regalan presentes a los hombres rusos y les prodigan atención. (Para hacer justicia, también existe el “Día de la Madre”- el 8 de marzo- y un recientemente popular Día de San Valentín).

Durante los tiempos soviéticos, el 23 de febrero se llamaba el “Día del Ejército y la Marina Soviéticos”, y celebraba la creación del Ejército Rojo. El feriado recibió su nombre actual en 2006 y, según un sondeo reciente de la encuestadora rusa FOM, el 59% de los rusos lo considera especial o significativo (el 32% no).

Desafortunadamente, el 23 de febrero no es la única reliquia que perdura del Ejército Rojo. Otro legado militar soviético es el sistema de conscripción obligatoria. Mientras que el resto de los países grandes de Europa abolieron la conscripción militar en las últimas décadas, Rusia continúa con un sistema en el cual todos los ciudadanos de sexo masculino físicamente aptos, entre 18 y 27 años, deben servir durante 12 meses. Las excepciones se basan en condiciones médicas y se les otorgan a estudiantes universitarios y empleados de ciertas organizaciones (por ejemplo, la policía). Aproximadamente 500.000 hombres jóvenes hacen la conscripción cada año.

El sistema es injusto, ineficiente e impopular. De acuerdo con FOM, el 51% de los rusos respalda la abolición de la conscripción y el 67% está en contra de extender la edad de elegibilidad para el servicio militar. El ejército ruso estima que la cantidad total de desertores del servicio militar está cerca de 200.000. Según la Oficina para los Derechos Humanos de Moscú, la tasa actual de sobornos para evitar la conscripción llega a los 5.000 dólares (en comparación, un salario actual típico de un teniente es de aproximadamente 500 dólares).

Un estudio reciente de Michael Lokshin y Ruslan Yemtsov del Banco Mundial, “Who Bears the Cost of the Russian Military Draft” (Quién asume el costo del servicio militar ruso) indica que el costo de la conscripción recae desproporcionadamente en los pobres, los ciudadanos de baja educación y los hogares rurales. La probabilidad de ser llamado a servicio es significativamente más baja para los residentes de ciudades con poblaciones de más de 100.000 habitantes.

Un hombre joven de Moscú o de San Petersburgo tiene seis veces menos probabilidades de ser reclutado que un hombre joven de áreas rurales (mucho más pobres). Entre los hogares más ricos, la probabilidad de ser reclutado es de apenas el 3%; entre los más pobres, es del 20%.

Es más, tener un hijo en el ejército es un golpe significativo para los ingresos familiares –alrededor del 15% según Lokshin y Yemtsov-. Sin embargo, aún este cálculo probablemente subestime los costos reales, ya que no tiene en cuenta la disminución en los salarios causada por una inversión demorada en capital humano y una menor experiencia laboral. Las estimaciones de otros países indican que estos costos adicionales pueden alcanzar el 5% de los salarios. En otras palabras, la conscripción opera como un gran impuesto en especies a los hogares más pobres, sustentando y aumentando así la desigualdad que ya es elevada de Rusia.

El servicio militar obligatorio es ineficiente, porque la mano de obra “gratuita” de los conscriptos es mucho más barata para el ejército ruso que la contratación de civiles como, por ejemplo, cocineros y personal de limpieza. Es más, el ejército no tiene ningún incentivo para valorar la vida y el bienestar de los conscriptos. Según FOM, la mayoría de los rusos (79%) percibe que las novatadas graves y el abuso de los reclutas es algo generalizado. Cinco de cada seis participantes que sirvieron en el ejército desde los años 1990 fueron objeto de abusos como soldados. Desde 2005, según estadísticas oficiales, 2.051 militares se suicidaron.

Los defensores del sistema actual sostienen que Rusia no puede permitirse un ejército de voluntarios. Pero esto no es cierto. Supongamos que los reclutas recibieran un salario que fuera suficiente para que el servicio militar les resultara atractivo a los jóvenes. Un cálculo aproximado sugiere que pagarles a 500.000 soldados el sueldo mensual promedio de 700 dólares en Rusia hoy costaría aproximadamente 5.600 millones de dólares al año (incluyendo todos los impuestos y los aportes jubilatorios). Este cálculo es una cota superior: una vez que los soldados ya no están libres, los generales muy probablemente los utilizarían de manera más efectiva y la contratación sería menor. También, dado que los individuos de 18 años están menos capacitados que los trabajadores rusos promedio, el ejército atraería a soldados mejor entrenados y más productivos, lo que resultaría en mayores ahorros.

Incluso los 5.600 millones de dólares representan apenas el 0,4% del PBI ruso –y una sexta parte del presupuesto de defensa anual, en un momento en que Rusia está adoptando un programa de armamentos inéditamente ambicioso que cuesta 700.000 millones de dólares en diez años-. Gastando apenas el 8% de esta cifra, el ejército ruso podría equiparar sus costosas armas nuevas con soldados capaces y deseosos de manejarlas bien. Esto haría que el 23 de febrero fuera un feriado que verdaderamente valiera la pena celebrar.

*******

Sergei Guriev es rector de la New Economic School de Moscú. Aleh Tsyvinski es profesor de Economía en la Universidad de Yale.

Copyright: Project Syndicate, 2011.
www.project-syndicate.org